Chía, 8 de Mayo de 2022 Saludo cordial y bendiciones a todos los fieles de esta comunidad de Santa Ana. “En Sinodalidad, Bajo el Cayado del Buen Pastor" Este IV Domingo de Pascua, lo conocemos como el “Domingo del buen Pastor”, porque leemos
la parábola del buen pastor. Es el Domingo
de todos aquellos a quienes él ha llamado y les ha confiado el ministerio del
pastoreo en la Iglesia, a través de los cuales sigue realizando su
tarea pastoral. La tarea de todos los pastores del pueblo de Dios, es la que
Jesús ha confiado, colocándolas en las manos de sus ministros servidores.
Tres frases resumen el significado del Buen Pastor: “Escuchar la voz del Pastor”. “El pastor conoce a sus ovejas y da la vida por ellas”, y “Las ovejas le siguen porque conocen su voz”. Para que las “ovejas escuchan la voz del Pastor”, el Pastor tiene que conocer a sus ovejas y estar “cerca de ellas, dando la vida por ellas”. No se puede ser pastor, ni apacentarlas a control remoto. Tristemente cada vez escuchamos menos la voz de Dios; desconocemos que somos hermanos, ovejas del mismo rebaño del Señor, y tristemente, aunque las ovejas sean cada día más, los pastores son cada día menos. Jesús, el Buen Pastor, se regocija con las ovejas que están cercanas a él, pero también va en busca de las extraviadas. No teme ni montes, ni bosques, ni barrancos hasta llegar a la oveja perdida, la recupera, la toma sobre sus hombros, asume su propio cansancio y venda sus heridas. Es el Pastor de infinita misericordia, cuyo amor quiere alcanzar a todas las ovejas, aunque sean de otro redil: “tengo otras ovejas que son de otro redil que necesitan ayuda”. El amor de Dios es para todos, porque todos cabemos en su corazón. Aquellos que se han apartado de su amor y han perdido el calor de su corazón, son buscados de una manera aún más entrañable por él. Y al encontrarnos, su alegría es infinita, porque todos nos hemos extraviado alguna vez como la oveja perdida. La única seguridad de las ovejas, es el redil de los brazos de Cristo, supremo y solícito Pastor de su rebaño. Jesús se define como “Palabra”, nosotros deberíamos definirnos como “oídos, y escucha”, porque la fe nace precisamente de escuchar a alguien; a Jesús que nos habla y nos llama hacia él. El seguimiento es la respuesta dócil, como la oveja, a la palabra escuchada. Por eso, una de las características
fundamentales de toda comunidad creyente es la proclamación y la escucha de la
Palabra. Este mundo ofrece tantas palabras vanas,
invitaciones y tantas distracciones que nos llevan por falsos caminos. El
Buen Pastor nos brinda agua y pastos frescos que reparan nuestras fuerzas. Entonces,
lo esencial para ser discípulos de Jesús, es escuchar su voz, ser dóciles a él,
y seguir la huella de sus pasos.
¿Cómo escuchar a Dios en una sociedad llena de ruidos? Con frecuencia, se hacen análisis de los ruidos en las ciudades, y casi siempre superan los decibeles permitidos. La voz de Dios llega primero, de manera casi imperceptible, al alma. Tiene muy pocos decibeles, pero suficientes para ser escuchada por quienes tienen todavía oídos atentos. Cuando queremos escuchar música, tratamos de propiciar un silencio en la sala que nos permita escuchar bien la música. Cuando queremos escuchar la Palabra de Dios, también será preciso hacer silencio en el corazón y la mente; sólo en ese silencio interior podremos disfrutar de la música de la Palabra de Dios. El Señor da por hecho que, “sus ovejas escuchan su voz”. Esto implica que estemos atentos a lo que él nos dice, y que dispongamos de tiempos adecuados para esta escucha. El problema es que hoy estamos más atentos a tantas cosas que nos distraen: aparatos, redes sociales, preocupaciones y afanes que nos hacen sordos e indiferentes, y pareciera que no escucháramos o huyéramos a aquello que en verdad vale, como es la Palabra de Dios. Habitualmente
uno escucha decir: “Padre, he llegado cuando ya habían leído el Evangelio, ¿me
vale la Misa?” El problema no es si me vale o no la Misa; el problema es que no
he “escuchado” la Palabra de Dios. Por consiguiente, ¿dónde puede estar la
respuesta del “seguimiento”? ¡Allí donde está tu tesoro está tu corazón!
Recordemos que somos “rebaño”, que “somos ovejas” y formamos una comunidad de vida, de relación y de amor que camina unida y en sinodalidad - porque tiene el mismo origen, el mismo impulso y la misma meta- hacia Dios. El Señor nos presenta una comunidad nueva, una comunidad interactiva en la cual todos somos importantes en la medida en que escuchemos a Jesús, pero también, en la que todos tenemos que escucharnos porque todos somos “escuchados por el Señor. “…El que escucha mis palabras…tendrá la vida eterna”. Que la liturgia de este Domingo, nos ayude a reconocer la voz del Señor, especialmente en aquellos que están lejos de Él y que en el fondo de su alma necesitan la mano tendida y segura del Buen Pastor. Que nuestra vida prolongue las entrañas y misericordia del Señor, para que algún día se cumpla el sueño del Señor: “Ser un solo rebaño bajo el cayado de un solo Pastor”A quienes nos siguen a través de internet, en la página: www.santaanacentrochia.org o por el Facebook de la Capilla Santa Ana, les envío mi bendición, y los invito a seguir extendiendo, como discípulos misioneros, el reino de Dios donde quiera que se encuentren. Feliz semana para todos. Que Dios los bendiga y la Santísima Virgen los proteja. Amén. Padre Luis Guillermo Robayo M. |