Saludo 25° Domingo del Tiempo Ordinario, 23 Septiembre 2018, Ciclo B

publicado a la‎(s)‎ 22 sept 2018, 15:30 por Diseño Web Santa Ana Centro Chía   [ actualizado el 29 sept 2018, 13:58 ]
Chía, 23 de Septiembre de 2018
 

  Saludo y bendición, queridos discípulos misioneros de esta comunidad de Santa Ana.

“La Primacía del Servicio”

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   El Evangelio de este Domingo nos muestra que en la lógica de Jesús, no es importante el hombre que domina, sino el que sirve a los demás. Nos enseña la grandeza de lo débil y lo pequeño. 

   De hecho, los doce apóstoles que eligió eran pescadores humildes y sencillos y fue sobre su “debilidad” que fundó su Iglesia, y con ellos difundió por el mundo la grandeza del Evangelio, dirigido, a su vez, a los más humildes, pobres y sencillos.

   Jesús les hablaba como en “frecuencia modulada”, y los discípulos en “amplitud modulada”. Ondas distintas que imposibilitan un verdadero encuentro. Él les habla en un sentido, y ellos lo entienden en otro, y así no hay posibilidad de encuentro. Físicamente estaban muy cerca de Jesús, pero espiritualmente lejos. Ellos iban con la maleta llena de ambiciones humanas; no entendían el lenguaje de la Cruz y tenían miedo a “preguntar” dado que es peligroso entrar en la lógica de Dios. 

   Le escuchaban, pero estaban seducidos por los afanes del mundo. Quizá les apetecía más otro tipo de alimento que la comida que Jesús les brindaba. No les gusta que les hablen de la Cruz, tal vez, porque no logran entender su verdadero sentido. Es lo que nos sucede hoy, pues tampoco queremos entender el lenguaje de Jesús y por eso no queremos hablar de la Cruz porque sabemos la profundidad de sus exigencias, implicaciones, es decir, del servicio extremo.

   El crucificado nos revela “el poder de Dios” porque es el poder del servicio. Nos revela la “sabiduría de Dios”, porque es la sabiduría del amor y la entrega por los demás. 


   Nuestra misión como creyentes ha de ser recuperar el misterio del servicio sin límites, de volver a la esencia del “poder” que no es dominio sino “servicio”, a la esencia de la “sabiduría” que no es filosofía ni ideología, sino pensar con el corazón y vernos, no como los que estamos “arriba” sino como los que “queremos cambiar el mundo desde abajo”.

 

   En el mundo hay muchos que tiene poder, pero muy pocos que lo usan para servir. Sabemos que los auténticos guías de la humanidad no son los que dominan por la fuerza, sino los que sirven con todas sus fuerzas. El secreto de la vida cristiana en las relaciones de  fraternidad residirá en no querer ser el primero, sino el último y el servidor de todos. 


   Se requiere pedirle a Dios la fuerza para no considerarnos superiores a nadie. Este es el secreto de la verdadera humildad, del verdadero amor, de la verdadera práctica de la vida religiosa. Quien cumple esta consigna del Señor, será el más grande en el Reino de Dios.

 

   Lo dañino para la fe y para nosotros mismos, es pensar que nuestros pecados son mayores que la misericordia de Dios que se manifiesta en Cristo crucificado. La Cruz, la Muerte y Pasión del Señor, le permitieron colocarse de último para salvar a todos. Sólo así pudo vencer a la muerte y abrirnos la eternidad. Aunque nuestra debilidad y limitación siempre nos acompañe, no podemos dejar sobre los hombros de Dios todo lo que acontece de negativo en el mundo. Hay que ayudarlo, sirviendo y dando la vida por los demás.

 

   Al abrazar al niño, Jesús nos está gritando que la vida cristiana ha de ser apertura, acogida y servicio al más humilde. Todos deberíamos ser como niños, es decir, desarmados de tantos deseos de poder, avaricia y mundanidad. 


   "Ser como niños" no es una asignatura en la que un día uno se "gradúa". Nadie se ha "graduado" de niño. 


   Es una actitud, es un camino. Hacerse pequeño es un modo de escapar de redes de grandeza. Al pequeño, el orgullo o la vanidad, nunca lo atrapan. Jesús, al elegir a un niño, nos deja ver el rostro de la sencillez, humildad y servicio, y define la grandeza y la importancia de sus discípulos por la transparencia, el desprendimiento y la generosidad, en el marco natural del niño. Abrazando a un niño, nos recuerda el Señor, que el amor de Dios es generoso, auténtico y esencialmente Divino.

 

 

 Jesús quería pasar de incógnito, porque todo lo que viene de Él es discreto y escondido. ¿Cómo voy yo por la vida? Jesús instruye a los discípulos: ¿Yo instruyo o impongo? Jesús se hace servidor de todos: ¿Soy selectivo/va con quien quiero servir? Jesús hace la voluntad del padre: ¿Soy de los que le pido a Dios que se haga mi voluntad "? Como las abejas se esfuerzan cada día en la búsqueda del polen, y aún entregan su vida por defender el panal; como la madre que se sacrifica para que sus hijos estén bien, descubramos que la verdadera grandeza se esconde en el servicio y la entrega.

   Que el Señor nos ayude a ser como niños, es decir, principiantes, tratando de vivir acorde con la Palabra del Señor e iluminados por el Espíritu, para así intuir que ser el último significa servir con generosidad. Si servimos des interesadamente, nos sentiremos mejor, porque para Jesús, solo es importante aquel que sirve. Solo un mayor compromiso es señal de una mayor cercanía de la Gracia de Dios que nos elige y nos fortalece. 

   A quienes nos siguen a través de internet, en la página: www.santaanacentrochia.org les envío mi bendición, y los invito a seguir extendiendo, como discípulos-misioneros, la Buena nueva del Señor, donde quiera que se encuentren. 

Feliz semana para todos. Que Dios los bendiga y la Virgen los proteja. Amén.


Padre Luis Guillermo Robayo M.   
Rector Capilla Santa Ana de Centro Chía