Los guantes: [El Espíritu Santo, el DON más valioso de Dios] A un hombre le regalaron un par de guantes de piel forrados. Como vivía en clima caliente no los usaba. Los guardó en una gaveta y pronto se olvidó de ellos. Tiempo le llamaron para que trabajara en una ciudad de clima frío y entonces se acordó de los guantes. Al fin les encontraría uso. Cuando metió la mano en uno de los guantes, sintió que algo impedía que el dedo pulgar se acomodara en su lugar. Para su gran sorpresa, lo que impedía era un billete de diez dólares enrollado. Revisó los otros dedos del guante y descubrió que en cada uno de ellos había un billete de diez dólares. Los billetes habían estado allí todo el tiempo, pero él no se había dado cuenta. Llenar de agua un colador [Habitar en las fuentes del Espíritu] Cierta vez, una mujer visitó a un maestro y le preguntó: ¿Cómo llenar su alma de espiritualidad? El maestro le dio un colador y una taza, y fueron juntos a una playa cercana. Se pararon sobre una pequeña roca. El maestro le dijo: Muéstrame ¿Cómo llenarías el colador con agua? Ella se inclinó y comenzó a llenarlo con la taza, pero el agua siempre se salía - ¿Cómo se hace? – preguntó. - El maestro tomó el colador y lo arrojó al agua. El colador flotó un instante y después se hundió. –Ahora está lleno de agua y así permanecerá-le dijo -. “Ese es el modo de llenar un colador con agua. Solo llenarás tu corazón con el Espíritu, arrojándose en la inmensidad de su divino amor”. La piedra seca: [Sin el Espíritu, estamos engarrotados]
Estaba un sabio a la orilla de un gran río, sacó del agua una piedra hermosa, dura, redonda y la rompió. Su interior estaba completamente seco. Esta piedra llevaba años dentro del agua, pero el agua no penetró en ella. Lo mismo ocurre con nosotros. ¡Decimos estar inmersos en el Espíritu, pero quizá por dentro estamos secos y duros como una pierda!
No tengáis miedo:
Un peregrino se encontró con la Plaga y le preguntó a dónde iba: – A Samarkanda, -le contestó la plaga- Me tengo que llevar a cuatrocientas personas. Pasó una semana y cuando el peregrino se volvió a encontrar con la plaga, que regresaba de su viaje, el peregrino, indignado la recriminó: – ¡Me dijiste que ibas a matar a cuatrocientas personas y mataste a tres mil! – La Plaga le respondió rápidamente: – ¡Eso no fue así! – Yo sólo maté a cuatrocientas, como te advertí. A las otras dos mil seiscientas las mató el Miedo. El contrabandista. [No se pueden esconder las evidencias de Dios] Un contrabandista solía cruzar la frontera todos los días con unos canastos llenos de paja sobre un burro. Él admitía ser un contrabandista. Cuando volvía a casa por las noches, los guardas de la frontera lo registraban una y otra vez, cernían la paja, la sumergían en el agua e incluso la quemaban de vez en cuando. Mientras tanto la prosperidad del contrabandista aumentaba visiblemente. Un día se retiró y fue a vivir en otro país, donde, unos años más tarde, lo encontró uno de los aduaneros y le preguntó: ahora sí lo puedes decir, ¿qué pasabas de contrabando que nunca pudimos descubrirlo? – él respondió: yo pasaba burros. El empujoncito: [Con la fuerza del Espíritu Santo, somos capaces de todo] Un millonario hace una fiesta en su mansión, y en un momento para la música y mirando hacia la piscina donde criaba cocodrilos australianos, dice: Quien logre cruzarla y salir vivo al otro lado, se ganará todos mis autos… ¿Alguien se atreve? Espantados, los invitados permanecen en silencio y el millonario insiste: El que se lance a la piscina, logre cruzarla y salir vivo al otro lado, ganará todos mis autos y mis aviones… ¿Alguien se atreve? El silencio impera y una vez más, ofrece: El que se lance a la piscina, logre cruzarla y salir vivo al otro lado, ganará todos mis autos, mis aviones y mis mansiones. En ese momento, alguien salta a la piscina. La escena es impresionante. Una lucha intensa; ¡el hombre se defiende como puede, agarra la boca de los cocodrilos con pies y manos, tuerce la cola de los reptiles…! Mucha violencia y emoción. Después de algunos minutos de terror y pánico, sale el valiente hombre, lleno de mordiscos, hematomas y casi muerto. El millonario lo felicita y le pregunta: ¿Dónde quiere que le entregue los autos, los aviones y las mansiones? Gracias, pero no quiero ni sus autos, ni sus aviones, ni sus mansiones. Impresionado, el millonario pregunta: Pero, ¿entonces qué quieres? Y el hombre, medio muerto, le respondió: yo solo quiero saber: ¿quién fue el que me empujó? ¿Hermanos en el Espíritu? Eran dos hermanos de una iglesia cristiana: Uno de ellos trabajaba en una carnicería. Llegó el otro a la carnicería y le dijo: “Hermano, ¿me fía dos kilos de carne?” El que trabajaba en la fama le contestó, “No puedo.” Le dijo el otro: “Pero si somos hermanos.” Y el otro le respondió: “Si, somos hermanos en el Espíritu, pero no en la carne” Lápiz perdido [Sin el Espíritu (Spíritus), nos falta el “Aliento” y la vida] Lápiz perdido = No lápiz.- No lápiz = No apuntes.- No apuntes = No estudio.- No estudio = No graduación.- No graduación = No trabajo.- No trabajo = No dinero.- No dinero = No comida.- No comida = Flaco.- Flaco = Feo.- Feo = No amor.- No amor = No matrimonio.- No matrimonio = No hijos.- No hijos = Solo.- Solo = Depresión.- Depresión = Enfermedad.- Enfermedad = Muerte .- Moraleja:.- No pierdas tu lápiz porque morirás! Gato bilingüe: [Hablemos el lenguaje del Espíritu] [Misa con niños] Un gato maullaba y ningún ratón se dejaba atrapar. Entonces el gato cambió de táctica y empezó a ladrar y los ratones iban saliendo de sus escondites. El gato atrapó a un ratoncito y éste le dijo: - ¡Eres un tramposo! Si eres un gato, ¿por qué ladras? El gato, muy serio, le respondió: - Mijo, es que hoy en día el que no sepa dos idiomas, ¡se muere de hambre! |