Al César lo que es del César: [El dinero nos puede atrapar…] Un hombre fue citado para una revisión fiscal. Asustado, le pregunta a su asesor fiscal sobre cómo vestirse. -Usa harapos para que piensen que eres un mendigo, inclina la mirada al suelo y despierta compasión. Luego, fue a donde su abogado y este le dijo exactamente lo contrario. -No dejes que te intimiden. Usa tu mejor traje y tu mejor corbata. Saca pecho y no te amilanes. Confundido, el hombre va en busca del sacerdote, le cuenta los dos consejos y le pide su opinión. -Déjame contarte una historia, -dice el padre: En un árido campo hay dos conejos: uno está casi sin pelo y de muy mal aspecto, en cambio el otro tiene un pelo brillante y sedoso, el problema es que se encuentran en medio de una reserva de águilas cazadoras. El hombre replicó: -Pero padre, ¿qué tiene que ver eso con el pago de mis impuestos? - ¡Que te vistas como te vistas, o te veas como te veas, igual, te van a atrapar! A Dios le entienden los que pueden…
Cuentan que el Cardenal Newman, después de una homilía en la que se explicaba “A Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César”, un feligrés bastante pudiente, se le acercó y se quejó de no entenderle la homilía. Se veía que el hombre tenía fe, pero no entendía bien. El Cardenal, después de escucharlo le enseñó un crucifijo: ¿Qué ve usted?
El hombre respondió: una imagen de Cristo crucificado. Luego el cardenal sacó un billete de 100 dólares y lo interpuso entre el hombre y el crucifijo: ¿Y ahora, qué ve usted? Sólo el billete, respondió el hombre. Y el cardenal concluyó: “Exactamente: Cuando colocas el dinero antes que el Señor…no nos dejará ni verlo, ni entenderlo”. Adán y Eva: [Imagen y semejanza de Dios] Dice una historia judía, -con mucho humor-, que “Dios no vistió a Adán y a Eva porque una vez vestidos habrían pedido bolsillos y, una vez que tuvieran bolsillos, pedirían dinero para llenarlos, y hubieran cambiado ser imagen de Dios, por el dinero”. “Allí donde está tu tesoro, allá estará tú corazón”. Alejandro Magno y sus 3 deseos Antes de morir, Alejandro Magno convocó a sus generales y les comunicó sus tres últimos deseos: 1). –Quiero que mi ataúd sea transportado por los médicos de la época, para mostrar que ellos no tienen el poder de curar o evitar la muerte. 2). – Quiero que mis tesoros sean esparcidos por el camino hasta su tumba, para que todos puedan ver que los bienes materiales conquistados, se quedan aquí. 3).- Quiero que mis manos queden balanceándose por fuera del ataúd, a la vista de todos, para que puedan ver que vinimos con las manos vacías, y con las manos vacías regresamos. Dios y el tiempo: [Colocándole trampas a Dios] Un hombre le pregunta a Dios: ¿Cuánto son 1.000 años para ti? – Hijo mío, -le responde Dios-: para mí, 1.000 años, son 1 segundo. El hombre se queda pensando y luego le pregunta: Y parta ti… ¿Cuánto es 1 millón de dólares? – Y Dios le responde: para mí, 1 millón de dólares, son como un centavo. Entonces el hombre, echando cabeza, le pide a Dios: ¿Me podría regalar un centavo? Y Dios le contesta: Claro que sí, hijo…pero espérate un segundo. ¿Cuál es tu tesoro? Camina una pareja por la calle y les sale un ladrón que les grita: ¡el dinero o la vida!,- Y el caballero le dice a ella: mi vida vete con el señor. El rey y la pluma: [Amamos a Dios con un corazón sincero?] Érase una vez un rey muy querido por todos sus súbditos, pero estaba muy enfermo y necesitaba un trasplante de corazón. Se congregaban todos ante el palacio y gritaban: Oh rey, toma nuestros corazones. El rey se emocionaba y callaba. Un buen día pidió silencio y les dijo a todos los allí congregados: Voy a tirar una pluma de ave y la persona sobre la que se pose me ofrecerá su corazón. Soltó una pluma y ésta revoloteaba de un lado para otro y todos gritaban: Oh rey, toma nuestros corazones, al mismo tiempo que soplaban para que no les cayera encima. No adular: [Los discípulos adulan a Jesús] (Diógenes, Filósofo Griego que vivió en la extrema pobreza, y que de día caminaba por las calles con una lámpara encendida diciendo: “busco hombres” honestos). Diógenes estaba comiendo lentejas. Y Aristipo - filósofo griego fundador de la escuela que afirmaba que el bien estaba en el placer y el culto a los sentidos-, pasó por frente y le dijo: –– “Si aprendieras a ser sumiso al rey, no tendrías que comer lentejas”. A lo que Diógenes le replicó: –– “Más bien, si tú hubieras aprendido a comer lentejas, no tendrías que adular al rey”. Ser sabio o
burro: [Preferimos
ser imagen del dinero…] Un hombre con mucho dinero fue con su hijo a donde el filósofo Sócrates, y le pidió que se encargara de educar y hacer sabio al muchacho. El filósofo le dijo que le cobraría quinientas dracmas. Al rico le pareció mucho dinero, y le dijo a Sócrates: –– “¡Eso es mucho dinero! Por esa cantidad podría comprarme un burro”. –– Y Sócrates le respondió: “Efectivamente, le aconsejo que lo compre. Así tendrá dos burros en la casa”. El niño y los 2 euros: [Para misa con niños] A un niño, su padre le daba dos monedas de un euro cada domingo, uno para dar en la ofrenda de la parroquia, y el otro para un helado después de la Misa. Un domingo camino de la iglesia se le cayó un euro a la alcantarilla y mirando al cielo exclamó con tristeza: ¡Dios mío, hoy te has quedado sin tu euro! |