Lecciones de Vida para Crecer en la Fe, La Epifanía del Señor, 2 de Enero 2022, Ciclo C

publicado a la‎(s)‎ 14 feb 2022, 16:11 por Diseño Web Santa Ana Centro Chía   [ actualizado el 14 feb 2022, 16:17 ]

Niño para todos. 

   En una ocasión, un niño intentaba, en medio de una larga fila de fieles, llegar hasta el lugar donde el sacerdote mostraba para besar la imagen del Niño Jesús, pero nadie le hacía un espacio. Hasta que el niño enojado gritó: y por qué no me dejan besarlo, acaso: “Dios no ha venido para todos”. 

Distinguir lo bueno de lo malo

   Un panadero quería conocer a Uways, y este fue a su panadería disfrazado de  mendigo. Cogió un pan y empezó a comérselo. El panadero lo golpeó y lo echó a la calle. –¡Loco! –le dijo un discípulo que llegaba–. ¿No ves que acabas de echar al maestro, a quien querías conocer? Arrepentido, el panadero salió a la calle y preguntó qué podía hacer para que lo perdonase. Uways le pidió que los invitase a comer a él y a sus discípulos. 

   El panadero los llevó a un restaurante excelente y pidió los platos más caros. –Así distinguimos al hombre bueno del hombre malo –dijo Uways a sus discípulos en mitad de la comida–. Este panadero es capaz de gastar diez monedas de oro en un banquete porque soy célebre, pero no puede dar pan para que se alimente un mendigo hambriento. 

Dar lo que se tiene [Dieron Oro, incienso y mirra]

   Un sabio llegó a la ciudad de Akbar, pero la gente no le dio mucha importancia. El sabio solo consiguió reunir a unos pocos jóvenes, mientras el resto de los habitantes se reía de su trabajo. Paseaba con su pequeño grupo de discípulos por la calle mayor, cuando un grupo de hombres y mujeres empezó a insultarlo. En lugar de fingir que no se daba cuenta, el sabio fue hacia ellos y los bendijo. Al irse de allí, uno de sus discípulos comentó: –Te dicen cosas horribles y les respondes con bellas palabras. El sabio replicó: –Cada uno de nosotros solo puede ofrecer lo que tiene. 

Buscar en el lugar correcto:

Un día, Jacinto perdió las llaves de casa. Ya de noche, el pobre hombre aún andaba a gatas, a la luz de un farolillo de aceite, buscando en vano las llaves. Perdida ya la esperanza, casualmente pasó por allí un viejo amigo suyo.  –¡Hola Jacinto! ¿qué haces? –preguntó el buen hombre. –Estoy buscando mis llaves –contestó Jacinto desconsolado. 

   Viendo el abatimiento de su amigo, el hombre, que era tan bueno como el pan, decidió ayudarle a buscar las llaves.  Pero los minutos pasaban y pasaban, y las llaves de Jacinto no aparecían por ningún lado. 

    Al cabo de un buen rato de búsqueda infructuosa alrededor del farolito, aquel hombre, que no veía nada clara la situación, quiso entender qué había sucedido realmente: –Vamos a ver, Jacinto: pero ¿tú dónde has perdido las llaves? –En el jardín de casa –murmuró él. –Entonces, ¿qué hacemos buscando aquí, alrededor del farol? –Hombre, ¡porque aquí hay más luz! –contestó Jacinto sin pensárselo dos veces. 

Acordes divinos: [Jesús, manifestación inconfundible de Dios]

    En un restaurante chino hay un grupo de amigos disfrutando de la música que interpreta un conjunto. De pronto, un solista empieza a tocar una pieza maravillosa que les resulta conocida. Todos reconocen la melodía, pero ninguno puede recordar su nombre. Entonces llaman por señas al camarero y le piden que averigüe qué es lo que está tocando el intérprete. El camarero se dirige a donde están los músicos y, al poco rato, regresa con el rostro iluminado por una sonrisa de triunfo y anuncia ruidosamente: “¡Están tocando…el violín!”. 

Siguieron la Luz [...¿Seguir la Luz de Cristo nos apasiona?]. 

   Anastasio López va por la ruta en su auto, una noche oscura el domingo. Campo adentro, sobre uno de los lados de la ruta ve una luz. La curiosidad de Anastasio no pudo contenerse. Quería saber qué era ese resplandor que se movía entre los yucales. ¡Un plato volador! ¡pensó el Anastasio. Bajó del carro, tomó un farol, lo encendió y comenzó a caminar los 100 metros que lo separaban del “supuesto plato volador”. 

   A los 50 metros la adrenalina de Anastasio estaba en su punto máximo, pero su estirpe de bravo santandereano le imponía avanzar 20 metros más hacia el platillo volador. La luz del farol del Anastasio ya se confundía con la extraña luz. Anastasio, entre dientes, pega el grito: - Aquí Anastasio López, de la finca "La Rosalinda", haciendo contacto… Y una voz le respondió: - ¡Aquí Cupertino mayordomo de esta finca, sacando yuca!!! 

La luz y la oración: [Para misa con niños]

   La abuela pregunta a su nieto: ¿Ya rezaste tus oraciones de cada noche? - El nieto le contesta: - por supuesto, abuelita. ¿Y por las mañanas?, le pregunta la abuela… ¡No, porque durante el día no tengo miedo, respondió el nieto! 

Brasil y la luna [¿Misterio epifánico?]

   Carmen le pregunta a su amiga Teresa: ¿Qué queda más lejos, Brasil o la luna? Teresa le responde: ¡Ay, pero si eres tonta Carmen! ¿Acaso puedes ver Brasil desde aquí?”. Una gran verdad: A veces, aquello que no se ve, aunque esté cerca, siempre nos quedará muy lejos. Aquello que vemos, aunque esté lejos, siempre lo tendremos más cercano.

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14 feb 2022, 16:11