El pájaro
cautivo [Jesús vino a
anunciar la libertad]
Cierta vez un mercader tenía enjaulado un
pájaro originario de la India. Como a pesar de mantenerlo cautivo, sentía
aprecio por él, le dijo: - Partiré de viaje a tu tierra natal. ¿Quieres que te
traiga algo de allí? – El pájaro respondió: Ya que no estás dispuesto a darme
la libertad, visita la selva en que nací y anuncia a mis hermanos que me tienes
cautivo. El mercader así lo hizo y, apenas les dio la noticia, un pájaro
silvestre semejante al que retenía en la jaula cayó al suelo y quedó inmóvil.
El comerciante pensó que debía ser un
pariente de su ave y se sintió triste por haberle causado la muerte. De regreso
al hogar, el pájaro le preguntó si traía buenas noticias de la India. - Me temo
que no- respondió el mercader-. Uno de tus parientes sufrió un colapso y cayó a
mis pies cuando le dije que te tenía en cautiverio. Apenas dijo estas palabras,
el ave tambaleó y se desplomó en el fondo de la jaula.
“La
noticia de la muerte de su pariente también lo ha afectado”, -pensó el mercader. Y entristecido,
recogió al pájaro y lo depositó con cuidado en el marco de la ventana. De
inmediato, el ave revivió y voló al árbol más cercano. El pájaro dijo: Lo que creías una tragedia era un mensaje
que me enviaba mi hermano. Él me indicó la manera de escapar de ti. Y se
alejó volando, libre al fin. (¿De qué
estamos presos? ¿Qué nos tiene cautivos?)
Donde hay caridad y amor
Un discípulo de
San Francisco de Asís le pedía: "Hermano Francisco, enséñame a
predicar".
Y San Francisco le llevaba a visitar a los enfermos, a ayudar a
los niños, y a dar comida a los pobres. Juntos recorrían las calles de Asís
haciendo el bien a todos.
El discípulo le preguntaba: ¿pero ¿cuándo me vas a
enseñar a predicar? Francisco le contestó: "hermano, hemos predicado todo
el día con el ejemplo y con obras".
Tanta
quejadera: […Los
compromisos con Dios no son fáciles…]
Un joven, una vez quiso ingresar a un monasterio muy
estricto. El Abad le dijo que él debía permanecer silencioso en oración y en
trabajo, y que a los monjes solo se les permitía decir dos palabras cada dos
años. Después de los primeros dos años el hermano novicio tocó a la puerta del
Abad y el Abad le preguntó: ¿cuáles son sus dos palabras? El hermano dijo: “Comida mala”. “Bueno, hermano”, le dijo
el Abad, “debes recordar que solamente puedes decir otras dos palabras dentro
de dos años”.
Pasaron dos años y
el Abad llamó al hermano y le preguntó cuáles eran sus dos palabras. “Cama dura”, dijo él. “Bueno, hermano”,
le dijo el Abad, “ten paciencia y espérate otros dos años más”. Dos años
después el Abad le dijo al descontento hermano que él podía decir sus dos
palabras. La respuesta del hermano fue: “Me
voy”. El Abad le dijo: “No me sorprende, hermano, desde que llegaste no has
dejado de quejarte”.
Hoy se
cumple esta escritura: [No
es interpretación a ciegas, ni literal]
Un hermano, bastante fanático, le gustaba
resolver problemas difíciles, abriendo al azar la Biblia, colocando su dedo con
los ojos cerrados en cualquier página, y tomaba lo que leyera como una orden
directa de Dios. Una vez este hermano decidió aplicar su método. Abrió la
Biblia y colocó su dedo al final de Mateo 27:5, donde se lee: "Salió, y fue y se ahorcó."
Él cerró rápidamente la Biblia y después de
orar, volvió a abrirla. Esta vez señaló justamente la última parte del Lucas
10:37, donde dice: "Ve, y haz tú lo
mismo." El hermano, sorprendido
y con cierta molestia por lo que leía, repitió la operación. Esta vez señaló
justamente la última parte de Juan, 13:27, que dice: "Lo que vas a hacer, hazlo pronto." Desde ese momento, el hermano dejó de practicar
dicha costumbre.
Golpe a la libertad: [Anunciar la libertad, pero respetándola]
Un joven salió
corriendo de un edificio a la calle gritando de felicidad por su libertad
recién adquirida. Agitando locamente los brazos, sin querer, golpeó a un
anciano en la nariz, quien al perder el equilibrio cayó bruscamente al suelo.
El anciano tambaleándose se levantó, le puso la mano sobre el hombro al joven y
le dijo: Escúcheme joven amigo: su libertad es algo magnífico, no cabe la menor
duda, pero recuerde bien esto: ¡su
libertad termina donde comienza mi nariz ¡
¡Ay de los perezosos!: [Y Jesús comenzó a predicar el
Reino de Dios]
Al comenzar,
bastante tarde, la jornada laboral, dos amigos dialogaban: Oiga…- la situación
económica está muy mal, y hay muchas cosas que le hacen daño a la sociedad, ¿cierto?
Sí, estoy de acuerdo, replicó el otro.
Y dime…- De lo que más nos hace daño… ¿Qué
quisieras dejar?:
Yo?... - la pereza…Ah, muy bien…Y ¿Cuándo?: más tardecito…!
Profecía,
para niños [Hoy se cumple esta Escritura]
Unos niños conversaban y uno le pregunta al
otro ¿cómo sabes que una profecía se ha cumplido? y el niño le contestó: cuando
mi mamá me dice: “Te lo dije”.