El cielo brilla en la familia. [No hay nada como ella…Valorémosla] Una niña de ocho años, en una pequeña composición para la escuela, describió cómo era su familia. El escrito decía: “En mi casa hay dos habitaciones, dos hamacas, una ventana pequeña y un gato blanco. En mi casa sólo comemos juntos en la noche, cuando mi papá regresa a casa con una bolsa llena de panes y de pescado seco. En mi casa todos somos pobres, pero mi papá tiene los ojos azules, mi mamá tiene los ojos azules, mi hermano tiene los ojos azules y también el gato tiene los ojos azules. Cuando estamos todos reunidos en la mesa para iniciar la comida, mi casa se parece al cielo”. Familias luminosas: En una hermosa basílica, mientras la madre oía la Santa Misa, su niño se extasiaba mirando los vitrales multicolores. La luz de la tarde revivía los tonos del arco iris, proyectando sobre la nave espaciosa las figuras de los Apóstoles. El niño le preguntó a la mamá: “quienes son ellos”, y ella le respondió: son los santos. Cuando en la clase de religión le preguntaron al niño qué era un santo, no vaciló en responder: “un santo es un hombre que deja pasar la luz”. Nota: Esta es la vocación de los padres y esposos: dejar pasar la luz de Dios por ellos hacia sus hijos, a través del ejemplo. Las edades de una hija: A los 4 años: Mi mamá puede hacer cualquier cosa. A los 8 años: Mi mamá sabe muchísimo. A los 12 años: Mi mamá realmente no lo sabe todo. A los 14 años: Naturalmente mi mamá no tiene ni idea sobre esto. A los 16 años: ¿Mi madre, pero ¿qué podrá saber ella? A los 18 años: ¿Esa cucha? Pero si se crio con dinosaurios…A los 25 años: bueno, puede que mamá sepa algo del tema. A los 35 años: ¡Antes de decidir, me gustaría saber qué opina mi mamá! A los 45 años: Seguro que mi madre me puede orientar. A los 55: Qué hubiera hecho mi madre en mi lugar. A los 65 años y con los ojos llenos de lágrimas: ¡Ojalá tuviera a mi madre para hablar de esto con ella…ya no la tengo! La familia Águila [Familias formadoras de familias] [Dejará el hombre a su padre…]
Papá águila, ve que la rama en donde está el nido con la mamá águila y sus tres hijitos aguiluchos, está a punto de caerse por el peso. Coge en sus garras al primero, se eleva con él y le pregunta: ¿tú qué piensas hacer en tu vida? Él responde: cuidar de mis papás. Entonces el papá águila lo devuelve al nido. Coge en sus garras al segundo, se eleva con él y le pregunta: ¿tú qué piensas hacer en tu vida? Él responde: cuidar de mis papás. El papá águila lo devuelve al nido. Coge en sus garras al tercero, se eleva con él y le pregunta: ¿tú qué piensas hacer en tu vida? Él responde: cuidar de mis aguiluchos como tú cuidaste de nosotros. Entonces el papá águila, lo deposita con cuidado en una rama fuerte para que hiciera ahí su nido… La familia y el burro: [Sin comentarios] Había una vez un matrimonio con un hijo de doce años y un burro. Decidieron viajar, trabajar y conocer el mundo. Así, se fueron los tres con su burro. Al pasar por el primer pueblo, la gente comentaba: “Mira ese chico mal educado; él arriba del burro y los pobres padres, ya grandes, llevándolo de las riendas” Entonces, la mujer le dijo a su esposo: “No permitamos que la gente hable mal del niño.” El esposo lo bajó y se subió él. Al llegar al segundo pueblo, la gente murmuraba: “Mira qué sinvergüenza ese tipo; deja que la criatura y la pobre mujer tiren del burro, mientras él va muy orondo encima”. Entonces tomaron la decisión de subirla a ella al burro, mientras padre e hijo tiraban de las riendas. Al pasar por el tercer pueblo, la gente comentaba: “Pobre Hombre, ¡después de trabajar todo el día debe llevar a la mujer sobre el burro! y pobre hijo ¡qué le espera con esa madre!” Se pusieron de acuerdo y decidieron subir los tres al burro para comenzar nuevamente su peregrinaje. Al llegar al pueblo siguiente, escucharon que los pobladores decían: ¡Pero si son unas bestias, más bestias que el burro que los lleva, van a partirle la columna!” Por último, decidieron bajarse los tres y caminar junto al burro. Pero al pasar por el pueblo siguiente no podían creer lo que las voces decían sonrientes: “Mira a esos tres idiotas: caminan, cuando tienen un burro que podría llevarlos”. Entonces se miraron, se abrazaron y siguieron felices sin poner cuidado a los comentarios. Perdiendo el tiempo: [Dedicarle tiempo a la familia] Dos señoras muy amigas se encuentran en el supermercado. Rosita saluda a María: ¿Cómo te ha ido? A los 15 minutos María le responde: Bien Rosita y ¿cómo está su familia? A la media hora Rosita le responde: Ahí, bregando. A la hora, María vuelve y le pregunta a Rosita: ¿Acaso es que tienen problemas? A la hora y media, Rosita le dice: Si…como todo el mundo. A las dos horas, se despide María de Rosita, diciéndole: “Bueno… me tengo que ir…y Rosita le responde: listo - ¡Hablamos cuanto tengamos más tiempo…! La vida pasa rápido… [Es hora de valorar la familia] [Para misa con niños] Primera escena: Sale la familia Díaz planeando sus vacaciones. 2. Acto: sale la familia Díaz empacando maletas. 3. Acto: Sale la familia Díaz abordando el avión para irse. Título de la obra: “Los Días se van volando”. La familia es la clave [No cambiar la familia por nada] Un niño le hacía este comentario a su amiguito: “Me quedé sin internet unas horas y mientras me arreglaba, conocí unas personas geniales. Dicen que son mi familia”. ¿Pareja sin problemas? Un matrimonio es entrevistado en un programa de televisión por no haber tenido ni una sola discusión después de cincuenta años de convivencia. Todo curioso, el periodista les pregunta: - ¿Pero es cierto que nunca han tenido ninguna discusión? - Nunca -respondió la mujer. - ¿Y cómo es eso posible? Deben quererse y comprenderse mucho. - Bueno, cuando nos casamos, mi marido tenía una yegua preciosa; era la criatura que más amaba sobre la Tierra y no dejaba que nadie se le acercase. El día de nuestra boda salimos de la iglesia en una carroza tirada por la yegua; anduvimos algunos metros y la yegua tropezó. Mi marido miró de reojo a la yegua y dijo: - Uno. – Después de algunos metros más, la yegua volvió a tropezar. Mi marido se enfrentó con la yegua y dijo: - Dos. – La tercera vez que la yegua tropezó, mi marido no dijo nada, sacó la escopeta y le metió seis balazos al pobre animal. - ¿Se puede saber por qué has hecho eso? Pregunté aterrada. Mi marido me miró y dijo: - Uno. – Después de ese momento, jamás hemos discutido. Sacar tiempo para el hogar Un trabajador, fue premiado como el trabajador del año; nunca había llegado tarde ni había faltado en nada a su empleo. Hasta que un día le dice a su jefe con toda sinceridad: - Señor, hoy cumplo mis bodas de plata y quiero celebrarlo con mi esposa y mis hijitos. Necesito pedirle permiso. Y el jefe le dijo: - ¿Pero…Esto se va a repetir cada 25 años? Oh, ¡cómo la quería!
El sacerdote estaba terminando la sepultura de una señora, y de repente el marido de 78 empezó a gritar: "Oh, ¡cómo la quería! Los familiares y amigos se sentían incómodos. Sus hijos, sonrojados intentaban hacer callar al papá. "Está bien, papá, comprendemos tu dolor, pero..." El esposo miraba fijamente el ataúd que era colocado en la tumba.
El sacerdote siguió rezando y el hombre gritaba más fuerte: Oh, ¡cómo la quería! La gente empezó a dispersarse y él seguía gritando. "El sacerdote le dijo: yo sé cómo se siente, pero ella ya partió, y todos tenemos que morir algún día. Vámonos ya. ¡Oh, cómo la quería! Usted no me entiende…Lo que pasa Padre, es que una vez, yo estuve a punto de decirle a ella: “cómo la quería” y no lo hice!
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