16° Domingo del Tiempo Ordinario, 21 de Julio de 2019, Ciclo C

publicado a la‎(s)‎ 18 jul 2019, 19:00 por Diseño Web Santa Ana Centro Chía   [ actualizado el 18 jul 2019, 19:37 ]
Chía, 21 de Julio de 2019
 

Saludo cordial y bendición a todos los fieles de esta comunidad de Santa Ana.

Orando y Trabajando, Obtendremos la Mejor Parte

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   El Evangelio de hoy revela el sentido de lo esencial en la vida del creyente. La actitud de Marta va en la línea de los afanes y las urgencias. Se deja sumergir en el activismo descuidando la relación con Jesús y la escucha de su palabra. Olvidó que la llegada del Señor a su casa era la gran oportunidad para estar con él y escucharlo. Al preferir la dedicación a las cosas, cayó en la agitación y el nerviosismo. Es ella quien acoge a Jesús en su casa, y por obvias razones se inquieta y se afana. Por el contrario, la actitud de María va en línea de lo esencial y lo verdaderamente importante: acoger al Señor en su corazón, es decir, en su propia intimidad, constituye la parte mejor, y por eso nadie se la quitará.

   Aunque Marta quería quedar bien ante el Señor reservándole lo mejor de sus servicios, “se quedó en las cosas del Señor”; mientras que María “escogió al Señor de las cosas” y le entregó su ser entero. Las dos hermanas son necesarias, la una para la otra, y se complementan para el anuncio del evangelio, ya que en la acción o en la contemplación, somos del Señor. San Francisco de Sales explica la convivencia entre Marta y de María: “Haz como los niños pequeños que con una mano se agarran a su padre y con la otra cogen moras a lo largo del camino. Recojamos las moras y continuemos siempre tomados de la mano de Dios que nos sostiene”.

   Marta y María, sinónimos de acción y contemplación, nos recuerdan que cuanto hacemos en nombre de Dios es importante, pero cuando estamos con él, él será el primero, el único necesario, el más importante y lo definitivo. Marta y María son ejemplo eximio de acogida a Dios, porque hicieron de su casa el hogar de Jesús, como deberían ser todas las familias. La aparente contraposición no está entre la acción de Marta y la contemplación de María, sino en el interior de Marta, agitada, inquieta y afanada en su sano deseo de servir, y el gozo y la paz interior de María a los pies del Señor escuchándolo. 

   Marta no entendió que el corazón humano de Jesús tenía hambre, no del pan material, sino del pan del amor, el que verdaderamente alimenta. De ahí que Jesús la interpela con cariño: “Marta, Marta, tú te inquietas en tantas cosas…y sólo una es necesaria…”. Jesús quiere ir más allá de los afanes materiales porque, “no solo de pan vive el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios”. Él interviene para colocar en orden las prioridades del ser humano, sobre todo cuando hay necesidad de uno solo, y María lo escogió y se quedó a sus pies. 

   Todos tenemos algo de Marta y algo de María. Corremos de acá para allá intentando hacer las cosas lo mejor posible. Pero también nos deleitamos a los pies del Señor disfrutando de su presencia, escuchando su palabra y alimentándonos de él. Jesús no nos exime de cumplir nuestras tareas, pero nos recuerda que tenemos que aprender a priorizarlo y saber que él ha de tener un altar en nuestro corazón. ¿Quién no tiene infinidad de cosas que hacer? Como Marta, andamos a las carreras y estresados por tantos quehaceres. Olvidamos sacar tiempo para estar con el Señor, y cuando logramos sacar un rato en la oración o en la adoración, quizá no hacemos silencio en nuestro interior, invadidos por tantas agitaciones y distracciones que nos roban la parte mejor. 

   Marta y María se complementan: María no hubiera podido estar a los pies del Señor si Marta no hubiera atendido los quehaceres de la casa. Con Marta ausente, María hubiera tenido que realizar las tareas necesarias del hogar. Ambas representan dos aspectos importantes del ser humano: lo espiritual, -que ha de ser primero-, y luego lo práctico que complementa a lo primero. María necesita la labor de Marta para poder encausar su vida espiritual y su creatividad. Marta necesita la espiritualidad y contemplación de María para darle propósito y bendecir sus actividades. 


   María escucha, observa, contempla, admira, se asombra, se compadece y crea. Marta ejecuta, organiza, embellece, administra y optimiza tiempo, espacio, recursos y energía. La clave está en unir estas dos dimensiones: Si somos sólo María, tenemos una espiritualidad sin frutos; si somos sólo Marta, tenemos orden y belleza sin alma, sin espiritualidad y sin propósito. María, intuitiva e intangible, y Marta, ocupada en los detalles rutinarios que hay que realizar, nos enseñan que en el mar de la vida será necesario, como lo afirma San Benito, navegar con dos remos: el de la acción y el de la contemplación. Ora et labora. 

   Propongámonos darle a nuestra vida un lugar privilegiado a la oración y adoración al Santísimo y a todo lo espiritual para reestablecer nuestra semejanza con Dios. Y que las actividades de cada día las dediquemos al Señor. Así, cada domingo, postrados a sus pies, escuchemos su Palabra, tomemos su alimento y regresemos a las labores con la convicción que estando a sus divinos pies, escogemos la mejor parte. ¿Cuánto tiempo dedicamos a los quehaceres, y ¿Cuánto tiempo dedicamos a dialogar a Dios? 

   A quienes nos siguen a través de internet, en la página: www.santaanacentrochia.org les envío mi bendición, y los invito a caminar juntos, extendiendo como discípulos misioneros, el reino de Dios donde quiera que nos encontremos. 

Feliz semana para todos. Que Dios los bendiga y la Virgen María los proteja. Amén.


Padre Luis Guillermo Robayo M.   
Rector Capilla Santa Ana de Centro Chía