Chía, 17 de Octubre de 2021 Saludo y bendición, a todos ustedes, queridos fieles. “El Que No Vive Para Servir, No Sirve Para Vivir" En el Evangelio de hoy, Santiago y Juan piden a Jesús un puesto de honor para ellos en el reino. La ambición personal, los deseos, honores, dignidades y vanagloria, les cerró la puerta del corazón a estos discípulos, quedando la sombra y de espaladas al plan de Jesús, a su abajamiento y su cruz.Es muy fácil buscar gloria y poder y, tal vez, pensar que se puede merecer o tener derecho a ello. Lo difícil es asumir lo que él implica el camino del Señor. Ya en otra ocasión los discípulos discutían sobre quién de ellos era el más importante y quién tendría el mejor lugar en el Reino. Jesús les muestra que la verdadera "importancia" y el "primer puesto" es el del servicio. “El que quiera ser el primero, que se haga el servidor de todos”. Esa es la clave para poder entender en qué consiste la verdadera calidad de la vida cristiana: “muchos últimos serán primeros y muchos primeros serán últimos”. Estas palabras señalan que en la comunidad cristiana el modelo de autoridad es el “servicio”. Los discípulos no entienden que el camino de Jesús no va por la vía estrecha del poder o la ambición, sino por el sendero amplio del amor, que lo hace sentirse último, y no primero. No es el mandar, es el servir. Ellos lo siguen como si él les ofreciera “una carrera de ascensos”.Y para servir lo que se necesita es “imitar a Jesús entregando su vida por los demás”. Se necesita “ser capaz de amar hasta entregar la propia vida”, como él lo dijo: “Nadie ama más al amigo que el que da la vida por él”. El Señor, que “no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida para salvarnos”, muestra que el camino va marcado por la humildad, la caridad y el servicio. Pero nuestro corazón, al querer liberarse de tantas cargas y fatigas, sueña, - como les pasó a Santiago y Juan-, dar como una especie de “salto automático” a lo más alto y al primer lugar, para ahorrarse el peso y las exigencias del camino de Jesús, que, con todas sus cargas, sus fatigas y su cruz, es el sendero necesario para llegar al reino.Ejercer la autoridad no es tiranizar, sino dar la vida sirviendo. Ahí está la verdadera grandeza. Si el combustible de nuestro corazón es la ambición, el ascenso o el éxito, ni miraremos a Jesús, ni miraremos a los demás. ¿Acaso no llevamos dentro de nosotros esa ansia de “poder”, “de mando”, “de jefe”, de “ocupar los primeros puestos? ¿Será verdad que “necesitamos del poder” para “servir a los demás? ¿El que “no sirve desde el llano”, podrá servir desde arriba? Los otros discípulos se enojan, pues la competencia por el poder y por ser el primero crean división y resentimiento.Para llegar a los que están más arriba hay que pedir permiso, sacar cita y esperar si la dan, mientras que nadie compite por estar abajo, ni para ello se requiere sacar citas; basta salir a la calle y encontrarse con los demás: Estar arriba hace que uno se mire a sí mismo; estar abajo con los demás, hace que todos nos miremos a la cara.
El que sirve de verdad busca la cercanía, siente las necesidades de los demás y está siempre disponible para ayudar. Ese es el primer paso hacia el servicio. El que sirve a sus hermanos no pierde nada y todo lo gana. No es posible que desde la cima de los montes podamos servir mejor a los que están en el valle. ¿Será que desde las alturas se ven y se sienten mejor las urgencias de los que están abajo? El servicio no nace del “título” ni del “lugar que ocupamos”, sino de “nuestra condición de hijos y hermanos”. Nace de “saber reconocer la dignidad de los demás”, y de “seguir a Jesús, el “siervo servidor de todos”. Solo se requiere estar cerca, al lado del que lo requiere.Preguntémonos: ¿Queremos ser los primeros? ¡Seamos los primeros en servir” ¿Queremos que haya comunión entre nosotros? ¡Amemos! ¿Queremos estar arriba? ¡Rebajémonos con Jesús! A quienes nos siguen a través de internet, en la página: www.santaanacentrochia.org les envío mi bendición, y los invito a seguir extendiendo, como discípulos-misioneros, la Buena nueva del Señor, donde quiera que se encuentren. Feliz semana para todos. Que Dios los bendiga y la Virgen los proteja. Amén. |