El volcán: [El final, sólo lo sabe Dios] Cierto hombre creía que el último día de la humanidad caería en una determinada fecha y se debía afrontar de modo adecuado. Llegado el día, congregó en torno suyo a cuantos estuvieron dispuestos a escucharlo y los condujo a la cima de una montaña. Tan pronto estuvieron reunidos allí, el peso acumulado hizo que se hundiera la frágil corteza y todos terminaron en las profundidades de un volcán, y en efecto fue para ellos el último día.El escultor: [Nos concentramos en las cosas, no en el creador] Un escultor hizo una estatua maravillosa. Todos los que pasaban se quedaban maravillados de su belleza. Unos decían: “¡qué maravilla!” Otros: “algo fuera de serie!” Otros: “¡no hemos visto cosa igual!” El escultor que estaba cerca escuchaba todos los comentarios y observaba, hasta que un día, fastidiado, cogió un martillo y la destrozó. Entonces, la gente se preguntaba: “¿quién ha sido el bruto que ha destruido la maravillosa estatua?” Otros comentaban: “eso lo hace un loco”. Es una pérdida irreparable. Al final, el escultor dio la cara y respondió: “¡He sido yo!” Pero ¿por qué? – Porque todos se maravillaban de la estatua y nadie preguntaba quien la hizo. Pastor fanático: Jacinto, un pastor fanático, decía que él era la reencarnación de Jesús. El caso es que ganó muchísimos adeptos. Vestía con túnica, sandalias, pelo largo y para reconfirmar que él era la reencarnación de Jesús armó doce apóstoles que lo acompañaban a todas partes, sacando grandes ventajas y privilegios. Pero se les complicó la vida cuando, al llegar semana santa, les dijo que lo tenían que matar para cumplir la profecía. Todo iba bien para los dichosos apóstoles, pero matarlo, no podían. Y decían: él dice que lo matemos, vamos a tener que hacerlo porque si él es Jesús, tiene que cumplir la profecía. Uno de sus discípulos dijo: él dice que es Jesús y si nosotros le seguimos es porque creemos en él. Sí, bueno, pero una cosa es que lo sigamos para rezar, pero matarlo ya es otra cosa; cómo lo vamos a matar si es amigo, ¿no? - Otro discípulo habló: ¿Por qué no le decimos al comisario? - Fueron al comisario: mire señor comisario nosotros somos los seguidores del pastor Jacinto, él dice que es Jesús. “Si algo he escuchado”- ¿y?”.Es que él dice, que ahora viene semana santa y quiere que le matemos para cumplir la profecía. – “¿Cómo?” Si, él quiere que lo matemos y por eso le venimos a preguntar a usted, ¿qué hacemos? – Bueno pues mátenlo - ¿Cómo? - ¿lo matamos? – Si, mátenlo, eso sí – si al tercer día no resucita, - ¡todos a la cárcel! El Final está Cerca: [Saber prever nuestro final…]
Un sacerdote y el pastor de sus respectivas comunidades están de pie al lado del camino sosteniendo un letrero que dice: “El Final está Cerca…Vuélvase ahora antes de que sea demasiado tarde!” – Ellos solo querían mostrar la señal a cada carro que pasara. ¡Déjenos en paz, religiosos locos!” – gritó el primer conductor, mientras apresuraba su viaje. A los pocos segundos los dos predicadores oyeron, por los alrededores de la curva, neumáticos que frenaban y, luego, un fuerte choque. ¿No cree usted, - dijo el clérigo al pastor-, que deberíamos más bien escribir un letrero que diga “el final de la pista está cerca?” ¿Cuánto tiempo nos queda? Cierta vez, un sacerdote estaba dando una homilía y se iba animando más y más. De la emoción hizo un gesto dramático y botó los papeles de sus apuntes.Al recogerlos preguntó: Y ahora, ¿dónde era que iba yo?” Y un feligrés que permanecía de pie, con voz fuerte, respondió: ¡Ya al final, al final! La fórmula de los ceros A un paciente que lleva una vida desordenada y de excesos, el Doctor le dice: - Don Pedro: según los últimos exámenes, te quedan poquitos días de vida. - ¿Cómo, doctor? - ¿y no habrá ninguna fórmula que me prolongue la vida? – El doctor Piensa y le dice: Bueno, hay una que es la fórmula de los ceros - ¿Cómo así, la fórmula de los ceros? – Si, dice el Dr. Cero alcoholes, cero vicios, cero trasnochadas, cero parrandas, cero internet. Y Dr. Si yo la hago… -Y que la hago la hago-, ¿cuántos días se me prolongará la vida? El doctor le responde: pues cuánto, cuánto, no sé. ¡Pero lo que sí sé, es que se le harán eternos, eternos! Animales estafadores [Tengan cuidado, que nadie los engañe] (Para misa de niños) Un grupo de animales se reunió en un costado de la vía, - escondidos tras un matorral- para estafar a los conductores que pasaran por allí. Venia un auto, el ciervo saltó de pronto y fingió que lo habían atropellado. El conductor se bajó y el ciervo gritaba: - ¡Ay, ay, ay! ¡Me quebraste una pata! ¡Ahora no podré criar a mis hijos! el conductor sintió lástima. Sacó su billetera y le dio dinero al ciervo. El cual se fue haciéndose el rengo. Se lanzó la comadreja contra otro carro, el conductor bajó y la comadreja gritaba: - ¡Mi mano! ¡Me quebraste la mano ¡hay mi pobre familia! - El conductor se sintió mal y también le dio dinero. El turno fue para el perro: - ¡Me quebraste las dos patas! -gritó el perro, hasta que le dieron dinero. Luego al pasar otro auto, se arrojó delante de él una serpiente. Cuando el hombre se bajó la serpiente empezó a gritar: - ¡Ay! ¡Me quebraste una pata! |