El cielo brilla en la familia. [No hay
nada como la familia. ¡Valorémosla!]
Una niña de ocho años, en
una pequeña composición para la escuela, describió cómo era su familia. El
escrito decía: “En mi casa hay dos
habitaciones, dos hamacas, una ventana pequeña y un gato blanco. En mi casa
sólo comemos juntos en la noche, cuando mi papá regresa a casa con una bolsa
llena de panes y de pescado seco. En mi casa todos somos pobres, pero mi papá
tiene los ojos azules, mi mamá tiene los ojos azules, mi hermano tiene los ojos
azules y también el gato tiene los ojos azules. Cuando estamos todos reunidos
en la mesa para iniciar la comida, mi casa se parece al cielo”.Las edades
de una hija:
A los 4 años: Mi mamá puede hacer cualquier
cosa. A los 8 años: Mi mamá sabe
muchísimo. A los 12 años: Mi mamá realmente no lo sabe todo. A los 14 años:
Naturalmente mi mamá no tiene ni idea sobre esto. A los 16 años: Mi madre, pero
¿qué podrá saber ella? – A los 18 años: ¿Esa cucha? Pero si se crio con
dinosaurios. A los 25 años: bueno, puede que mamá sepa algo del tema. A los 35
años: ¡Antes de decidir, me gustaría saber qué opina mi mamá! A los 45 años:
Seguro que mi madre me puede orientar. A los 55: Qué hubiera hecho mi madre en
mi lugar. A los 65 años y con los ojos llenos de lágrimas: ¡Ojalá tuviera a mi madre para hablar de esto con ella – Ya no la
tengo!
¡Oh, ¡cómo la quería!
El
sacerdote estaba terminando la sepultura de una señora, y de repente el marido
de 78, llorando, empezó a gritar: Oh, ¡cómo la quería! - Los familiares y amigos
se sentían incómodos. Sus hijos, sonrojados intentaban hacer callar al papá.
¡Está bien, papá, comprendemos tu dolor, pero, ya cállate! El esposo miraba fijamente el ataúd que era
colocado en la tumba. El sacerdote siguió rezando y el hombre gritaba más
fuerte: Oh, ¡cómo la quería! La
gente empezó a dispersarse y él seguía gritando. "El sacerdote le dijo: yo
sé cómo se siente, pero ella ya partió, y todos tenemos que morir algún día.
Vámonos ya. ¡Oh, cómo la quería!
Padre, Usted no me entiende. Lo que pasa Padre, es que una vez, yo estuve a
punto de decirle a ella: “cómo la quería”
y ¡nunca lo hice!
La familia
es la clave [No
cambiar la familia por nada] [Para Niños]
Un niño le hacía este comentario a su
amiguito: “Me quedé sin internet unas horas y mientras se arreglaba, conocí
unas personas geniales. Dicen que son mi familia”.
La familia y
el burro:
Había una vez un matrimonio con un hijo de
doce años y un burro. Decidieron viajar, trabajar y conocer el mundo. Así, se
fueron los tres con su burro. Al pasar por el primer pueblo, la gente
comentaba: “Mira ese chico mal educado; él arriba del burro y los pobres
padres, ya grandes, llevándolo de las riendas” Entonces, la mujer le dijo a su
esposo: “No permitamos que la gente hable mal del niño.” El esposo lo bajó y se
subió él. Al llegar al segundo pueblo, la gente murmuraba: “Mira qué
sinvergüenza ese tipo; deja que la criatura y la pobre mujer tiren del burro,
mientras él va muy orondo encima”.
Entonces tomaron la decisión de subirla a
ella al burro, mientras padre e hijo tiraban de las riendas. Al pasar por el
tercer pueblo, la gente comentaba: “Pobre Hombre; ¡después de trabajar todo el
día debe llevar a la mujer sobre el burro! Y pobre hijo ¡qué le espera con esa
madre!” Se pusieron de acuerdo y decidieron subir los tres al burro para
comenzar nuevamente su peregrinaje.
Al llegar al pueblo siguiente, escucharon
que los pobladores decían: ¡Pero, sí que son bestias, más bestias que el burro
que los lleva, van a partirle la columna! Por último, decidieron bajarse los
tres y caminar junto al burro. Pero al pasar por el pueblo siguiente no podían
creer lo que las voces decían sonrientes: “Mira a esos tres idiotas: caminan,
cuando tienen un burro que podría llevarlos”. Entonces se miraron, se abrazaron
y siguieron felices sin poner cuidado a los comentarios.
Por una gota
de agua
Estanislao yace en su lecho de muerte. A su
alrededor se encuentran sus seres queridos. Al acercarse el momento final,
alcanza a murmurar: —Debo contarles mi mayor secreto. Su familia lo anima a
continuar. —Antes de casarme lo tenía todo —dice Estanislao—, autos deportivos,
mujeres hermosas, muchos amigos y una gran fortuna. Pero un amigo mío me
aconsejó: “Cásate y forma una familia. De otro modo, no habrá nadie que te dé a
beber un vaso de agua en tu lecho de muerte”. Así que seguí su consejo y dejé
de salir a divertirme. Cambié a las mujeres por mi esposa y a las cervezas por
alimento para los niños. Vendí mi Ferrari e invertí en fondos para la
universidad. Y aquí estoy. Pero, ¿saben una cosa? —¿Qué? —preguntan sus
familiares. —¡Ni siquiera tengo sed!
Bendita la familia…[!Aunque
haya problemas!]

Un matrimonio es entrevistado
en un programa de televisión por no haber tenido ni una sola discusión después
de cincuenta años de convivencia. Todo curioso, el periodista les pregunta: -
¿Pero es cierto que nunca han tenido ninguna discusión? – Nunca – respondió la
mujer. - ¿Y cómo es eso posible? Deben quererse y comprenderse mucho. – Bueno,
cuando nos casamos, mi marido tenía una yegua preciosa; era la criatura que más
amaba sobre la Tierra y no dejaba que nadie se le acercase. El día de nuestra
boda salimos de la iglesia en una carroza tirada por la yegua; anduvimos
algunos metros y la yegua tropezó. Mi marido miró de reojo a la yegua y dijo: -
Uno. – Después de algunos metros más, la yegua volvió a tropezar. Mi marido se
enfrentó con la yegua y dijo: - Dos. – La tercera vez que la yegua tropezó, mi
marido no dijo nada, sacó la escopeta y le metió seis balazos al pobre animal.
- ¿Se puede saber por qué has hecho eso? Pregunté aterrada. Mi marido me miró y
dijo: - Uno. – Después de ese momento, jamás hemos discutido. La vida
pasa. [Como los años pasan] [Para niños]
Primera escena: Sale la familia Díaz
planeando sus vacaciones. 2. Acto: sale la familia Díaz empacando maletas. 3.
Acto: Sale la familia Díaz abordando el avión para irse. Título de la obra: “Los Días se van volando”.