O muerte, o vida [… De nosotros depende]
En cierta ocasión un joven decidió engañar a
su sabio maestro, con el fin de comprobar que no era tan sabio como la gente
decía. El muchacho escondió un pájaro entre sus manos y, sin que nadie supiera
qué tenía en ellas, le preguntó al maestro: “Dime, maestro, ¿Qué tengo aquí:
vida o muerte?”.
La
trampa del muchacho consistía en que si el maestro decía: “vida”, el joven
oprimiría fuertemente y mostraría un ave muerta”, Y si el maestro decía:
“muerte”, el chico mostraría vida, dejando al ave en libertad. El joven y sus
discípulos estaban ansiosos y expectantes ante lo que el maestro sabio pudiese
responder: Al cabo de unos momentos, el maestro le contestó: “La vida o la muerte están en tus manos”.
Las
cosas no son como parecen. [Todo lo que sucede podemos convertirlo en gracia de Dios]
Una vez dos ángeles viajaban por una gran
ciudad. Llamaron a la puerta de una familia rica y ésta los alojó en el sótano.
Mientras hacían la cama en el duro suelo, el ángel más viejo vio un pequeño
agujero en la pared y lo tapó. El más joven le preguntó por qué lo hacía, y le
contestó: las cosas no son siempre como
parecen. Al día siguiente viajaron a un pueblecito muy
pobre y una familia pobre les ofreció de cenar y les dieron la mejor cama para
pasar la noche. A la mañana siguiente
los dos ángeles encontraron al matrimonio llorando. Su única vaca había muerto.
El
ángel más joven indignado y furioso le dijo a su compañero: ¿Cómo has permitido
semejante desgracia? Ayudaste a los ricos que nos trataron tan mal y no has
hecho nada por esta familia pobre que nos ha dado todo. ¡Las cosas no son siempre como parecen! – le contestó el ángel más
viejo. Cuando nos hospedamos en la gran ciudad, vi que había oro en el agujero
y lo tapé para que esa familia tacaña y ambiciosa nunca lo encontrara. Y esta noche cuando dormíamos, el ángel de la
muerte vino a buscar a la esposa de esta casa. Yo le dije que se llevara a la
vaca en lugar de la esposa. “Como ves, las cosas no son siempre como
parecen”.
Te hice a
ti. [Aprovechar el momento preciso].
Vi en la calle a una niña, temblando de
frío, y con un vestidito mojado y sin esperanza de encontrar una comida
caliente. Me enojé y le dije a Dios: - “Si tú existes, ¿Por qué permites esto? ¿Por qué no haces algo para remediar esto? Por
eso soy ateo y no creo en ti”. “Por un rato Dios no dijo nada y de
pronto una voz me respondió diciendo: - “Ya hice algo para remediarlo…Te hice a ti”
La lógica
de la vida [Cada cuaresma:
tiempo para valorar lo que vale la pena]
Un discípulo le preguntó al sabio: — ¿Qué es
lo más extraño de los seres humanos? – El sabio respondió: — Piensan siempre lo
contrario. Tienen apuro por crecer y después lamentan la infancia perdida.
Pierden la salud para tener dinero y después pierden el dinero para tener
salud. Piensan tan ansiosamente en el futuro que descuidan el presente y, así,
no viven ni el presente ni el futuro. Viven como si no fueran a morir nunca y
mueren como si no hubiesen vivido jamás.
Zapatos
viejos: La
cuaresma: tiempo para recuperar los valores perdidos.
Juan y su mujer estaban arreglando el cuarto
y encuentran un recibo de una zapatería. La fecha señala que el recibo tenía
once años. Los dos se rieron e intentaron recordar cuál de ellos se había
olvidado de recoger el par de zapatos. "¿Será posible que todavía tengan
los zapatos?" le pregunta Juan a su mujer. - "No lo creo,"
responde su mujer. "Vale la pena ir a ver," dice Juan. Se van con el
recibo a la zapatería.
Al llegar a la zapatería le dan el recibo al
zapatero. Él examina el recibo y le dice “Espere un momento, voy a buscarlos.”
Después de un rato, el zapatero dic: “¡Aquí están!””¿De veras?” dicen al
tiempo. “¡Qué suerte! Después de tanto tiempo ¡. – “El zapatero vuelve al
mostrador sin los zapatos y les dice, “Estarán
listos para el jueves.”
Cuestión de azar. [La cuaresma: una llamada para volvernos a
Dios…]
Un hombre se fue a jugar cartas un viernes
santo y perdió todo lo que tenía; volvió triste a su casa y le contó a su mujer
lo que le había pasado. La mujer le dijo: «Eso
te pasa por jugar en viernes santo; ¿no sabes que es pecado jugar en viernes
santo? ¡Dios te castigó y bien merecido que lo tienes!» El hombre se volvió
hacia su señora y con aire desafiante le dijo: «¿Y acaso, crees tú, que el que
me ganó, jugó en lunes de pascua o qué?»
Daniel el travieso [No culpar a otros] [Para misa con
niños]
El pequeño Daniel era muy travieso. Cuando
cometía alguna de sus travesuras, acostumbraba echarle la culpa a otro. En una
ocasión era tan probada su culpa que su padre lo sentenció a 25 fuetazos. El
niño espantado viendo que no había escapatoria, lloraba a más no poder: -Papa, Papá, no es justo que
me pegues a mí solamente, no es justo… Si te digo que alguien me obligó, ¿lo
castigarías a él? -Por supuesto, dime quién fue y dónde se encuentra el que se
atrevió a inducirte a hacer tal barbaridad. -Pues… fue el diablo y… lo
encuentras por ahí suelto. -Mira, Daniel, al diablo lo castigará Dios algún
día, pero a ti… los 25 fuetazos te los doy porque te los doy.