¡Jesús, tan cerca… Y a muchos
incomoda!: ¡…Tan cerca, que hasta lo puedo tocar!
En un vuelo trasatlántico de la línea Aérea
British Airways, tuvo lugar el siguiente suceso: A una dama distinguida la
sentaron en el avión al lado de un hombre de raza negra. La mujer pidió a la
azafata que la cambiara de sitio, porque no podía sentarse al lado de una
persona, que, según ella, era “desagradable”. La azafata argumentó que el vuelo
estaba muy lleno, pero que iría a revisar a primera clase a ver si había algún
puesto libre. Los demás pasajeros observaban enojados la escena.
La distinguida señora se sentía feliz y
hasta triunfadora porque la iban a quitar de ese sitio y ya no estaría cerca
del viajero de color. Minutos más tarde regresó la azafata y le informó a la
señora: “Disculpe, distinguida señora, efectivamente todo el vuelo está lleno,
pero afortunadamente encontré un lugar vacío en primera clase. Sin embargo, para
hacer este tipo de cambios le tuve que pedir autorización al capitán. Él me
indicó que “no se podía obligar a nadie a viajar al lado de una persona
desagradable”.
La señora con cara de triunfo, intentó salir
de su asiento, pero la azafata en ese momento se da vuelta y le dice al hombre
de raza negra: “Señor, ¿sería usted tan
amable de acompañarme a su nuevo asiento?” Todos los pasajeros del avión se
pararon y aplaudieron a la azafata. Ese año, la azafata y el capitán fueron
premiados por esa actitud.
La
tintorería. [Creer si, pero que
no nos complique ni implique con el Señor]
Un hombre humilde y sabio atendía su
tintorería, entró un cliente y le dijo:
—¿Podrías teñirme este vestido? —
¿De qué color lo quieres? — Algo
sencillo, pero que no sea ni rojo, ni verde, ni blanco, ni negro, ni amarillo,
ni lila. Es decir, de ningún color conocido, de resto, nada especial. ¿Me lo
puedes hacer? —¡Claro que sí, hombre!
Pasa a recogerlo cuando quieras, pero que no sea ni lunes, ni martes, ni
miércoles, ni jueves y menos viernes. ¡Ah! Y el sábado y el domingo estará
cerrado.
Cristianos light… ¿De qué sirve decir: Tú eres el Mesías, si no me implico en
él?
Un joven llamó al párroco para
decirle que quería hacerse miembro de la parroquia. Pero que no tenía intención
de ir a misa todos los domingos, ni asistir a las clases de Biblia, ni visitar
a los enfermos, ni colaborar con las obras de la parroquia. El párroco lo felicitó por su deseo de pertenecer a la iglesia, pero le
dijo que la iglesia que buscaba se encontraba a las afueras de la ciudad.
El joven anotó la dirección y
fue feliz a buscar la iglesia que quería. Cuando llegó a la
dirección que el párroco le había dado, encontró una iglesia abandonada y en
ruinas. El joven se quedó perplejo,
reflexionó y comprendió que sin la abnegación, el sacrificio y la entrega, todo
se derrumba; que un cristiano mediocre, lleva la Iglesia a la ruina.
Con alegría
y júbilo:
El esposo regresa de misa, entra a la casa
corriendo y se dirige a la esposa. Con una gran sonrisa la abraza, la levanta
tiernamente en sus brazos y danza con ella en el aire, alrededor de los muebles
de la casa. - ¿Pero, que es lo que dijo
el padre en el sermón?, le pregunta al esposo. ¿Acaso dijo que los esposos tenían que ser más cariñosos con sus
esposas? – No… contesta el esposo. - ¡El padre lo que dijo era que teníamos
que cargar nuestra cruz con alegría y
júbilo!
La mujer
perfecta [Seguir al Señor
con la cruz y las imperfecciones]
Un sabio conversaba con un amigo, el cual le
preguntó: — Entonces, ¿nunca pensaste en casarte? — Sí pensé — respondió el
sabio —. En mi juventud resolví buscar a la mujer perfecta. Crucé el desierto,
llegué a Damasco y conocí a una mujer muy espiritual y linda; pero ella no
sabía nada de las cosas de este mundo.
Continué viajando y fui a Isfahan; allí
encontré a una mujer que conocía el reino de la materia y el del espíritu, pero
no era bonita. Entonces resolví ir hasta el Cairo, donde cené en la casa de una
hermosa mujer, religiosa y conocedora de la realidad material. — ¿Y por qué no
te casaste con ella? — ¡Ah, mi querido amigo! Lamentablemente, ella también
quería un hombre perfecto.
Volteretas saludables: [El Hijo del
Hombre tiene que sufrir mucho]
Un señor que trabajaba como
acróbata y malabarista en un circo, se fue a confesar. Cuando le llegó su
turno, el sacerdote lo saludó muy cordialmente, y le preguntó: ¿En que
trabajas? – Y el señor le dijo: -Soy acróbata y malabarista en un circo. – El
padre le dijo: No sé qué es eso, ¿podrías hacerme una demostración? – Y el
señor, frente al confesionario, se puso a hacer unas maromas, volteretas y
saltos mortales.
Unas señoras que estaban en la fila,
esperando para confesarse lo vieron y, asombradas, una le dice a la otra: Con estas penitencias que ponen ahora,
¿quién se va a confesar? ¡Y nosotras que no trajimos pantalón!
“Jesús es
mi Salvador”: La respuesta perfecta: [Misa con
niños]
Un niño de 10 años, -que no era muy buen estudiante-, estaba a punto de ingresar a los
exámenes de fin de año. Otro niño lo notó que estaba muy nervioso y le
preguntó: “Qué, ¿te preocupan las preguntas?” A lo que el niño le respondió: “No. Lo que me preocupan son las
respuestas”.
¿Ser cristiano, por un día? [Para misas con niños]
Un niño de 5 años va a su primer
día de clase a la escuela, con mucha pereza. Al regreso, sus padres le
preguntan: ¿Cómo te fue? Y él respondió: “mal porque me toca ir mañana”.