Anciano sabio y orante Eran las dos de la tarde... y entre el ruido, el calor, el gentío inquieto, y el vaivén del tren surcando los rieles de la Francia, un joven se percató de un "pasajero especial": Allí, sin compañero de asiento, miró a un anciano que sostenía en su mano izquierda un librito de devociones y en la derecha un santo rosario. El joven, un tanto molesto, se sentó al lado del anciano, y le increpó: - Señor, ¿Usted cree en eso? Luego, en tono de reproche continuó: - ¿Qué ganamos con rezarle a Dios, a María, a los santos? No pierda su tiempo, amigo. Sólo tenemos esta vida y hay que aprovecharla. No malgaste su existencia leyendo tonterías. Si usted me lo permite, quisiera sugerirle algunos buenos libros que le ayuden a conocer mejor el mundo y sus leyes. La ciencia, en verdad, es más certera que la fe, y nos conviene usar más la razón que refugiarnos en los “misterios”. El anciano contestó gentilmente: - Muchas gracias, jovencito, aquí tiene mi tarjeta. Si usted gusta, puedo recibirle en mi casa los libros de los que me habla; quizá ya habré leído alguno de ellos. ¿Sabe? También soy aficionado a la ciencia. Aquel joven, al recibir la tarjeta y al leer el nombre del anciano, lleno de vergüenza, le dijo: - ¡Le suplico me perdone! ¿De verdad es usted Louis Pasteur? El sabio y su hijo: [Para misa con niños] Una vez un papá sabio le dijo a su hijo: - Pídeme lo que quieras y te lo daré. El niño muy emocionado, pues conocía la generosidad de su padre, le contestó: - Te lo agradezco de todo corazón. ¿Puedes darme tiempo hasta mañana, para pensarlo? - Muy bien - dijo su padre - Hasta mañana. Al día siguiente, el hijo fue a ver a su padre y le pidió un burrito. – Ah no – le contestó el papá – no tendrás el burrito. - ¡Pero me habías prometido darme lo que quisiera! - ¿Acaso, no he mantenido mi palabra? ¡Ayer, tú me pediste tiempo, y yo te lo di hasta hoy! La oración por excelencia: [El N.T supera al A.T] Estando Juan XXIII, de nuncio en Paris, se encontró con el Rabino principal de Francia, -que también era grande y fornido-, ante la puerta de un ascensor estrecho, en el que no podían caber ambos. “Después de usted”-le dijo cortésmente el Rabino. – “De ninguna manera -le contestó el Cardenal Roncalli- ¡Por favor, usted primero!”. Siguió el forcejeo de cortesías, hasta que el Cardenal Roncalli, con cierto humor y con la mejor de sus sonrisas bonachonas, le dijo: Señor Rabino, “Es necesario que suba usted antes que yo, ya que siempre va delante el Antiguo Testamento, y luego, el nuevo testamento. Pedid y se os dará… En un pequeño pueblo, el pastor de una iglesia estaba orando por algunas peticiones. En eso se levanta un hermano y le dice: “Hermano pastor, por favor oren por mi negocio, para que el Señor envíe bastantes clientes, pues estoy a punto de quebrar.” El pastor habló a toda la congregación y les dijo: “Dios escucha a los que le claman”, pónganse de pie y hagamos una oración que llegue al cielo para que Dios envíe muchos clientes al negocio de este hermano. Y antes de comenzar a orar, el pastor pregunta: “Hermano, y usted, ¿qué negocio tiene?”, y el hermano le contesta: ¡Hermano Pastor…Yo tengo una funeraria! El favor completo Un hombre de condición humilde había perdido su herramienta de trabajo y pedía a los cielos el poder recuperarla, encomendándose a su santo particular. — “Si haces que la encuentre, prometo que entregaré tres monedas de oro en la ofrenda”, —decía entre sollozos. Al cabo de un rato, encontró lo perdido y exclamó: — Oh, poderoso Señor, tú que has logrado que encuentre mi herramienta, por favor, haz que encuentre ahora tres monedas de oro. No pedir lo imposible: [Para misa con niños] Un piadoso niño, a quien la mamita le enseñó que todas las noches debía orar a Dios, fue a su habitación y antes de acostarse, se puso de rodillas ante un crucifijo, y oraba insistentemente diciendo: Dios mío…por favor te pido, que la capital de Italia sea Paris…. Que la capital de Italia sea Paris…La mamita, que estaba junto a la puerta, escuchó la insistente súplica, entró y le preguntó que porqué le pedía eso a Dios, si Paris no es la capital de Italia. – Y el niño le respondió: ¡es que eso fue lo que contesté en el examen! ¿Qué tanto le pedimos a Dios? [Misa con niños] Jairo, un señor muy pudiente, está rezando en la iglesia, pidiendo al Señor que le vaya bien en sus negocios y empresas. De pronto llega un hombre muy pobre y comienza a rezar en voz alta: “Señor, dame 10.000 pesitos para poder almorzar”, y repetía y repetía: “Señor, dame 10.000 pesitos para poder almorzar” Entonces – Jairo – sacó de su bolsillo 10.000 pesos y se los dio diciéndole: “Tome los 10.000, y no me distraiga a Dios con pequeñeces” Orar con insistencia [Misa con niños] Primer Acto: Sale un pollito rezando. Segundo Acto: Sale, otra vez, el pollito rezando.
Tercer Acto: Vuelve a salir el pollito rezando. – ¿Título de la obra? – A Dios “Le Pio”. |