“Las jarras de Dios” Un rey oriental llamó a sus tres hijos para someterlos a una prueba de su sabiduría. Colocó delante de ellos tres jarras selladas: una de oro, otra de ámbar y otra de barro. En una ellas se guardaban el tesoro más valioso de todos y cada uno de sus tres hijos tenía que decidir por sí mismo cuál era aquella que lo contenía. El primero, movido por la codicia, escogió la de oro. Pero al abrir el sello y mirar hacia dentro vio con asco que estaba llena de sangre. Entre el rojo de la sangre vio refulgir las palabras imperio, poder y ambición. El segundo escogió la de ámbar y al abrir el sello vio que estaba llena de ceniza. Entre la ceniza refulgían las palabras gloria, fama y éxito. El tercer hijo, desposeído de todo egoísmo, se conformó con la de barro. Al abrirla sólo vio escrito en el fondo la palabra: “Dios”. Los sabios de la corte declararon unánimemente que su jarra valía más que todas, porque el solo nombre de Dios lo encerraba todo.
Una tarde un pequeño se acercó a su madre, y le entregó una hoja de papel en la que había escrito algo… · Por cortar el pasto………….. $5.000 · Por limpiar mi cuarto…….…$3.000 · Por ir a comprar el pan….….$1.000 · Por cuidar a mis hermanos. $5.000 · Por sacar la basura…………...$1.000 · Por sacar buenas notas……..$5.000 Total de adeudos…….$20.000
La madre lo miró fijamente mientras él aguardaba lleno de expectativas, el pago.
· Entonces ella tomó el lapicero y al respaldo de la misma hoja escribió: Por cargarte nueve meses en mi barriga ………………… Nada · Por tantas noches de desvelos, cuidarte y orar por ti ……………. Nada · Por los problemas y el llanto que me has causado………………… Nada · Por comida, ropa y juguetes…………………………………………………Nada · Por el miedo y las preocupaciones que me esperan………………. Nada · Por bañarte y cuidarte ………………………………………………………. Nada Total a pagar:……… Nada
Cuando el niño terminó de leer lo que había escrito la madre, tenía los ojitos llenos de lágrimas. La miró a los ojos y le dijo: “Te quiero mucho, mamá”. Luego tomó el lapicero y escribió con letras grandes: …Totalmente pagado…
La estatua y el tesoro: [De la sabiduría oriental] Había una vez una estatua, a la salida de un pueblo, que señalaba con el índice de la mano derecha. Colgado del dedo había un cartel con la inscripción “Para obtener un tesoro, golpea en este sitio”. Su origen era desconocido, pero generaciones de hombres habían golpeado el índice de la estatua con martillos, palos y toda clase de objetos. Como estaba hecha de la piedra más dura, los golpes no le hacían mella y el significado del mensaje se mantenía oculto. Cierto día, un sabio, que permanecía absorto mirando la estatua, observó que exactamente al mediodía la sombra del dedo señalador, ignorada por siglos, marcaba un sitio en el zócalo al pie de la imagen. Colocó una pequeña piedra para recordar el lugar, consiguió un pico y una pala, y con mucho esfuerzo hizo saltar la losa. Esta resultó ser una compuerta en el techo de una caverna subterránea que ocultaba incontables tesoros. Pero como el sabio amaba más los conocimientos que la riqueza, volvió a dejar la losa en su lugar para que otra persona tuviera la oportunidad de descifrar el misterio que él había descubierto. Al que buen árbol se arrima […Colocar el corazón a la sombra de la sabiduría] Un mendigo pide limosna en la calle. Pasa un hombre bien vestido, y le da 100 dólares al mendigo. Y el mendigo piensa: “¡Guau! ¡Este si es un hombre verdadero! Debe ser negociante…” Al año siguiente, otra vez el hombre bien vestido encuentra al mismo mendigo en la calle – pero esta vez, solo le da 50 dólares. Y el mendigo piensa: “Bueno… no es negociante, pero es un hombre que merece respeto”. Pasa un año más, y el hombre bien vestido pasa frente al mendigo sin darle nada. El mendigo siente indignación. Se levanta, corre tras el hombre bien vestido, lo toma del abrigo, y a gritos le pide una explicación. El hombre, muy pacientemente, le explica: “Mire Ud, hace dos años yo era un hombre soltero, y podía hacer con mi dinero lo que quería. Hace un año, me casé y tengo responsabilidades con mi esposa. Y ahora tengo un hijo que mantener – por lo tanto, discúlpeme, Señor, no le puedo dar nada”. Y el mendigo le grita: “Ah…qué bonito ¡ - Con que manteniendo su familia con mi dinero, no?!!! El premio mayor [Saber negociar por el Reino de Dios]
Una señora, 15 días antes del sorteo de la lotería de navidad, está en la iglesia diciéndole a Dios: - Mira señor: Tú me tienes que ayudar. Tienes que hacer que gane el premio mayor de la Lotería, y completo. Ese año, llega el sorteo y no le toca nada. Al año siguiente, lo mismo. Y al siguiente… y al siguiente… y al siguiente. Así que a Dios se le aparece a la señora con un trueno y una luz muy grande, diciéndole: - Hija mía. Yo quiero ayudarte. ¡Pero por lo menos, compre el boleto…! Aquí no está el tesoro: Un hombre encuentra un tesoro y como sabe que su vecino lo está viendo lo esconde en el mismo sitio donde lo encontró y para despistarlo, escribe un letrero que dice: “aquí no está el tesoro” y se va a su casa. El vecino se dirige al sitio, saca el tesoro y escribe otro letrero que dice: es verdad aquí no hay ningún tesoro…Y Se lo llevó… ¿Y todo por descansar?:
Estaba un grupo de
turistas gringos recorriendo los campos; en eso uno de ellos ve a un campesino
tirado a la sombra de un árbol descansando. El gringo se le acerca y le busca
conversación: Hola amigo, ¿Cómo estar tú? Muy bien jefe, aquí descansando.
Dígame, por qué usted no trabajar más por sus tierras. ¿Y para qué? Para tener
grandes cosechas y vender más. ¿Y para qué? Así tú poder ganar más dinero y
comprar ganado. ¿Y para qué? Soñando despiertos
Juega el baloto con el premio más alto de todos los tiempos. Jacinto entra a un bar donde todos están expectantes para ver el gran sorteo. Jacinto comenta en voz alta, mientras saca de su bolsillo un papel con unos números escritos, que salga el 02 que es el cumpleaños de mi hija – Dios mío que salga, y todos incrédulos comentan: atenido que si va caer.
En ese instante dicen en la televisión 02, y todos guau. – Jacinto sigue: Diosito que caiga el 20 que es el cumpleaños de yo. Y otra vez acierta y así ya lleva 5 aciertos, y todos están asombrados. Jacinto vuelve a decir señor que caiga el 42 que ese número es mucho gustarme. – Y en la televisión anuncian que el último número es el 42. Y todos en el bar comienzan a saltar de alegría por Jacinto y le preguntan ¿bueno y ahora que va a hacer con tanta plata?, Y Jacinto responde: Nooo…Hasta ahora estoy practicando ¡pa’cuando la compre!. El tesoro. Tres viajeros encontraron, una vez, un tesoro. Después sintieron hambre, y uno de los tres fue a comprar comida. Por el camino, pensó: “¿por qué no envenenar sus comidas? - comerán y morirán y me quedaré con todo el tesoro”. Entretanto, sus compañeros decidieron también matarlo y dividir entre ellos su parte. ¡Cuando volvió, lo asesinaron, los otros dos comieron la comida envenenada y también murieron, y el tesoro no fue de nadie…! Escena en tres actos: [En Misa para niños]
Se abre el telón y se ve un arbusto de té solo en una isla. Se abre otra vez y se ve el mismo arbusto de té en la misma isla, solo. Se vuelve a abrir de nuevo y se ve el mismo arbusto de té en la misma isla, solo. ¿Cómo se llama la película? La isla del “tesolo”. |