Sacerdote para siempre. [El regreso del hijo pródigo]
Un Obispo de Estados Unidos que
se encontraba en Roma se disponía a rezar en una parroquia de la capital
italiana, cuando al entrar en ella se encontró con un mendigo. Lo miró de reojo
y, le quedó dando vueltas la cara de esa persona, hasta que se dio cuenta que
lo conocía; que hace años habían sido compañeros en el seminario y que se
ordenaron el mismo día. Volvió hacía él, le saludó y le preguntó qué le había
ocurrido. Éste le dijo que había perdido su vocación y la fe.
Al día siguiente este sacerdote
participaba en un encuentro privado con el Papa Juan Pablo II y cuando le tocó
el turno para saludarle no pudo dejar de contarle lo que le había ocurrido en
la víspera. El Papa se preocupó por la situación e invitó a este sacerdote y al
mendigo a cenar con él. Tras proporcionarle ropa limpia y aseo, ambos
acudieron al encuentro con el Santo Padre, hasta que, en un momento tras la
cena, el entonces beato Juan Pablo II pidió al sacerdote que los dejara solos. Entonces pidió al mendigo que
lo confesara. Éste se quedó estupefacto y le dijo que ya no era sacerdote. “Una vez sacerdote…sacerdote para siempre”,
- le contestó el Papa. Sin embargo, éste insistió y le dijo que “estoy privado de mi ministerio sacerdotal”,
pero igualmente Juan Pablo II le contestó: “Soy
el Obispo de Roma y me puedo encargar de eso”.
Finalmente, el mendigo confesó
al Papa y viceversa. El sacerdote mendigo, lloró largo y amargamente, y el
beato le dijo: “¿ves la grandeza del sacerdocio? No la desfigures”. Al salir de
ese encuentro con su vocación sacerdotal renovada, el Santo Padre le envió a la
parroquia en la misma que pedía limosna, nombrándolo como vicario parroquial y
encargado de atender los mendigos.
La aventura
del gato Michín: [Regreso
tardío – Misa con niños
Rafael Pombo convirtió en fábula “La aventura de Michín”. Un gato
adolescente, que resuelve volverse el mismísimo Patas. Para lograrlo, le roba
daga y pistolas a su padre. Y alardea: “El que conmigo se meta en el acto
morirá”. Mientras le promete a su afligida madre: “Nunca más verás a Michín
desde hoy”. La fábula termina con el regreso del maltrecho gatico, que implora
arrepentido: “Oh, mamita, dame palo, pero
dame qué comer”. El problema fue que cuando Michín regresó, su
arrepentimiento no le valió de nada. Nadie le respondió. Ninguno de su familia
lo acogió.Versión moderna del
hijo pródigo:
Un chico le pide a su padre que
le preste cierta cantidad de dinero y, al recibirlo, se marcha de casa. Cuando
lo gasta todo, va a una iglesia, se confiesa de lo que ha hecho y pide ayuda.
El sacerdote le aconseja que vuelva al hogar. Y añade: Seguro que tu padre
matará un becerrito cebado para festejar tu regreso.
El chico le hace caso y regresa
a su casa. Un par de semanas después, durante una visita casual a la parroquia
de donde era feligrés aquel "hijo pródigo», el sacerdote vio que éste
salía de la iglesia y se acercó a él: ¡Bueno! - le preguntó con gran interés-, ¿Tu padre mató el becerro
cebado? No, - respondió evasivo el joven, - ¿Y entonces? - por poco me mata a mí.
¿No tengo
enemigos?: [Bienaventurados los misericordiosos…]
Casi al final de la Misa dominical, el
párroco preguntó: ¿Cuántos de ustedes han sido misericordiosos perdonado a sus
enemigos? El 80% levantó la mano. El sacerdote volvió a repetir su pregunta.
Todos respondieron esta vez, excepto una pequeña viejita. Sra. Pérez, parece
que usted no está dispuesta a perdonar a sus enemigos! - Es que yo no tengo
enemigos, respondió dulcemente. - Sra. Pérez eso es muy raro, ¿cuántos años
tiene usted? 98 años, respondió. Todos
se pusieron de pie y la aplaudieron. Esto es emocionante, grandioso. Sra.
Pérez, puede Usted pasar aquí arriba y decirnos cómo se vive para tener 98 años
y no tener enemigos? La dulce viejita se acercó al altar, tomó el micrófono, se
dirige a todos y dice: - ¡Yo no tengo
enemigos porque ya murieron todos!
Permanecer en casa: [El hijo
pródigo se fue del hogar. – Misa con niños]
Un niño le dice a su mama: -Mami yo quiero
salir… -No niño usted no va a salir! El niño más desesperado dice: -dale mami
yo quiero salir yo quiero salir!!! Dice la mama:
-No, no vas
a salir y soldado advertido muere en guerra…Dice el hijo: -Mami ese dicho no
sale… Y le responde la mama: - y tú tampoco!
Libres, pero no alocados [La verdadera libertad
engrandece, no esclaviza]
Un joven salió corriendo de un edificio a la
calle, proclamando a grito entero, las dichas de su libertad recién adquirida.
Agitando locamente los brazos, sin querer, golpeó a un anciano en la
nariz, quien, al perder el equilibrio, se cayó estrepitosamente al suelo. El
anciano tambaleándose, se levantó, le colocó la mano sobre el hombro al joven y
le dijo:
-Escúcheme,
mi joven amigo, su libertad es cosa magnífica, no cabe la menor duda; pero
recuerde bien esto: su libertad termina donde comienza mi nariz.