Saludo 3° Domingo de Cuaresma, 24 Mar 2019, Ciclo C

publicado a la‎(s)‎ 22 mar 2019, 14:23 por Diseño Web Santa Ana Centro Chía   [ actualizado el 22 mar 2019, 15:13 ]
Chía, 24 de Marzo de 2019
 

Saludo y bendición de cuaresma, a todos los fieles de esta comunidad de Santa Ana.

Tenme Paciencia, Señor, y Daré Mucho Fruto” 

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   En este tercer Domingo de Cuaresma, Jesús recuerda, con palabras exigentes, la necesidad de conversión, en aras a descubrir la infinita paciencia de Dios, -como la tuvo con la higuera-; además nos recuerda que la justicia divina exige de nosotros obras y frutos concretos de conversión auténtica y permanente. De ahí que la parábola de la higuera sea un gran consuelo para el hombre débil y no pocas veces estéril en sus esfuerzos de conversión. Dios no sólo espera, además actúa en la conciencia humana para que se convierta y dé frutos.                                                          

   La finalidad de este evangelio es despertar las conciencias adormecidas y acomodadas en su estilo de vida. La misericordia de Dios, no sólo pide conversión, sino que ayuda para que ésta sea posible. El viñador tiene esperanza en la higuera; a pesar de su esterilidad, él cree poder ayudarla a cambiar de situación volviéndola fecunda. El año de paciencia, evoca su misericordia. Ésta se hace concreta en el servicio que se le presta a la higuera para que genere vida. 

   De la higuera se espera una respuesta, de la cual dependerá su vida. Así se conjuga la misericordia de Dios - quien le da un tiempo más-, con la justicia: “Si no da fruto, la cortas”. Es decir: “El hecho que estés y sigas aquí es una oportunidad que Dios te da. Él te ha tenido paciencia. Pero no abuses de la misericordia de Dios. Llegará un tiempo en que ya no podrás hacer nada”.

 

   Convertirse implica buscar los medios concretos para vivir en coherencia con el mensaje de Jesús. Él nos dijo: "Si no os convertís, todos terminaréis igual". Es decir, “si no cambiamos nuestra forma de ser, nos perderemos lo mejor”. La conversión es una tarea que hay que comenzar ya. “No dejemos para mañana lo que tenemos que hacer hoy”. 


   Entonces, Jesús interpela a los que dejan “para mañana” la conversión, el abandono de un mal hábito o el corregir una conducta dañina, porque retrasar la conversión, es ofrecerle tiempo al demonio. El tiempo que el Señor nos da, es una activa y una dichosa espera; no para quedarnos de brazos cruzados. Él hace todo lo que puede para que la higuera comience a fructificar, pero al final, “si no da fruto, la corta”.

 

   ¿Acaso, qué padre, por amor, no es exigente por el bien de sus hijos? Si Dios es exigente, es porque nos ama inmensamente, pero a la vez, es infinitamente misericordioso porque somos la parte más preciosa de su corazón, así nuestra vida pase - como la higuera- por momentos marchitos e improductivos.

 

   Alguien dijo: Las oportunidades son como los amaneceres, que, si uno espera demasiado, se los pierde”. Dios nos tiene paciencia, sigue esperando que demos fruto. Ser cristiano no es llevar una etiqueta, o un salvoconducto de salvación. Ser cristiano indica una manera de ser dando permanente fruto. Si uno no da fruto, llega a ser un estorbo, una higuera estéril, en la viña del Señor. 


   Cada año, cada instante, cada Cuaresma, cada Pascua Dios nos ofrece una oportunidad para remediar nuestra aridez. 


   Cristo, el viñador, intercede a cada instante ante el dueño de la viña por nosotros, para que nos tenga paciencia, pero seguida de nuestra obligación de dar frutos. Esto nos llena de confianza para rehacer constantemente nuestra vida, haciéndola fructificar de la mano del Señor.

 

   Como el jardinero no quiere perder ninguna de sus plantas, Dios, con su mano divina quiere podarnos, infundiéndonos la savia de su Espíritu divino para que en Él podamos crecer. Los frutos serán el resultado de su divina providencia y del esfuerzo del hombre. Como buen jardinero nos riega y nos enriquece sin medida con miles de oportunidades para renacer en frutos que perduren.

 

 

 Somos higueras bendecidas en la viña del Señor; higueras que tanto ama, que ha cuidado y regado con su divino amor y su gracia por doquier. Hoy nos ofrece un año más de su paciencia. ¿Cuándo llegará el día en que Dios encuentre nuestra vida cargada de frutos? ¿Seremos tan ingratos ante tanta bondad y paciencia? No olvidemos que con Cristo ha llegado la plenitud de los tiempos, y con Él, la plenitud de la paciencia y de la misericordia divina.

 

   La conversión seria y profunda no es fácil, ni es cosa de unas horas o días. Porque Dios conoce el interior del hombre, Él sabe esperar con pausas largas y sin prisas. ¿Estamos sinceramente dispuestos a dar lo mejor de nosotros por lograr una verdadera conversión?.

   A quienes nos siguen a través de internet, en la página: www.santaanacentrochia.org les envío mi bendición, y los invito a seguir extendiendo, como discípulos misioneros, el reino de Dios donde quiera que se encuentren. 

Feliz semana para todos; que Dios los bendiga y la Virgen los proteja. Amén.


Padre Luis Guillermo Robayo M.   
Rector Capilla Santa Ana de Centro Chía