Lecciones de Vida para Crecer en la Fe, 14° Domingo del tiempo Ordinario, 4 de Julio 2021, Ciclo B

publicado a la‎(s)‎ 8 jul 2021, 8:44 por Diseño Web Santa Ana Centro Chía   [ actualizado el 8 jul 2021, 8:45 ]

¿Profeta en su tierra? – [El triunfo seguro, de una fe firme] 

   Cuando Bogotá era apenas una pequeña ciudad, una joven de una familia muy adinerada decidió ingresar a la comunidad religiosa de las hermanitas de los pobres, dedicada a la atención de ancianitos. Después de muchos años, la joven regresó a la ciudad donde su familia era muy conocida en los círculos de la alta sociedad. Fue enviada a trabajar en un albergue muy pobre al sur de Bogotá, a pedir, por las calles, limosna para los ancianitos. 

   Un sábado por la tarde salió con otra religiosa a pedir limosna y fue reconocida por un grupo de antiguos compañeros de colegio y de parranda. Los muchachos comenzaron a burlarse de las hermanitas. Uno de ellos, liderando el grupo, se adelantó para ofrecer una limosna, pero puso una condición: La joven religiosa debía darle un beso si quería recibir la ayuda para sus viejitos. 

   La monjita, sin dudar un momento, se inclinó ante su antiguo amigo y le besó los pies ante la mirada atónita de los peatones que circulaban por el lugar. Después, erguida, en su dignidad, estiró la mano para recibir la limosna prometida. El ofensivo joven, lleno de vergüenza, tuvo que cumplir lo que había prometido mientras sus compañeros se iban escabullendo avergonzados. 

El reloj perdido [Saber descubrir los milagros del Señor en el silencio]

 

   Unos trabajadores estaban almacenando aserrín en el depósito de una fábrica de hielo, cuando uno de ellos advirtió que se le había caído el reloj de su mano. Todos se pusieron a buscarlo. Después de una intensa búsqueda entre charlas y risas, decidieron dejarlo y se fueron a tomar un café.

 

   Un joven que los había observado, entró en el almacén y, al poco rato, se presentó ante los trabajadores con el reloj en su mano. “¿Dónde estaba?”, —le preguntaron. “¿Dónde?, pues en el almacén”, —les dijo el joven.  “No puede ser, —dijeron ellos—  lo hemos buscado por todas partes. ¿Cómo lo has encontrado? “Hice un silencio absoluto hasta que pude percibir el suave tictac del reloj y lo saqué de en medio del aserrín.” 

Como la “quinilla” “Duros de corazón” 

   Un misionero recién llegado a la selva peruana relata que, en 1968, el Padre Santos, a quién le gustaban las bromas inocentes y pícaras, lo llamó un día pidiéndole un favor. “¿Me podías cortar ese pequeño tronco?” Con mí mayor inocencia tomé el hacha y golpeé el tronco con toda mi alma. El hacha rebotaba sin hacer la menor mella al tronco. Mientras tanto él se reía. Era un tronquito de una madera que se llama “quinilla”, que una vez se seca es duro como el hierro. Ahí ya no puedes hacer nada porque no se deja trabajar por su dureza. 

Cristianos incrédulos [Y nobleza del Señor]

 

   Jesucristo regresa a la tierra, pero nadie cree que sea en verdad él. Entonces un cristiano incrédulo le dice: Haz tres milagros y te seguiremos. Jesucristo entonces, entra en un hospital donde acababa de morir un ancianito, y lo resucita.

 

   Después se acerca a una fuente y convierte el agua en vino, después se acerca a la orilla del río y cuando intenta caminar sobre las aguas, se hunde y acaba medio ahogado en la orilla. Los feligreses lo rescatan y entonces Jesucristo dice: Es que, tanto me emocioné de volver a verlos, que, por un momento me olvidé que ustedes me hicieron agujeros en los pies, y me entró agua… 

Viejito Sordo. [Se hicieron los sordos al mensaje de Jesús]

Un viejito que era muy rico perdió la audición poco a poco hasta quedarse completamente sordo. Como era millonario fue a ver un médico que le vendió un aparato de última tecnología para que pudiera escuchar. Con el audífono diminuto en el oído el viejito se fue muy contento.

   Al mes regresa y le dice al médico: - Doctor, estoy muy feliz porque oigo perfectamente, incluso puedo escuchar lo que dicen en la habitación de al lado. – Su familia debe estar muy contenta por eso mi querido amigo! – No lo creo doctor. Ellos no saben nada, y ya tuve que cambiar mi testamento 4 veces en este tiempo.

Falta de fe 

Llega un predicador a un pueblo y grita en voz alta: Vengo a orar por los enfermos. Llévenme donde esté el enfermo que el Señor lo va a sanar. Una señora le dice: En mi casa mi suegro está en cama muy grave por una enfermedad, pero le advierto: él es juez y si usted no lo sana, lo manda a la cárcel por embustero. El predicador se queda pensando un momento y dice: Bueno: ¡Mejor empecemos con otro más sanito! 

Resistencias humanas

 

   Dos buenos amigos, uno sacerdote y el otro un joven profesor, el cual tenía unos valores humanos extraordinarios. El profesor no iba a misa más que rara vez, a pesar de decir que era creyente. Un día el sacerdote le preguntó: ¿Por qué no vas a misa los domingos? A lo que el profesor respondió: padre, es que usted tiene una forma de explicar la homilía tan convincente, que por ahora no quiero cambiar mi vida… Y si voy a escucharlo, a lo mejor cambio.

 

El niño y el tendero: [Sordos ante el llamado a la conversión] Misa con niños

 

   Llega un niño corriendo a la tienda y le grita al vendedor: ¡Un helado por favor, un helado por favor! No me grites que no estoy sordo. ¿De qué galletas es que quieres?

 

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8 jul 2021, 8:44