¿Cuál es el número más importante? Un día estaban reunidos los números del 0 al 9 y se pusieron a discutir cuál de ellos era el más importante. El 1 dijo: “si ustedes se fijan, todas las personas en la escuela, en la política, en el deporte, en sus trabajos aspiran a ser el número 1, el “number one”. El 2 tomó la palabra y le dijo al 1: tú vives siempre solo. Para que las personas sean felices deben estar al menos 2”. “No se engañen –expresó el número 3-, la Santísima Trinidad son 3, los Reyes Magos eran 3, y los colores primarios son 3”. El 4 con voz armónica añadió: “Eso es verdad, pero ¿ustedes han escuchado lo lindo que se escucha un cuarteto de cuerda tocando una pieza de Mozart?”. El 5, quitando la palabra al número 4, argumentó: “¿Cuántos dedos tiene una mano?: 5 ¿Cuántos dedos tiene un pie?: 5 ¿Cuántos sentidos tienen las personas?: 5. No necesito decir nada más”. “Soy el único número –dijo el 6– que simboliza la verdad, la justicia y el amor”. El número 7, con arrogancia, puntualizó: “los días de la semana son 7, en la Biblia el número perfecto es el 7, y las maravillas del mundo son 7”. El 8 dijo con alegría: “ya, pero yo soy el único número que está en dos de los alimentos que más felices hacen a los colombianos: sancocho y bizcocho” El número 9, aburrido de escuchar a sus compañeros, apuntó: “No anden inventando, cuando la gente se prepara para la fiesta patronal hace una novena y cuando alguien se muere hace los 9 días para que vaya al cielo”. El 0 que estaba delante, a la izquierda de todos los demás números, dijo: “Está claro, yo soy el menos importante. Soy un cero a la izquierda. Significo nada y vacío”. Einstein, que había escuchado el diálogo de los números, expresó: “Número 0, ponte al final de todos los números, a la derecha, y verás que tu presencia hace que todos los demás números multipliquen su valor por 10, por 100 o por 1000. Porque el valor de los números, como el de las personas, no depende de sí mismos sino del lugar en donde se ponen”. El olivo y la caña: [La primacía de lo débil y lo humilde] Esopo, el conocido fabulista griego, cuenta que una caña y un olivo disputaban sobre sus respectivas fuerzas. El olivo con arrogancia le dijo a la caña: – «Hablas de resistir y de poder, cuando el más débil soplo de viento te bambolea y humilla. Aprende de mí, que ni siquiera muevo mis ramas cuando tú te doblegas.» – La pobre caña se calló y se armó de paciencia hasta que viniese el huracán más próximo. En efecto, llegado el huracán, la caña se dobló como antes, mientras el olivo cayó por tierra. – Y la caña replicó: «¿Qué es lo mejor ahora: ¿ceder o resistir?»
El rico y la flor: [Sólo ambición y poca humildad]
Un señor muy acomodado conoció a una joven muy linda, pero con muy poca cultura. Él se enamoró de ella y para demostrarle su gran amor, le dijo a la humilde joven: - “Ala mi amor, pídeme lo que quieras, que sea lo que sea, yo te lo daré”. Ella dijo: - Dame una flor. El rico enamorado, se conmovió y pensando le dijo: ¡Qué ternura!, ¡Cuánta humildad! ¡Nada de pretenciosa! - ¡por eso me tienes tan enamorado! – Y le pregunta a la joven: - ¿Sólo eso? ¿Y qué flor quieres? ¿Una rosa o un clavel? Y la muchacha le contesta: - No, lo que yo quiero es una Flor Explorer 4 x 4 último modelo. Sacerdotes incógnitos: [Jesús pasó de incógnito. ¿Cómo vamos por la vida?] Dos sacerdotes, que estaban de vacaciones en Hawái, deciden vestirse como turistas para pasar de incógnitos. Compran camisas floreadas y sandalias y se van a tomar el sol a la playa; en eso, una rubia despampanante pasa junto a ellos y los saluda: "Buenas tardes, padres". Los sacerdotes se quedan atónitos y, antes de volver al hotel, deciden comprarse un atuendo más deportivo: Pantalones de surfista, playera con estampados y gafas obscuras. Al día siguiente, vuelven a la playa y ven a la misma rubia, muy llamativa, y otra vez los saluda: "Buenos días, padres, y se alejó. Uno de los padres no pudo evitarlo y dijo: - "Un momento, señorita" - "¿Si, Padre?" - "Ciertamente somos sacerdotes, y estamos orgullosos de serlo, pero debo saber: ¿Cómo es posible que usted sepa que somos sacerdotes, vestidos como estamos?" Ella replicó: yo soy la hermana Mercedes, la del convento, y también ando de incógnita. Buscando al “hombre virtuoso”
En los Estados Unidos se realizó un concurso para saber cuál era el hombre más virtuoso. Un día, los encargados del concurso recibieron esta carta:
“Soy un hombre que hace quince años no entro en una cantina. Desde hace quince años no voy a un baile (aunque me dan muchas ganas), no he pisado un teatro en este largo tiempo, por más que deseo mucho ir al cine. Y en estos quince años nunca me he emborrachado”.
Los jueces del concurso iban a declararlo como, “El mejor hombre de la nación”, pero encontraron una nota en la carta que decía: “Dentro de cinco años saldré de la cárcel”.
Pregunta fundamental: [De qué discutíais por el camino?] Un argentino le dice a su amigo: “El truco esta en ser humilde, aunque tu sepas que eres lo mejor que hay en el universo”. Hijo pretensioso: Un hijo adolescente dice a su padre: ‒ “Papá, cuando yo sea grande quisiera ser como tú”. Y el papá, orgulloso, y un tanto vanidoso porque su hijo lo quería imitar, le dijo: me parece me bien hijo…Pero dime: y ¿para qué quieres parecerte a mí? – Y el hijo le respondió: “Para tener un hijo como yo”. Papá pretensioso:
Papa: ¿qué se siente tener un hijo tan inteligente, tan buen deportista, con tantas cualidades, tan bondadoso y tan capaz? – Y el papá le contesta: ¡No sé hijo, pregúntale a tu abuelo!
La medalla a la humildad: [Misa con niños]
En una escuela, un niño se ganó la medalla a la humildad. Al día siguiente se la quitaron… ¡Porque la llevaba puesta!
Competencia de redes sociales: [Misa con niños] En una reunión de redes sociales: Facebook dice: Yo los conozco a todos. Google dice: Yo lo sé todo. Internet dice: Sin mí no son nada - Y entonces dice la Luz: “Yo…mejor me voy…” |