Lecciones de Vida para Crecer en la Fe, 7° Domingo del Tiempo Ordinario, 20 de Febrero 2022, Ciclo C

publicado a la‎(s)‎ 28 feb 2022, 17:40 por Diseño Web Santa Ana Centro Chía   [ actualizado el 28 feb 2022, 17:41 ]

¿Somos realmente cristianos? 

   Una cierta visión “simplista” de la religión razona así: - Dios manda algo + yo lo hago = soy santo y me voy al Cielo. – No lo hago = soy un renegado y me condeno. – Hago un pedido a Dios + Dios me lo da = cumplo con Él, y todos contentos. – Pero si no me lo da = me retiro de la Iglesia, dejo de rezar, me libero de los mandamientos, y así le doy a Dios “su merecido” – De este modo, la religión puede convertirse en una práctica mezquina, individualista, en la que “cumplo” con Dios (como quien paga los impuestos) para que Dios no se moleste, ni me moleste…

Historia de amor

 

   Ocurrió en 1920. Existió un hombre que tenía una bella confianza en Dios. Este hombre puso un aviso en el periódico, que decía: "Oficial de servicio público, soltero, católico, 43 años, pasado inmaculado, del campo, busca una muchacha católica, buena y pura, que pueda cocinar bien, hacer las tareas de la casa, con talento de coser, y con intención de matrimonio, tan pronto como sea posible. Fortuna deseable, pero no una pre-condición." Una mujer llamada María Peinter respondió al aviso.

 

   Tenía 36 años, una cocinera entrenada, e hija natural de un panadero. No tenía una fortuna, pero se casaron a los cuatro meses. A pesar de sus edades un poco avanzadas, tuvieron tres hijos: dos niños y una niña. El menor recibió el mismo nombre que su papá: Joseph Ratzinger. Hoy, más conocido como el Papa emérito Benedicto XVI. Nota: Después de su elección, alguien mostró el aviso al Papa Benedicto XVI. Desde luego, sonrió. El Papa Benedicto iba a hablar mucho sobre ese amor. De ahí que a su primera encíclica la tituló, "Dios es amor"., donde nos dice que “El matrimonio es la mayor figura del amor de Dios”.


La única manera para no tener enemigos

 

   El presidente de los EE.UU. Abraham Lincoln, era famoso por la extrema cortesía que dispensaba a sus adversarios políticos. La conducta del presidente no siempre era compartida por sus propios ministros. Uno de ellos, un día, le dijo fastidiado: ¿Por qué los tratas como si fueran tus amigos? ¡Merecerían más bien que los eliminaras! “Es lo que hago” – respondió Lincoln-. ¿Acaso no elimino a un enemigo cada vez que lo trato bien y lo convierto en amigo?


Sin enemigos

 

   El papa Juan XXIII, - llamado el Papa bueno-, en su larga agonía, a quien le sugería que rezara y perdonara a sus enemigos, le decía: "Pero, yo no tengo enemigos". Y le replicaban: Santo Padre, entonces, “el mandamiento de perdonar a sus enemigos”, ¿No lo practica? – “Sí que lo practico; lo que pasa es que, a los que me odiaban, yo los amaba y por eso ya no eran mis enemigos”.

Las cuatro estaciones: [Sólo Dios puede juzgar] 

   Un hombre que tenía cuatro hijos, aparte de su educación, él quería que aprendieran a no juzgar a las personas, tan rápidamente, como solemos hacer. Entonces los envió, a cada uno, por turnos, a ver un árbol de peras que estaba a gran distancia de su casa.  En su país había estaciones, así que el primer hijo fue en invierno; el segundo en primavera; el tercero en verano y el cuarto en otoño. 

   Cuando todos habían ido y regresado, el padre los llamó y les pidió que describieran lo que habían visto.  

   El primer hijo dijo que el árbol era horrible, doblado y retorcido; parecía seco y sin vida. El segundo hijo dijo que no, que el árbol estaba cubierto de brotes verdes y lleno de retoños que prometían flores. El tercer hijo no estuvo de acuerdo: dijo que estaba cargado de flores, que emanaba un aroma muy dulce y se veía hermoso; era el árbol más bello que jamás había visto. El último hijo tampoco estuvo de acuerdo con ninguno de ellos. Dijo que el árbol estaba cargado de peras maduras, y exquisitas. 

   Los pájaros acudían al peral para comer de los frutos que se estaban marchitando, y todo a su alrededor se llenaba de un exquisito aroma. Entonces el padre les explicó a sus hijos que todos tenían la razón, porque cada uno había visto solo una de las estaciones de la vida del árbol. Y concluyó: “por eso no se puede juzgar a una persona, viendo solo una de sus facetas. Moraleja: “La esencia de lo que somos, sólo puede ser medida al final, cuando todas las estaciones de nuestra vida se den”.

Las dos mejillas:

 

   En cierta ocasión surgió un altercado entre dos hombres, y comenzaron a discutir. En el transcurso del pleito los ánimos se fueron calentando y se cruzaron palabras no demasiado afectuosas, hasta que uno de ellos soltó un bofetón a su interlocutor. Como éste era buen cristiano, le puso la otra mejilla. Al otro le gustó ese gesto y no quiso desaprovechar la oportunidad. Después, el que había recibido las dos “caricias”, se arremangó la camisa, diciendo: ¡Hasta aquí llegó el Evangelio! - Ya podemos imaginar lo que vino después!

 

Amor a distancia:

 

   Una mujer ejecutiva destinada temporalmente en Paris por negocios, recibe una carta de su novio desde Argentina. La carta decía lo siguiente: "Querida Laura: Ya no puedo continuar con esta relación. La distancia que nos separa es demasiado grande. Tengo que admitir que te he sido infiel diez veces desde que te fuiste y creo que ni vos ni yo nos merecemos esto, lo siento. Por favor devuélveme la foto que te envié. Con amor. Roberto".

 

   La mujer, muy herida, le pidió a todas sus compañeras de trabajo que le regalaran fotos de sus novios, hermanos, amigos, tíos, primos, etc. Junto con la foto de Roberto, incluyó todas esas otras fotos que había recolectado de sus amigas. Había 57 fotos en el sobre y una nota que decía: “Roberto, perdóname, pero no puedo recordar quien eres! Por favor, busca tu foto en el paquete y devuélveme el resto.”

 

Ojo por ojo: [Misa para niños]

 

   Estaban dos vecinas y una le dice a otra: - Ay vecina, me da mucha pena que mi gallina haya destrozado su jardín. – No se preocupe, dice la otra, ps  rque mi perro acaba de comerse su gallina. – Menos mal, dice la primera, porque mi carro acaba de matar a su perro.

 

Nada de venganzas [Misa para niños]

   Llega Jaimito llorando a pleno pulmón a su casa. La mamá, angustiada, le pregunta: ¿Qué te pasó? - Jaimito le responde: “Es que un niño más grande me agarró y me pegó”. Y la mamá, toda furiosa, le dice: ¿Y usted, no se vengó? – a lo que Jaimito, anegado en llano, le responde: “…Si no ME VENGO, me mata…”

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