Chía, 13 de Noviembre de 2022
Saludo y bendición a todos ustedes, queridos fieles.
"Dios no tiene Fecha, porque su
Amor es Eterno…No Vayamos tras los Falsos Profetas"
El Evangelio de hoy nos invita a mirar hacia el futuro, y nos
recuerda que el tiempo en esta vida, es como una sala de espera, en un temido
consultorio en que, de un momento a otro se asomará la muerte diciéndonos: “El siguiente”. Si estamos en una etapa final de la
historia, y de cada uno de frente al fin de nuestra vida, entonces ¿Qué hacer?
¿Cómo reaccionar? ¿Hacia dónde caminar? ¿Vale la pena vivir? ¿De qué voy a morir? Las pistas nos las ofrece el evangelio: “Cuidado con que nadie os engañe, porque vendrán usurpando mi
nombre, diciendo: “Yo soy” O bien: “El momento está
cerca”- “No les hagáis caso”. Nada es eterno. La historia, el mundo y la vida, tienen fecha de caducidad. El futuro y la eternidad pertenecen sólo a Dios. ¿Acaso la proliferación de tantas sectas, no pretenden, -vanamente- asegurar algo que sólo le compete a Dios? ¿Cuántos de aquellos que se dicen hijos de Dios, acosados por el miedo, colocan su fe en todo tipo de sectas y supersticiones que engañan a tantos que sufren, llevándolos por el camino la mentira a través de lectura de cartas, adivinaciones, o acertijos? Bien lo dice el proverbio: “La mentira quizá produzca flores de engaño, pero nunca producirá frutos. En muchos ambientes cristianos,
-aparentemente practicantes-, surge una avalancha de vaticinios y predicciones
de acontecimientos extraordinarios, que acentúan el pánico y el temor. Todo
esto en gran parte es por falta de claridad en la fe y de un encuentro personal
con el Dios del amor y la esperanza. Olvidamos que el final siempre nos trae un principio, y que la última etapa de los tiempos que anuncia el evangelio, dará paso a algo totalmente distinto. De la misma forma que, la noche da paso al día, el otoño a la primavera, o la muerte a la vida, el final, del que nos habla el Señor, dará lugar al cielo nuevo y a la tierra nueva. Aunque el tiempo es corto, es suficiente para pregustar, “aquí y ahora” los tiempos nuevos que inauguró el Señor. Por él, la eternidad ya está presente entre nosotros. Los cristianos no podemos ser “profetas de desventuras”. Creemos que, desde que Cristo resucitó, el triunfo de Dios está alentándolo y transformándolo todo. El Reino de Dios brota en el interior del creyente, y nuestras acciones, desde ese interior, muestran lo que soñamos alcanzar: la eternidad. “Por sus frutos los conocerán”. Si preguntan a Google por el fin
del Mundo les dirá que son muchos los falsos profetas que lo han anunciado en
más 242 fechas distintas y ninguna ha resultado ser cierta. Hay demasiados profetas que
nos anuncian “la mentira revestida de
verdad”; “Gurús” que anuncian felicidades que nunca llegan, o
“falsas divinidades” con pies de barro. Tantos que “anuncian riquezas fáciles”, pero “con raíces podridas por la corrupción”, o “poderes fáciles”, que esclavizan a los demás, o “amores fáciles” que traicionan el
verdadero amor. Es cuando se necesita la fuerza poderosa de nuestro testimonio
para saber distinguir “al Dios verdadero,
de tantos dioses”. El mensaje de Jesús es de vigilancia y esperanza. El campesino que labra el campo y siembra la semilla, cuida su labor pensando en la cosecha que llegará a su debido tiempo. Al pensar y tener en cuenta el final, se afrontan con más coraje las dificultades, se superan más fácilmente las fatigas y trabajos. ¿Acaso el campesino pretende recoger una gran cosecha sin haber preparado la tierra para alcanzarla? El padre, a su hijo va universitario le advierte que va a encontrar dificultades, que el estudio no es fácil, que le van a exigir mucho esfuerzo y dedicación, y que como padre lo animará y lo ayudará para que no tenga miedo porque, gracias a la perseverancia, saldrá adelante en su profesión. El Señor sentencia: “Habrá
guerras, destrucciones, catástrofes y desastres, pero no tengáis pánico, con
vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas”. No es válido decir que somos seguidores de Jesús cuando el camino es
fácil, sin contratiempos en la vida, ni tentaciones contra las cuales luchar y
vencer. En las dificultades y pruebas es donde se forja el verdadero carácter,
la valía de nuestra personalidad y la fe en Cristo. Dice el Señor: “No tengáis pánico; confiad en mí, con
vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas”.
En las estaciones, la belleza externa es “hermosa”, pero “fugaz”, y lo que era un bosque verde, el invierno lo desnudará dando la apariencia que ha muerto. Lo único cierto es que, luego saldrá “lo que no veíamos”. La sabia corre por la raíz y los troncos para renovarse en primavera. La verdadera “belleza es la interior”, porque la exterior es demasiado frágil. Es bueno admirar “la belleza exterior de las piedras y el templo”, “pero será mejor admirar la belleza de la experiencia de Dios dentro del templo, y la belleza interior de nuestros corazones. Demasiados profetas falsos nos invitan “a mirarnos; por fuera”, a “esclavizarnos de lo de externo”, y a “vivir como escaparates”. Pero la verdadera belleza es la que nunca se destruirá “la belleza de la gracia y del amor en nuestras almas”. Cuando leemos una novela que nos intriga
y atrapa, todos solemos hacer una trampa. No podemos esperar a averiguar el
desenlace y nos vamos a la última página para saber cómo termina la historia. Nos interesa más el final de la trama que el resto de las aventuras de los personajes. La fecha del fin del mundo es lo de menos, hay que estar es preparados, como si cada día, fuera el último día (El reloj de Aquisgran). El fin del mundo se nos viene encima cuando muere un ser amado, cuando me despiden del trabajo, cuando fracasa un matrimonio, cuando me diagnostican una enfermedad sin remedio, etc. Que no nos engañen falsos mesías, ni nos paralice el miedo. Dios quien pronunció su primera palabra, pronunciará también la última, y será: “su decisión de amarnos por siempre”. “Enséñanos, Señor, a calcular nuestros días, para que adquiramos un corazón prudente” A quienes nos siguen a través de internet, en la página: www.santaanacentrochia.org o a través del Facebook de la Capilla, les envío mi bendición, y los invito a caminar juntos, extendiendo como discípulos misioneros, el reino de Dios donde quiera que nos encontremos. Feliz semana para todos. Que Dios los bendiga y la Virgen María los proteja. Amén. |