Chía, 18 de Septiembre de 2022
Saludo cordial y bendición a todos ustedes, queridos fieles.
"Lo Mucho Comienza en lo Poco…Y Pone en Juego la Eternidad"
En esta parábola,
el hombre rico es Dios, los administradores todos nosotros, y lo administrable
son los bienes y riquezas de este mundo que el Señor nos confía saber
administrar. En la parábola, en la que parece que triunfa el mal, el Señor nos llama
a tomar en serio las tareas del reino, y nos advierte que el mal hay que vencerlo con astucia
y sagacidad.
No es que Jesús alabe la mala administración, la trampa, el fraude, la estafa o la complicidad para obrar el mal. Sería un absurdo. El administrador es elogiado por la habilidad, la sagacidad, la astucia, lo vivo que es y lo rápido que piensa para aprovechar la ocasión y resolver su futuro. Jesús quiere destacar lo avispados que son los hijos del mundo para sus cosas, y lo ciegos y poco creativos que somos los hijos de la luz. Pero es obvio que, por haber usado su astucia para el mal, y como no fue fiel en lo poco, es castigado perdiendo la confianza de su señor, sufriendo la vergüenza del despido, y quedando marcado para siempre como ladrón. A este administrador, podríamos nombrarlo como el “patrono de tantos corruptos”, porque, aunque mutuamente se protegen, necesitarán de algún patrono que los identifique. Este es un Evangelio de gran actualidad. Todos somos conscientes que la “corrupción” es hoy el “gran virus” que está apolillando la sociedad entera. La sentencia del Señor es clara: Dios y el dinero son dos amos que no comparten su soberanía, por lo que nadie puede servir a los dos al tiempo. En nuestra vida no siempre administramos bien los tesoros que Dios nos confía. En muchos momentos nos volvemos “ladronzuelos” de nuestra propia existencia y de nuestra propia eternidad, levantándonos contra el mismo Dios. La bondad de Dios es infinita y su misericordia es eterna, pero ello no quita que reflexionemos si en nuestras cuentas con Dios estamos a paz y salvo.¿Somos astutos o no en lo relativo a Dios? ¿Estamos interesados en su reino o, por el contrario, nos interesamos de vez en cuando? ¿Procuramos ajustar nuestra vida, conducta y actitudes con el evangelio? Si tuviésemos la misma astucia, la misma viveza y la misma rapidez de pensamiento de aquel administrador para renovarnos con los criterios de Dios, todo sería diferente. Hay dichos: “hecha la ley, hecha la trampa”. Alguien decía agudamente: “nunca faltan vivos que te hacen los zapatos antes que tengas los pies”. El Señor nos ha concedido talentos que pueden dar el ciento por uno en los asuntos de Dios. ¿Seremos tan necios de no ponerlos al servicio del Señor? Todo lo que nos ha dado Dios, es de él y, en la medida en que administremos hábilmente sus bienes al servicio de los demás, así mismo seremos felicitados por el Señor en el balance final. En cualquier lugar o función que cumplamos, en lo poco o en lo mucho, hagamos florecer los talentos que él nos ha dado. Administrémoslos bien en aras del bien verdadero. La fidelidad en lo mucho, comienza en la fidelidad en lo poco, como la
infidelidad en lo mucho comienza con la infidelidad en los poco. Aquel que dice
la verdad, siempre será grande así se vista de harapos, mientras que un
mentiroso nunca será grande, aunque pueda llegar muy alto, a través de la
estafa o la mentira.
El Sabio nos recomienda: “El dinero hay que ponerlo debajo de los pies para que no domine nuestra cabeza”. Es mejor que Dios sea nuestro Padre, a que el dinero sea nuestro dueño. Dios deja de ser Dios ante quienes absolutizan las cosas o el dinero. Las manos con las que se uno se aferra ávidamente estrechando el dinero, no pueden estar libres para alzarlas y bendecir a Dios. Lejos de condenar el dinero, el Señor nos pide que, al administrarlo, ojalá fuéramos tan astutos como los 'hijos de este mundo'. El poseedor de bienes puede y debe prestar su servicio de gestión, -de manera honrada-, a sus hermanos, a su familia, a los que sirve y a quienes colocan su confianza en él. No servir al dinero, sino servirse de él. Los pobres y necesitados son la urna bendita que nos permite los ahorros para la salvación. Claramente Jesús nos exhorta a saber elegir entre él y el espíritu del mundo; entre la lógica de la corrupción, del abuso y de la avidez, o la lógica de la rectitud, de la humildad y del compartir. Y ante la astucia mundana, nos pide saber responder con la astucia cristiana que es un don del Espíritu Santo.En conclusión: revisemos cómo van nuestras cuentas con Dios. ¿Nos creemos dueños de todo? Reconozcamos que ser administradores humildes y confiables con lo que él nos presta, eso nos abrirá, las puertas de la eternidad. No hay cosa más bella que dejar las llaves de nuestra casa en las manos de una persona totalmente confiable. Dios nos dio las llaves de la creación. Que él nos bendiga y nos dé una vida limpia de engaños y mentiras. A quienes nos siguen a través de internet, en la página: www.santaanacentrochia.org les envío mi bendición, y los invito a caminar juntos, extendiendo como discípulos misioneros, el reino de Dios donde quiera que nos encontremos. Feliz semana para todos. Que Dios los bendiga y la Virgen María los proteja. Amén. Padre Luis Guillermo Robayo M. |