Lecciones de Vida para Crecer en la Fe, 18° Domingo Tiempo Ordinario, 31 de Julio 2022, Ciclo C

publicado a la‎(s)‎ 1 ago 2022, 17:00 por Diseño Web Santa Ana Centro Chía   [ actualizado el 1 ago 2022, 17:00 ]

Sabiduría Socrática:

   Cuenta una leyenda que, en una ocasión, el famoso general griego, Alcibíades, le dijo a Sócrates, con gran orgullo, cuántas haciendas y tierras tenía. Sócrates sacó un mapa: “Muéstrame -le dijo- ¿dónde está Asia y Europa?”. Alcibíades le señaló la enorme extensión de territorio. “Bien, y ahora, ¿dónde está Grecia?”. Y también se la mostró. “Y, ¿dónde está el Ática?”. Era casi un puntico. “Bien, y ahora ‑dijo Sócrates‑ enséñame, ¿dónde está tu gran hacienda y tus terrenos?”. Alcibíades ya no pudo encontrarlos. Y Sócrates afirmó: ¡Qué insignificantes son las cosas humanas! 

Alejandro Magno [Cuando uno muere, deja hasta el último centavo…”] 

   Se cuenta de Alejandro Magno, aquel grandísimo general que conquistó casi todo el mundo que, al morir y verlo en el féretro, alguien comentó: “Ahí, entre esas tablas, está Alejandro el grande, el que ayer no cabía en el mundo entero”. 

El valor del dinero

   Con el dinero se puede comprar: lujos, pero no felicidad; diversión, pero no gozo; comida, pero no apetito; medicina, pero no salud; libros, pero no sabiduría; aduladores, pero no amigos; una casa, pero no un hogar; una cama, pero no descanso; una tumba, pero no el cielo.

Feliz pero triste

   Iba un hombre caminando por el desierto cuando oyó una voz que le dijo: “Levanta unas piedritas, mételas a tu bolsillo y mañana te sentirás a la vez triste y contento”. El hombre así lo hizo. A la mañana siguiente, vio que las piedritas se habían convertido en diamantes, rubíes y esmeraldas. Y se sintió feliz por haber recogido las piedritas, pero triste, por no haber recogido más. 

La bolsa de oro 

   Un mendigo encontró una bolsa de cuero que alguien había perdido en el mercado. Al abrirla, descubrió que contenía cien monedas de oro. Inmediatamente se escuchó el grito de un comerciante: — ¡Hay una recompensa para quien encuentre mi bolsa! - Como el mendigo era un hombre honrado, se acercó y le entregó la bolsa diciendo: — Aquí está. ¿Me puede dar la recompensa? — ¿Recompensa? — se burló el comerciante, contando con avidez las monedas de oro. 

   Luego afirmó: — Cuando la perdí, había doscientas monedas de oro en ella. Ya me robaste más de lo que te hubiera dado. Desaparece o se lo diré a la policía. — Soy un hombre honesto —protestó el mendigo—. Llevemos este asunto ante el juez.  Ya en la corte, el juez escuchó pacientemente ambas versiones de la historia y dijo: — Creo que es posible brindar justicia a los dos. Señor comerciante, usted dijo que su bolsa contenía doscientas monedas de oro. Sin embargo, la que este mendigo encontró sólo contenía cien. Por lo tanto, no puede ser la suya. Dicho esto, el juez le dio la bolsa con el oro al mendigo honrado. 

¿Herencias o legado? 

   Jacinto llega a la notaría para recibir la herencia de su anciano padre, recientemente fallecido. El notario le hace esperar más de media hora, y al fin lo recibe: - ¿Viene usted por la herencia de su papá? - Sí, señor. - ¿Llevaba mucho tiempo esperando? ¡Uy…Si…Más de veinte años!

Tener mucha “lana” [Para misa con niños]:

   Cierto día, un Mejicano encontró una botella, y al destaparla apareció un genio. Este le dijo: Te concederé solamente un deseo, piénselo bien. Muy bien dijo el hombre, y después de pensarlo muy bien, dijo: mi deseo es tener mucha lana (o sea mucho dinero). – Concedido -dijo el genio- y lo convirtió en oveja.

El cauchito roj 

   Jaimito sube a tras milenio en plena hora pico, y de repente comienza a preguntar en voz alta: ¿alguien ha perdido un fajo de billetes de 50.000, envueltos en un cauchito rojo? – Y todos, incluyendo al conductor, levantan la mano diciendo: “Si, sí, es mío”. Y Jaimito responde: ¡Qué bueno, es que aquí tengo el cauchito rojo …! 

Lo difícil para Mafalda: 

   Mafalda piensa lo difícil que es olvidar un gran amor, y luego dice: No, ¡Que va! Difícil es andar sin plata. Dios mío… Dame fuerza y paciencia, o sino, dame un millón de dólares y yo me las arreglo como sea…. 

Las dos monedas. [Eucaristía con niños] 

   Un papá le dio a su niña 2 monedas de 2 Euros; una para darla en la ofrenda en la misa, para Dios. Otra, para que se comiera un helado al salir de la Eucaristía. La niña venía jugando con una las monedas, y como frente a la capilla hay una alcantarilla, se le cayó una y la perdió. La niña, triste, mirando al cielo, dijo: “Dios mío, lo siento, se perdieron tus 2 euros”. 

Enseñando la avaricia 

   En una piñata, la mamá le dice al niño: “Usted no va a ser bobo de decir que ya le dieron… Reciba”.

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1 ago 2022, 17:00