En un estanque vivía una
colonia de ranas. Y el sapo más viejo se creía también el más grande y el más
fuerte de toda la especie. Cada mañana se posaba a la orilla del estanque y
comenzaba a hincharse para atraer la atención de sus vecinas y para presumir de
su tamaño y su fuerza. Un buen día se acercó un buey a beber; y el sapo, viendo
que éste era más grande que él, comenzó a inflarse, a inflarse, tratando de
igualarse al buey…. Y se infló tanto que reventó.
Moraleja: “Las ínfulas nos revientan, la sencillez nos eleva”
El alma de los humildes:
Un muchacho entró con paso firme
a la joyería y pidió que le mostraran el mejor anillo de compromiso que
tuviera, el joyero le presentó uno. La hermosa piedra solitaria brillaba como
un diminuto sol resplandeciente. El muchacho contempló el anillo y con una
sonrisa lo aprobó. Preguntó luego el precio y se dispuso a pagarlo ¿se va usted
a casar pronto? preguntó el joyero… No, respondió el muchacho…ni siquiera tengo
novia.
La sorpresa del joyero hizo que
el joven le dijera: es para mí mamá. Cuando yo iba a nacer estuvo sola. Alguien
le aconsejó que me matara antes de que naciera así se evitaría problemas, pero
ella se negó y me dio el don de la vida y tuvo muchos problemas. Fue padre y
madre para mí…fue amiga y hermana y fue mi maestra. Me hizo ser lo que
soy. Ahora que puedo le compro este
anillo de compromiso.
Ella nunca tuvo uno… yo se lo
doy como promesa de que, si ella hizo todo por mí, ahora yo haré todo por ella.
Quizás después entregue otro anillo de compromiso, pero será el segundo. El
joyero, con los ojos aguados, no dijo nada, solamente ordenó a su cajera que
hiciera al muchacho el descuento, aquel que se hacía nada más que a los
clientes importantes.
La
obediencia del perro.
Un monje sabio tenía un perro y de vez en
cuando, le probaba su obediencia. Colocaba un tentador trozo de carne en el
piso y daba esta orden: “¡Noo!”. El perro no hallaba qué hacer: obedecer o
desobedecer la orden de su amo. “El perro nunca miraba la carne. Parecía que
pensaba que si lo hacía, la tentación de desobedecer sería demasiado grande.
Así que miraba fijamente a la cara del monje”. El monje, entonces, sacó esta
bellísima enseñanza para todos: “Si
quieres ser dócil, manso y humilde debes mirar siempre el rostro de tu Maestro”.
Hacerse
pequeño [Para
misa de niños]
Una vez un grupo de hombres se perdieron en
la montaña y había solamente una fruta para alimentar a los tres. En esos
momentos se les apareció Dios y les preguntó qué se les ocurría para solucionar
el problema. El primero pidió más comida; el segundo pedía que la fruta
creciera para que alcanzara, y el tercero dijo “Señor Jesús: aunque tenemos hambre y somos orgullosos, haz que seamos
pequeños para que la fruta alcance para los tres”
El que se enaltece
será humillado…
Un joven abogado recién graduado rentó un
local para establecer su primera oficina decorándola muy elegante. Sentado en
su escritorio, y mientras admirada su oficina,
un hombre tocó a la puerta. El joven abogado, lleno de cánones y leyes
para deslumbrar, buscando impresionar a su primer cliente, hizo como que estaba
muy ocupado.
Entonces tomó el teléfono y en voz alta le
dijo a su cliente, que siguiera y que lo esperara un momento por favor, que
estaba muy ocupado. Luego comenzó a simular que estaba haciendo tremendo
negocio y en voz alta mencionaba negocios y compromisos con divisas
gigantescas. Finalmente, y después de un buen rato, colgó el teléfono y le
preguntó a su primer cliente: “¿en qué puedo ayudarlo?” …el hombre le contesto:
“¡Doctor… yo solo vengo a instalarle el teléfono!!!
¡La rana
pretensiosa!
Una rana se preguntaba
cómo podía alejarse del clima frío del invierno. Unos gansos le sugirieron que
emigrara con ellos. Pero el problema era que la rana no sabía volar. "Déjenmelo a mí" -dijo la rana-. "Tengo
un cerebro espléndido". Luego pidió a dos gansos que la ayudaran a recoger
una caña fuerte, cada uno sosteniéndola por un extremo. La rana pensaba
agarrarse a la caña sosteniéndose con su bocota. A su debido tiempo, los gansos
y la rana comenzaron su travesía.
Al poco rato pasaron por
una pequeña ciudad, y los habitantes de allí salieron para ver tal espectáculo.
Alguien preguntó: "¿A quién se le ocurrió tan brillante idea?" Esto
hizo que la rana se sintiera tan orgullosa, que abriendo su bocota exclamó:
"¡A mí!"…Y obvio: al abrir la boca, se soltó de la caña, cayó y
murió. MORALEJA: Es mejor ser sencillos para no morir de orgullo y vanidad.
La fábula del tonto y la
moneda
Se cuenta que, en una ciudad del interior,
un grupo de personas se divertían con el tontico del pueblo, un pobre hombre de
poca inteligencia, que se la pasaba haciendo pequeños favores y recibiendo
limosnas. Diariamente, algunos hombres llamaban al tontico al bar donde se
reunían y le ofrecían escoger entre dos monedas: una de tamaño grande de 50
centavos y otra de menor tamaño, pero de 1 peso.
Él siempre tomaba la más grande y menos
valiosa, lo que era motivo de risa para todos. Un día, alguien que observaba al
grupo divertirse con el inocente y humilde hombre, lo llamó aparte y le
preguntó si no se daba cuenta que la moneda de mayor tamaño valía menos, y éste
le respondió: – Lo sé señor, no soy tan tonto como me creen. Yo sé que vale la
mitad, pero el día que escoja la que vale más, el jueguito se acaba y no voy a
ganar más mi moneda.
Moraleja: El verdadero hombre inteligente es el que
aparenta ser tonto, delante de un tonto que aparenta ser inteligente.
El elefante y la hormiga: [Para
niños]
Un elefante pasaba todos
los días por encima de un hormiguero y lo destruía. Un día, las hormigas,
cansadas de reconstruir su hormiguero, decidieron hacer algo…Cuando el elefante
pasó por el hormiguero todas las hormigas se le lanzaron encima y comenzaron a
picarlo. El elefante sintió una pequeña molestia y se sacudió y todas las
hormigas cayeron de inmediato, menos una que se quedó prendida del cuello del
elefante. Entonces, todas las hormigas empezaron a gritarle: “¡Eso…Eso…!
¡Ahórcalo! ¡Ahórcalo!”
Pequeño y
muy avispado…pero poco humilde [Para misa con niños]
Una joven madre preparaba desayuno para sus
hijos, José y Carlitos. Mientras esperaban a que su mamá les sirviera, ellos
comenzaron a discutir por el primer plato. La madre aprovecho para darles una
enseñanza. Les dijo: “si Jesús estuviera aquí esperando su desayuno, Él diría:
deja que mi hermano reciba el primer plato”. Carlitos el menor de los dos, pero
el más avispado y listo, se voltea hacia José y le dice: “hoy te toca a ti ser Jesús”.
Desde niños…
chicaneros…[Para
niños]
Van dos niños caminando por
la calle y uno le dice al otro: Mi papá hizo una escalera que llega al sol. Y
el otro niño dice: ¿Si?, pues mi papá encendió un cigarro con el sol. El otro
le pregunta: ¿Y cómo lo hizo? Y responde el otro: Se subió en la escalera que
hizo tu papá.