La pianista
Érase
una vez una joven pianista que daba su primer concierto. El público en silencio
y con fervor escuchaba la música que brotaba de sus dedos disciplinados.
Todos tenían los ojos clavados en la joven pianista. Al final del concierto
todos, puestos de pie, aplaudieron largamente. El manager se acercó a la
pianista y se deshizo en alabanzas. Y le dijo: Mira, todos están de pie
aplaudiéndote, menos ese viejito de la primera fila. La pianista entristecida
le contestó: "Sí, pero ese
viejito es mi maestro". Sólo el maestro podía juzgar la actuación de
su discípulo con autoridad.
La banda del pueblo [Es mejor usar espejo, que lupa]
¿No
han visto esas bandas de música que tocan en los desfiles? Los músicos llevan
la partitura fija en la espalda para que la lea el que va tocando detrás. Cada
músico lee en la espalda del otro, pero no puede leer en su propia espalda. Así
pasa con los defectos que tenemos. Los llevamos acuestas, pero no los vemos
nosotros, sino los demás. “Yo sí puedo ver los defectos de los demás, pero
no los míos”
Los dos bolsos: [Fábula de Esopo]
Cada hombre, según una
leyenda antigua, nace en el mundo con dos bolsos suspendidos de su cuello. Uno
al frente y otro en la espalda. El bolso que lleva al frente está lleno de las
faltas y defectos de sus vecinos, y el bolso grande que lleva detrás en la
espalda lo lleva lleno de sus propias faltas y defectos. De ahí es que los
hombres son rápidos para ver las faltas de otros, pero son ciegos para ver sus
propios defectos.
Educando a los hijos. […Para no caer en el hoyo]
Un padre
le dijo a su hijo: “Hijo, ten cuidado por donde caminas”. Y el hijo le
respondió: “Ten cuidado tú, papá: recuerda que yo sigo tus pasos”
La sospecha [De los que hay en el
corazón hablan los labios]
Un hombre perdió su hacha; y sospechó del
hijo de su vecino. Observó la manera de caminar del muchacho –exactamente como camina un ladrón.
Observó la expresión del joven –idéntica
a la de un ladrón. Observó su forma de hablar –igualita a la de un ladrón.
En fin, todos sus gestos y acciones lo
denunciaban culpable de hurto. Pero más tarde, encontró su hacha en un valle. Y
después, cuando volvió a ver al hijo de su vecino, todos los gestos y acciones
del muchacho le parecían muy diferentes a las de un ladrón.
Las sábanas sucias [Antes de ver la paja…miremos primero nuestras vigas]
Una pareja de recién casados se mudó a un
barrio muy tranquilo. En la primera mañana en la casa,
mientras tomaba café, la mujer observó a través de la ventana, que una vecina
colgaba las sábanas en el tendedero. -
¡Qué sábanas tan sucias cuelga la vecina en el tendedero! - dijo la
mujer - Quizá necesite un jabón nuevo o alguien que le enseñe a
lavar.
- ¡Si yo fuera su amiga, le preguntaría si ella quiere que yo le enseñe a lavar
las sábanas!
El marido miró y se quedó callado. Una
semana después, nuevamente, durante el desayuno, la vecina colgaba sábanas en
el tendedero y la mujer repetía su discurso a su marido. - ¡Nuestra vecina
continúa colgando las sábanas sucias! - ¡Si yo no fuera tan tímida, le
preguntaría si quisiera que yo le enseñara a lavar bien las sábanas! - En la
segunda y tercera semana, la mujer seguía repitiendo el discurso a su marido,
juzgando a la vecina por sus sábanas sucias.
Había pasado un mes, la mujer se sorprendió
al ver a la vecina tendiendo las sábanas, esta vez bien limpias, y entusiasmada
fue a decir al marido. - ¡Mira, ella aprendió a lavar las sábanas! -
¿Será que la otra vecina le enseñó? … - Por qué yo no hice nada. El marido,
tranquilamente respondió: - ¡No, lo que pasa es que hoy me levanté más
temprano y lavé los vidrios de nuestra ventana! -! ¡Todo depende de la limpieza de nuestra alma!
¡Con la paja en ojo...Vemos borroso!
Un niño muy interesado, le pregunta a su
papá: -
Papá, ¿cómo se sabe que una persona está borracha? - Pues fácil m’hijo: ¿Ves
esos dos hombres que vienen ahí? ¡Si yo estuviera borracho vería cuatro!
- Papá,
¡Pero sólo viene uno!