21° Domingo del Tiempo Ordinario, 23 de Agosto de 2020, Ciclo A

publicado a la‎(s)‎ 22 ago 2020, 18:28 por Diseño Web Santa Ana Centro Chía   [ actualizado el 23 ago 2020, 11:12 ]
Chía, 23 de Agosto de 2020

 Saludo y bendición a todos ustedes, discípulos misioneros de esta comunidad de Santa Ana.
 Lecturas de la Celebración

Tú Eres el Mesías, el Hijo de Dios
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Saludo Padre Rector Luis Guillermo Robayo M.
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Homilía Padre Rector Luis Guillermo Robayo M.

   En el Evangelio de hoy, Jesús dirige dos preguntas fundamentales a sus discípulos y que también resuenan en nuestros oídos: ¿Quién dice la gente que soy yo? y ¿Quién dicen ustedes que soy yo? Son tan comprometedoras, que preferimos preguntar a que nos pregunten. Acordémonos de aquel estudiante que estaba nervioso antes de los exámenes, y alguien le dice: ¿Te preocupan las preguntas, ¿no? No, dice, a mí lo que preocupan son las respuestas. Pues hoy nos preocupan las preguntas del Señor, porque también nos preocupan las respuestas que le demos.  

   Son preguntas no pueden quedar en el pasado porque Jesús no es reproducción del pasado, ni el Evangelio, ni el reino. Jesús es “hoy”, es anuncio de lo “nuevo”, y el evangelio siEue siendo para hoy. Las preguntas del Señor no pueden dejarnos indiferentes. Primero pregunta sobre lo que la “gente piensa y dice”. Saben que no es como los demás pero no saben quién es. Sin embargo a Jesús le interesa es saber qué piensan los discípulos, y lo que significa para cada uno. Aparece, entonces, la respuesta de Pedro al confesarlo como Señor y Mesías, como una revelación del Padre que anuncia el nacimiento de la Iglesia.

   El don de la fe se lo da el Padre a Pedro, no por mérito ni por cualidades personales, sino por propia bondad Dios. Es el don más precioso, el de reconocer a Dios como Mesías, como la auténtica luz que guiará nuestros pasos hacia la felicidad eterna. Gracias a la fe, Pedro encontró la fuerza para llevar a término su misión en la tierra.

   Pedro será, a partir de entonces, cabeza y primado de la Iglesia, responsable de ella. El elogio a Pedro, - obediente a la inspiración del Padre-, y con los poderes de atar y desatar que le da el Señor, no termina ahí. Tendrá que ser como el Hijo, manifestarlo y seguir sus caminos. Deberá ser un servidor como el Hijo, que “no vino a que le sirvan sino a servir”, y tendrá que subir a Jerusalén, ser apresado, juzgado y condenado. La suerte de Pedro, entonces, no puede ser otra que la misma de Jesús.

   La pregunta a sus discípulos siempre tendrá vigencia: ¿Quién es, entonces, Jesús para cada uno de nosotros? Cada respuesta también nos confronta a nosotros mismos: Jesús es alguien que tiene que incomodar, que obliga a abandonar nuestra seguridad porque no nos puede dejar tranquilos en nuestras actitudes, posturas y falta de compromiso. 

   Hablar de Jesús y no provocar  escándalo alguno, es señal de que hablamos según lo que más nos convenga, o que hablamos más desde nuestros caprichos y acomodos, que desde El. ¿Quién es Jesús para nosotros hoy? Cada uno tendrá su propia respuesta. 

   Será alguien que nos impacta y sacude las fibras de nuestro corazón y de nuestro ser? ¿Alguien que apasiona nuestra mente y nuestro corazón? ¿Alguien que da sentido y dirección a nuestras vidas? ¿Alguien capaz de sacarnos de nuestros egoísmos y comprometernos con los demás?

   Quizá, sean muchos los que profesan su fe, pero en un Jesús que les suavice las exigencias del evangelio. Mientras todo vaya bien, es fácil decir, “Tú eres el Hijo de Dios”, o mientras no tenga dificultades es fácil seguirlo. Es fácil decir que creemos pero hasta que nos exigen testimoniar lo que creemos. Es fácil decir “yo quiero ser cristiano”, hasta que me encuentro con exigencias de conversión, de fidelidad y de vida nueva. Es fácil comulgar mientras no sea más que abrir la boca y tomar la hostia, pero ¿doy mi vida por él? ¿Será que justificamos o acomodamos nuestra respuesta a Dios, según la opinión de los demás?

   Dice el Papa Francisco: “Jesús nos mira hoy a los ojos y nos pregunta: « ¿Quién soy yo para ti?». Es como si dijera: « ¿Soy yo todavía el Señor de tu vida, la orientación de tu corazón, la razón de tu esperanza, tu confianza inquebrantable?» Es la pregunta decisiva, ante la que no valen respuestas circunstanciales porque se trata de la vida: y la pregunta sobre la vida exige una respuesta de vida. De poco sirve conocer los artículos de la fe si no se confiesa a Jesús como Señor de la propia vida”.

   Como Pedro, abramos el oído y el corazón a la revelación del Padre que susurra muy dentro de nosotros la respuesta que agrada a Jesús, respuesta de una fe no aprendida de memoria, sino vivencial: «¡Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo, tú eres mi Señor!». Que la Virgen María, portadora de la gracia, nos ayude a responder con corazón sincero, que Jesucristo su divino Hijo, es el Salvador de todos los hombres y la fuente viva de nuestra esperanza.

   A quienes nos siguen a través de internet, en la página: www.santaanacentrochia.org o a través del Facebook de la capilla Santa Ana para las Eucaristías, les envío mi bendición, y los invito a seguir extendiendo, como discípulos-misioneros, la Buena nueva del Reino de Dios, donde quiera que se encuentren. 

Feliz semana para todos. Que Dios los bendiga y la Santísima Virgen los proteja.


Padre Luis Guillermo Robayo M. 
Rector Capilla Santa Ana de Centro Chía