Orar, dando gracias [El que agradecido atrae, el desagradecido espanta] Una madre solía orar en las noches con su hijita de seis años antes de acostarla. Una noche la madre le dijo: – Hoy vamos a pedir a Dios un poco más, para que sane a la tía Marta. Oraron por la tía Marta cada noche, durante un par de semanas. Después, la madre no dijo nada y dejaron de pedir. A la tercera o cuarta noche sin hacerlo, la niña preguntó: – Mamá, ¿por qué no oramos por la tía Marta? – ¡Es que Diosito ya la curó! – Y si Diosito la mejoró, -replicó la niña- ¿Por qué no le hemos dado las gracias? El mono y el coco. [El agradecido, siempre recibe más regalos] Un hombre estaba debajo de una palmera. En eso, un mono le tiró desde arriba un coco sobre la cabeza. Primero, el hombre se quedó sorprendido, sin moverse. Entonces, se agarra la cabeza por el dolor. Después dirige su mirada al coco que está delante de él, se sonríe, mira hacia arriba y le dice al mono: “Muchas gracias”. Parte el coco, bebe su contenido, se come el coco y, de la cáscara fabrica dos pequeñas totumas para tomar agua. ¿Y la gorra?
Érase una vez un niño que, en el muelle del puerto, iba jugando con su gorra y, en un descuido, se cayó al mar. Un marinero experto, que vio la escena, sin pensar en el peligro, se lanzó al agua, buceó para encontrar al niño y finalmente, agotado, lo sacó del agua. Dos días más tarde la madre vino con el niño al muelle buscando al marinero. Cuando lo encontró le preguntó: “¿Es usted el que se lanzó al agua, poniendo en riesgo su vida, para rescatar a mi hijo? –“Sí señora, yo soy”, respondió el marinero. – La madre del niño le dijo: “¿…Y la gorra del niño - ¿dónde está? Peluquero generoso Un día, un florista, un panadero y un campesino, fueron al peluquero a cortarse el pelo. Luego del corte, cada uno pidió la cuenta y el peluquero le contestó a cada uno: - Esta semana estoy haciendo un servicio comunitario. No puedo aceptar dinero. Todos quedaron tan agradecidos y se despidieron. A la mañana siguiente, cuando el peluquero abrió el negocio, en la puerta había una nota de agradecimiento de cada uno y, además, una docena de rosas, una docena de pasteles y gran canasto de frutas. Un día después, un político fue a cortarse el pelo y, cuando fue a pagar, el peluquero nuevamente dijo: - No puedo aceptar dinero. Esta semana estoy haciendo un servicio comunitario. El político salió muy contento. Y al día siguiente cuando el peluquero abrió el local, en la puerta había doce políticos haciendo cola para cortarse el pelo gratis. Moraleja: hay personas que agradecen; otras, no solo exigen, sino que no dan gracias y quieren más. Atentamente, el peluquero. ¡Un espacio, por favor! [Dar gracias en o cotidiano]
José está en el centro de la ciudad dando vueltas y más vueltas en un intento desesperado por estacionar su carro, pero no encuentra sitio. Desesperado, levanta la vista al cielo y dice: “Señor, si me das un espacio para parquear en cinco minutos, te prometo orar más a menudo, ayunar 4 días a la semana, asistir a todos los domingos a la Eucaristía y hacer obras de caridad”.
Entonces, de forma milagrosa, queda libre un puesto justo delante de su carro. José, emocionado, mira al cielo y dice: ¡Señor, no te molestes; ya encontré sitio! ¿El Zorro? - ¿Sabemos a quién damos gracias? [Para niños] Cierto día, Venancio va por una calle oscura con su amigo Manolo. De repente salen tres hombres de la oscuridad. Manolo sale corriendo y queda Venancio solo y desamparado ante los ladrones. Cuando están por pegarle y robarlo, aparece un hombre a caballo, vestido de negro, con antifaz negro, sombrero negro, capa negra, con una Z dibujada en la espalda, una Z dibujada en el sombrero, una Z en el pecho y una Z en la montura del caballo. Baja del caballo, los castiga con su espada y les dibuja una Z en el tarje de cada uno, y salen huyendo. Venancio, agradecido, se tira a sus pies y dice: ¡Gracias ZUPERMAN! Agradecer por la comida [Para niños]
El niño Miguelito, invita a su amigo Jaimito a la casa a hacer una tarea. La mamá de Miguelito los invita a cenar. Se sentaron a la mesa, y Miguelito le pregunta a Jaimito: “¿Oye, en tu casa, tu rezas antes de comer?” Y Jaimito responde: – “No, mi mamá cocina bien.” |