Cuentan
que un humilde pastor fue arrestado por haberse robado una oveja. Él juraba que
era inocente, que la oveja era suya y que hacía días que la echaba de menos.
Cuando el caso fue llevado ante el juez, éste perplejo, no sabía cómo
resolverlo. Finalmente decidió que trajeran la oveja a la sala y mandó al
acusador que saliera de la sala y desde la puerta llamara a su oveja.
La llamaba insistentemente, pero la oveja no respondió a su voz, sólo
levantaba la cabeza asustada. El
juez, luego mandó salir al acusado, para que desde la puerta llamara a la
oveja. Cuando éste comenzó a llamarla, la oveja saltó y corrió hacia la puerta.
Estaba claro que la oveja conocía la voz de su amo. El juez declaró el caso cerrado.
Salmo del buen pastor
“En una sala un reconocido
lector deleitaba a los demás recitando trozos de libros famosos. Un sacerdote
estaba allí y en un momento de descanso le preguntó si podía recitar el salmo
del Buen Pastor. El declamador le respondió: Claro que puedo y lo voy a
declamar, pero, como condición, después de que yo lo recite también usted lo
hará. El sacerdote aceptó con gusto. La declamación del artista fue preciosa,
entusiasta. Una lluvia de aplausos cerró su presentación.
Luego fue el turno del
sacerdote. Declamó el mismo salmo 23 de memoria. Al terminar no hubo aplausos,
sólo un profundo silencio. A algunos se le aguaron los ojos. Pasados unos
instantes el declamador se levantó y dijo: “Ustedes acaban de presenciar algo
muy grande. Hubo una gran diferencia: Yo declamé el salmo del pastor de manera
perfecta, porque sé utilizar muy bien las palabras y las formas, pero sólo el
sacerdote nos ha sabido transmitir la esencia del salmo, porque él conoce al
Pastor”.
Pastor
presumido:
Un pastor encuentra 5 huevos en una caja de
zapatos con $10,000 dólares. Le pregunta a su esposa: ¿porqué 5 huevos ahí? – y
ella le dice: yo me propuse colocar un huevo por cada mal sermón que dieras y
un dólar por cada buen sermón. De inmediato el pastor dedujo que los 10.000
dólares eran por todos los buenos sermones. Entonces airoso y presumido le
pregunta: - ¿y qué me dices de los 10.000 dólares? – Ella le explica: es que
cada vez que yo juntaba una docena de huevos, los vendía.
Sacerdote
evangelizador [No faltan los enemigos en la misión]
Un día un sacerdote salió a evangelizar a
unas montañas lejanas. De regreso a la parroquia, cansado y con mucha hambre,
miró a lo lejos una cabaña donde había muchas manzanas en el jardín; él las
miró y dijo: ¡Qué delicia! – Y acercándose, tomó una. Estaba a punto de
comérsela, cuando se acordó que había que darle gracias a Dios por el alimento
de cada día. Entonces, oró diciendo: “El
Señor es mi Pastor, nada me faltará…El dueño de la casa salió con una
escopeta en la mano y apuntándole le dijo: “Y
en verdes pastos te hará descansar”.
El Pastor
y el Padre [ ¿Un solo rebaño?]
Un pastor evangélico se reunía en el camino,
todos los días con un sacerdote católico para ir a evangelizar a un pueblo.
Cada uno iba sobre un burro. En el trayecto los dos se hacían bromas
permanentes, tratando de incomodar el uno al otro por su religión. Un día el
Padre llegó a pie y el pastor, con burla, le preguntó: “y su burro Padre”, el
Padre contesta: “se murió mijo”. Entonces aprovechando la ocasión, el Pastor le
dice: “¿Padre, y no le va a hacer el novenario?”. -Y el Padre le dice: “No
mijo, fíjate que era Evangélico”.
El
matemático y el pastor: [El Buen Pastor conoce a sus
ovejas]
Un matemático pasea por el campo, aburrido y
sin nada que hacer. Encuentra a un pastor que cuida un numeroso rebaño de
ovejas, y decide divertirse un poco a costa de él. - Buenos días, buen pastor.
- Buenos días, Señor. - Solitario oficio, el de pastor, ¿no? - Usted es la
primera persona que veo en seis días. - Estará usted muy aburrido. Mire, le propongo
un juego. Si yo le adivino el número exacto de ovejas que hay en su rebaño, ¿me
regala la que yo escoja? ¿Qué le parece? - Trato hecho dijo el pastor. El
matemático observa por encima de las ovejas, murmurando cosas, y en unos
segundos dice: 586 ovejas.
El pastor, admirado, confirma que ése es el
número preciso de ovejas del rebaño. Se cumple en efecto el trato acordado, y
el matemático escoge una oveja entre las entre las 586 y comienza a alejarse
con la oveja escogida. - Espere un momento, le dice el pastor. ¿Me permitiría una oportunidad de revancha?
- ¡Claro, dijo el hombre! - ¿Qué le
parece…Si yo le adivino su profesión, me devuelva la oveja? – Listo, dijo el
otro.
El pastor sonríe, porque sabe que ha ganado,
y sentencia: - Usted es matemático. - ¡Caramba! Ha acertado. Lo que no acierto
a comprender, es cómo adivinó el número exacto de ovejas, dijo el pastor. El
matemático argumentó: cualquiera con buen
ojo para los números podría haber contado sus ovejas. – Sí, sí, respondió
el pastor… Ahora, lo que yo que no entiendo –dijo el pastor-, es cómo un
matemático, entre 586 ovejas, fue capaz de escoger, para llevarse, justamente
el perro.
Escuchar la
voz del Buen Pastor: [Mis ovejas escuchan mi voz]
[Para niños]
Iba un tenedor por la calle y, de pronto, vio
una hermosa cuchara que iba caminando toda garbosa. El tenedor, emocionado, le
gritó: ¡Ey…Cuchara…Cuchara…Cuchara!!! – Y como la cuchara siguió su camino, el
tenedor se quedó extrañado, y dijo… ¡Ve, ¡qué raro, parece que NO ES-CUCHARA…!
El lorito
predicador: [Predicar
exige valentía, porque el lobo anda suelto…]
Un lorito fue entrenado para dar un sermón
en una iglesia, y le tocaba justo el día del buen pastor. Ya en el púlpito se
asustó al ver repleta la iglesia y muy nervioso movía la cabeza de un lado para
otro. El entrenador del lorito, al ver que no arrancaba se acercó y en tono
fuerte le dijo: “O hablas o te quito las plumas y te hecho al corral de las
gallinas”. El loro, inmediatamente comenzó a hablar diciendo: “Hermanos, oremos
porque el enemigo anda suelto”.