Chía, 27 de Septiembre de 2020 Saludo
y bendición, queridos discípulos misioneros de esta comunidad de Santa Ana. Lecturas de la Celebración“Que tu 'sí', sea un 'SÍ', o que tu 'no' sea un 'NO' ” Saludo Padre Rector Luis Guillermo Robayo M. Este Evangelio cuestiona a fondo nuestra respuesta a las llamadas
de Dios, mediante dos modelos diferentes de hijos, con algo de positivo cada
uno. En la historia de los dos hijos,
Jesús quiere que nos asomemos a la mente y al corazón de Dios. Todos podemos contestar a la pregunta que nos
hace Jesús: ¿Cuál de los dos hermanos hizo la voluntad de su padre? Pero
la propuesta no consiste en imitar a alguno de los dos, sino en sumarnos lo
bueno de ambos. Es decir, nos pide una respuesta más perfecta: hacer la
voluntad de Dios.
Dios nos dotó con el don de la libertad para poder elegir. Un “no” siempre puede convertirse en un “sí”. El primer hijo de la parábola representa a los ancianos, los sacerdotes, los escribas, los conocedores de las escrituras, los exploradores de todas las minucias de la ley. Sus vidas aparentemente eran un sí, pero sus mentes, sus corazones y sus actitudes no cambiaron ante el mensaje de Jesús. El segundo hijo representa a los recaudadores de impuestos, prostitutas, gente sencilla, los gentiles y pecadores que vivieron un tiempo de espaldas a Dios, pero luego necesitaron de él, a quien veían como el único que los podía comprender. Escucharon el mensaje de la conversión predicada por Juan Bautista, y sus vidas, que aparentemente eran un no, sin embargo, con la conversión, se transformó en un sí. Hay muchos que dicen: “no voy”, pero luego tienen el coraje de reflexionar y “van”, como hay muchos que han dicho “sí” para quedar bien, pero luego sus vidas han sido un “no” al evangelio. Pretendemos quedar bien con nuestras palabras, pero luego quedamos mal con nuestras vidas. No basta decir sí, si luego nuestras vidas son una incoherencia y terminan siendo un no. Como también puede que muchos que, en un principio dijeron no, luego de reflexionar, terminen haciendo de sus vidas un sí.La parábola refleja mucho de nuestras vidas. ¡Cuántos hemos dicho “sí” pero luego nuestra vida es un “no”, o cuántos han dicho “no” y luego sus vidas son un “sí”! Cuántas familias, por ejemplo, dicen un “sí” al bautismo de sus hijos, y se comprometen ante Dios y ante la iglesia a educarlos cristianamente, pero luego van en dirección contraria, olvidando cultivar la viña de la fe. Cuántos matrimonios delante del altar viven con gozo y alegría esa fecha dulce y bendecida. Todo es una fiesta al amor que comienza con un tremendo sí, y jurando ante Dios fidelidad “en lo bueno y en lo malo, en la alegría y en la tristeza, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, para amarte y respetarte todos los días de mi vida”.Luego sigue el vals del Danubio Azul, y luego la “luna de miel.” Todo es un “sí” al amor, un canto a la felicidad y a la fidelidad. Si dejamos de cultivar nuestro amor en la viña del amor divino, todo se acabará. ¿Cuántos decimos alegremente, “SI” a Dios, y ahora nuestra vida es un completo “NO”?. Muchos somos como un canto que, con el paso del tiempo se va rayando hasta que se apaga su música. Si decimos “sí” a Dios amor, tendremos que decir no al rechazo a nuestros hermanos. Si decimos “sí” al perdón ofrecido en la cruz, debemos decir no al deseo de venganza. Si decimos “sí” al Dios de la vida, debemos decir no a todo lo que daña la vida. Si decimos “sí” a la invitación que Dios nos hace a trabajar en su viña, debemos decir no a la pereza. Si decimos “sí” a todo lo que engendra paz y alegría, debemos decir no a la violencia y a lo que destruye la paz. Si decimos “sí” al amor, debemos decir no a cuanto lo daña. La Santa Eucaristía que celebramos ¿nos ha cambiado, o al contrario, salimos de ella estancados en nuestra dureza de corazón? ¿Nos amañamos en la tibieza o frialdad espiritual? El peor obstáculo que Dios encuentra en nuestro corazón para responderle, es el creernos ya demasiado buenos. ¡Qué maravilla saber que el privilegio del pecador es poder cambiar, y decirle sí a Dios! San Pablo dice que Jesús es el hombre del “sí”. Sí y no, las dos palabras más poderosas e importantes que podemos decir. Dios dice “sí” a todos sus hijos. Si le hemos dicho “sí”, vigilemos para que nuestra vida nunca sea un “no”. Él nos ama y para corresponderle a su amor, lo más importante no son las palabras sino las obras.Reconozcamos que puede haber alguna mentira en los que dicen SI, y también puede haber mucha sinceridad en los que dicen NO. Como reza el refrán: “Ni están todos los que son, ni son todos los que están”. No podemos condenar ni a los unos ni a los otros, porque su corazón solo lo conoce Dios. A quienes nos siguen a través de internet, en la página: www.santaanacentrochia.org o a través del Facebook de la capilla, les envío mi bendición, y los invito a seguir extendiendo, como discípulos-misioneros, la buena nueva del reino de Dios, donde quiera que se encuentren. Feliz semana para todos. Que Dios los bendiga y la Santísima Virgen los proteja.Padre Luis Guillermo Robayo M. Rector Capilla Santa Ana de Centro Chía |