Una señora muy pobre telefoneó a un programa
cristiano de radio pidiendo ayuda. Un brujo que oía el programa consiguió su
dirección, llamó a sus secretarios y ordenó que compraran alimentos y los
llevaran a la mujer, con la siguiente instrucción: “Cuando ella pregunte quién
mandó ese mercado, respondan que fue el Diablo”.
Cuando llegaron a la casa, la mujer los
recibió con alegría y fue inmediatamente guardando los alimentos que le
llevaron los secretarios del brujo. Al ver que ella no preguntaba nada, ellos
le preguntaron: - ¿Señora no quiere saber quién le envió estos alimentos? La
mujer, con un rostro dulce, y en la simplicidad de su fe, respondió: - “No, mi
hijo. No es preciso. “Cuando Dios manda, ¡hasta el diablo le obedece!”
Muchos caen sin querer…Y otros planean caer.
Le dice el papá a su hijito: no te bañes en
el rio. –De acuerdo, contesta el hijo. Pero aquella misma tarde el hijo volvió
a la casa con el traje de baño mojado. - ¿Dónde has estado? Preguntó el papá. –
Bañándome en el rio, contestó el hijo. ¿No te dije que no te bañaras en el rio?
Le preguntó el papá. –Sí, es cierto - ¿Entonces, ¿Por qué lo hiciste? – Porque
llevaba puesto el traje de baño y no resistí la tentación. –¿Y por qué llevabas
puesto el traje de baño? –Por si caso me
daba la tentación de bañarme…!
Hay que celebrarlo:
Un joven, desde muy temprano empezó a tomar
licor hasta convertirse en alcohólico. Una y otra vez se había propuesto dejar
de tomar, pero caía nuevamente. Lo que ocurría era que en amino a su trabajo
había un bar, y eso era una verdadera tentación y aunque no quisiera, terminada
tomando. Un día se le ocurrió la genial idea de cambiar de ruta para el trabajo,
para evadir el bar. Y lo logró.
Pero cuando cumplió un año sin tomar, se
dijo: “Ahora ya puedo pasar frente al bar sin problema. Cuando iba cerca sintió
el terrible deseo de tomar y decidió mejor dar un gran salto por encima del bar
y seguir derecho. Así lo hizo y cuando se dio cuenta de su gran salto, que ni
él se lo creía cómo había superado el peligro de volver a tomar, se dijo: “esto
sí hay que celebrarlo” – Y entró a echarse unos traguitos.
Diablillos
novatos:
Un grupo de diablillos novatos, trataban de
hacer caer en pecado a un monje, pero no podían, entonces, el demonio mayor les
dijo: “déjenmelo a mí, y observen cómo lo hago”. Se acercó al santo ermitaño y
le dijo al oído: ¿sabes la última noticia? A tu hermano lo acaban nombrar
Obispo. Cuando lo oyó, el monje sintió una gran envidia que se reflejó en el
rostro. Ahí pecó por la envidia…y el demonio se fue feliz.
Reunión de
sacerdotes:
Tres sacerdotes se reunieron para contarse
cuál era su mayor tentación. El primer sacerdote dijo, “Me da pena decirlo, pero mi mayor tentación, son “los juegos de azar”.
Algunos sábados, en vez de preparar bien mi homilía, me voy al casino. El
segundo dijo: “Mi tentación es aún peor
porque es el trago” – hasta una vez usé el vino de consagrar. El tercer
sacerdote que estaba callado, dijo: “Yo
no quisiera decirlo, pero mi tentación es la peor de todas. Es el chisme” –
y si ustedes me disculpan, voy a llamar al Sr. Obispo”.
Venciendo la
tentación:
Un joven con pocos meses de convertido y muy
activo en la iglesia, cierta vez lo ve el sacerdote parado en la puerta de una
discoteca, y le dijo: Jaimito, pero ¿qué haces ahí? – El joven le responde –
aquí padre, venciendo la tentación. El fin de semana siguiente de nuevo el
padre ve al joven parado en otra discoteca, y repite la pregunta: - Jaime ¿qué
haces ahí? – Jaime respondió: aquí padre venciendo la tentación. El fin de
semana siguiente, el padre vuelve a ver a Jaimito, pero esta vez borracho y con
una botella en la mano, y le dice: - por Dios Jaimito ¿qué haces? – Y Jaimito
respondió – aquí padre, vencido por la tentación.
Cuidado con la tentación de la carne
Estaba un domingo predicando el pastor: - Hermanos, siempre debemos
cuidarnos de la tentación de la carne. – Pero pastor, - dijo una
viejita sentada en la primera fila. – es que las pastas engordan mucho. –
No, no hermana, yo estoy hablando del pecado. – respondió el pastor. –
Ah Bueno – dijo la viejita…Si es pescado sí, porque ese no engorda…
El loquito y el bombillo. [Para
misa con niños]
En un manicomio, un loquito decía que era
Dios y, siempre que entraba al comedor, decía: “hágase la luz”- Y encendía el
interruptor. Y así, todos los días: “hágase la luz” - Y encendía el
interruptor. Los que lo cuidaban, ya cansados de lo mismo, decidieron hacerle
una broma aflojando el bombillo. Lo llamaron y le pidieron que, si era Dios,
hiciera la luz - El loquito se acerca al interruptor y cuando lo va a encender,
se detiene, piensa unos instantes, los mira a todos y les dice: “No tentarás
al Señor tu Dios”!!!