Las cosas no son como parecen. [Cuaresma, tiempo para probarnos en lo esencial]
Una vez dos ángeles viajaban por
una gran ciudad. Llamaron a la puerta de una familia rica y ésta los alojó en
el sótano. Mientras hacían la cama en el duro suelo, el ángel más viejo vio un
pequeño agujero en la pared y lo tapó. El más joven le preguntó por qué lo
hacía, y le contestó: las cosas no son siempre como parecen.
Al día siguiente viajaron a un pueblecito muy pobre y una familia pobre
les ofreció de cenar y les dieron la mejor cama para pasar la noche. A la mañana siguiente los dos ángeles
encontraron al matrimonio llorando.
Su única vaca había muerto. El ángel más joven indignado y furioso le dijo a su compañero: ¿Cómo has
permitido semejante desgracia? Ayudaste a los ricos que nos trataron tan mal y
no has hecho nada por esta familia pobre que nos ha dado todo. ¡Las cosas no
son siempre como parecen ¡- le contestó el ángel más viejo: cuando nos
hospedamos en la gran ciudad, vi que había oro en el agujero y lo tapé para que
esa familia tacaña y ambiciosa nunca lo encontrara.
Y
esta noche cuando dormíamos, el ángel de la muerte vino a buscar a la esposa de
esta casa. Yo le dije que se llevara a la vaca en lugar de la esposa. Como ves las cosas no son siempre como
parecen.
Moraleja: Todo lo que sucede podemos convertirlo en
gracia de Dios, en acontecimiento positivo si lo vemos desde el lado de Dios.
Te hice a
ti. [Aprovechar el momento preciso].
Vi, en la calle vi a una niña, temblando de
frío, y con un vestidito mojado y sin esperanza de encontrar una comida
caliente. Me enojé y le dije a Dios: - “Si tú existe, ¿Por qué permites esto? ¿Por qué no haces algo para remediar esto?
“Por un rato Dios no dijo nada y de pronto Él me respondió diciendo: - “Ya hice algo para remediarlo…Te hice a Tí”
La lógica
de la vida [Cada cuaresma:
tiempo para valorar lo que vale la pena]
Un discípulo le preguntó al sabio: — ¿Qué es
lo más extraño de los seres humanos? – El sabio respondió: — Piensan siempre lo
contrario. Tienen apuro por crecer y después lamentan la infancia perdida.
Pierden la salud para tener dinero y después pierden el dinero para tener
salud. Piensan tan ansiosamente en el futuro que descuidan el presente y, así,
no viven ni el presente ni el futuro. Viven como si no fueran a morir nunca y
mueren como si no hubiesen vivido jamás.
Zapatos
viejos: La
cuaresma: tiempo para recuperar lo perdido.
Juan y su mujer estaban arreglando el cuarto
y encuentran un recibo de una zapatería. La fecha señala que el recibo tenía
once años. Los dos se rieron e intentaron recordar cuál de ellos se había
olvidado de recoger el par de zapatos. "¿Será posible que todavía tengan
los zapatos?" le pregunta Juan a su mujer. - "No lo creo,"
responde su mujer. "Vale la pena ir a ver," dice Juan.
Se van con el recibo a la zapatería. Al
llegar a la zapatería le dan el recibo al zapatero. Él examina el recibo y le
dice “Espere un momento, voy a buscarlos.” Después de un rato, el zapatero dic:
“¡Aquí están!””¿De veras?” dicen al tiempo. “¡Qué suerte! Después de tanto
tiempo ¡. – “El zapatero vuelve al mostrador sin los zapatos y les dice, “Estarán listos para el jueves.”
Cuestión de azar. [La cuaresma: una llamada para volvernos a
Dios…]
Un hombre se fue a jugar cartas
un viernes santo y perdió todo lo que tenía; volvió triste a su casa y le contó
a su mujer lo que le había pasado. La mujer le dijo: «Eso te pasa por jugar en viernes santo; ¿no sabes que es pecado jugar
en viernes santo? ¡Dios te castigó y bien merecido que lo tienes!» El
hombre se volvió hacia su señora y con aire desafiante le dijo: «¿Y acaso,
crees tú, que el que me ganó, jugó en lunes de pascua o qué?»
Daniel el travieso [Para misa con niños]
El
pequeño Daniel era muy travieso. Cuando cometía alguna de sus travesuras, acostumbraba
a echarle la culpa a otro. En una ocasión era tan probada su culpa que su padre
lo sentenció a 25 azotes.
El niño espantado viendo que no había escapatoria,
lloraba a más no poder: -Papa, Papá, no es justo que me pegues a mí solamente, no es justo… ¿Si
te digo que alguien me obligó, lo castigarías a él? -Por supuesto, dime quién
fue y dónde se encuentra el que se atrevió a inducirte a hacer tal barbaridad.
-Pues… fue el diablo y… lo encuentras por ahí suelto. -Mira, Daniel, al diablo
lo castigará Dios algún día, pero a ti… los 25 azotes te los doy porque te los
doy.