Fiesta de la
“Purificación”- De la “Candelaria” - O de la “ancianidad”.
La fiesta de la Presentación era conocida antes como la “Purificación”. Celebramos de cierta manera, también, la fiesta de
las madres. Las madres que ofrecen sus hijos a Dios; las madres que agradecen a
Dios el don de sus hijos; las madres que reconocen que sus hijos son hijos a
medias, pues tienen otro Padre que es Dios.
Es la fiesta en la que las madres sacan a
sus hijos de la cuna para presentarlos en público a Dios, a la Iglesia y al
mundo. Esta fiesta también es llamada: “fiesta
de la Candelaria”, precisamente por las candelas que significan que
Jesús es la luz del mundo. Es la “Fiesta
de la ancianidad”, donde lo nuevo y lo viejo se unen un mismo abrazo”;
donde lo viejo presenta al mundo lo nuevo”; donde lo nuevo hace canción la
ancianidad y la ancianidad entona un himno a la niñez.
Motivación a
los Padres.
Quieran más a sus hijos, y quiéranse más a ustedes mismos. En el camino
de la vida de sus hijos coloquen también el misterio, la fe, la tradición, la
ternura, el amor, la paz y la necesidad de celebrar a Jesucristo todos los
domingos; para que los ojos de sus hijos vean la luz de
Cristo, para que sus oídos escuchen su voz; para que sus labios se abran y alaben a Dios y para que sus corazones
experimenten la paz del perdón. Y
no olviden la espada del dolor, tan presente en la vida de cada día; la espada
de la soledad, la espada de la tentación de la carne, la espada de las mil
preguntas sin respuesta y la espada de la muerte.
Promesas de
San Pedro:
Un hombre muere y es trasladado al cielo. Se
encuentra a San Pedro esperándolo a la entrada y dice al hombre, “Para entrar al cielo, tú necesitas 100
puntos. Tú me vas a decir todas las buenas obras que hiciste, y yo te asignaré
una cierta cantidad de puntos por cada cosa, dependiendo de qué tan buena fue.
Cuando acumules 100 puntos, entonces podrás entrar.” “OK”, dice el hombre. “Pues
estuve casado con la misma mujer por unos 50 años y nunca la engañé…ni en mi
pensamiento.” “Magnífico”, dice San Pedro. “Eso sí que vale tres puntos”. “¿Tres
puntos?”, pregunta el hombre. “Pues, también asistí a la iglesia toda mi vida y
la sostuve con mis diezmos, ofrendas y servicio.”
“Maravilloso”, dice San Pedro. “Eso tiene un
valor de un punto.” “¡Un punto!”, exclama el hombre. “Pues, ¿Qué te parece
esto? Estuve trabajando entre los pobres de mi ciudad, dándoles de comer y ropa
también.” “Fantástico”, dice San Pedro. “Otros dos puntos a favor de tu cuenta.”
“¡Dos puntos!”, grita el hombre…Si sigo así será solamente por la gracia de
Dios que podré yo entrar al cielo.”.
Y San Pedro le dice: “¡BIENVENIDO AL
CIELO!”
Ancianos, quizá sordos, pero atentos a la voz de Dios.
Un anciano adinerado tenía
problemas de oído desde hacía varios años. Fue con un médico especialista que
le recomendó unos aparatos especiales que tenían extraordinarios resultados y
que le permitieron recuperar su oído al 100%. Después de un mes, el anciano regresó con el doctor y tras examinarlo le
dice: "Su audición es perfecta. Supongo que su familia debe estar muy
contenta de que usted pueda escuchar otra vez". "Doctor, la verdad es que todavía no le he dicho
nada a mi familia. Sólo me siento por ahí y escucho atentamente todo lo que
dicen: ¡Le cuento que en este mes he
cambiado mi testamento tres veces!
Ver con ojos
fe: “Mis ojos han visto as tu Salvador…”
Un anciano, mirando su reloj, reflexionó
diciendo: “Cuando yo tenía 15 años, no veía la hora de ser mayor. Y ahora que
soy anciano… “No veo la hora”.
El hombre, la mula y el perro… [Hablar de Dios, y nunca callar].
Iba un hombre con su perro y la mula, tan cargada, que ya no pudo más y
se detiene, hincando las rodillas en tierra, a punto de desplomarse. El hombre,
cada vez más molesto e impaciente, comienza a pegarle con una vara al pobre
animal, hasta que la mula, enojada, le dice:
- Antonio,
¿así me tratas después de todos estos años en los que te he ayudado fielmente,
sin flaquear ni una sola vez hasta hoy, que estoy ya cansada y vieja?
- El hombre se asusta y sale
despavorido corriendo con el perro a su lado. Se detienen casi medio kilómetro
más lejos, apoyándose en un árbol mientras intentan recuperar el aliento. Pero,
lo que faltaba, el perro lo mira y dice: “Qué
susto nos ha dado la mula cuando se ha puesto a hablar”
Promesa: [Misa
con niños]
Una señora perdió su bolso en el bullicio de
las compras de Navidad. Fue encontrado por un niño honesto que se lo devolvió a
ella. Revisando su bolso, ella comentó: "Hmmm.... Esto es extraño.
Cuando perdí mi bolso había un billete de 20.000 pesos. Ahora hay veinte
billetes de 1.000.". El muchacho le respondió: "Es que la última vez que le devolví el bolso a una señora, ella no
tenía cambio para darme una recompensa..."