Saludo
cordial y bendición para todos, en esta víspera de Navidad.
“Ya Llega El Señor…" En este último Domingo del Adviento, la visita de María a Isabel, que escuchamos hoy, nos prepara para
vivir bien la Navidad, comunicándonos el dinamismo de la fe, la alegría y la
caridad que obra del Espíritu Santo. Lo
interior y lo entrañable es lo que marca la pauta en esta visita.
El viaje de María a la casa de su
prima Isabel, es el primer paseo de Jesús; la primera visita a sus
parientes.
María, podría haberse quedado en casa para prepararse para el nacimiento de su hijo; en lugar de eso, se preocupa primero de los demás que de sí misma, demostrando, de hecho, que ya es una discípula de ese Señor que lleva en su vientre. El evento del nacimiento de Jesús comenzó así, con un simple gesto de caridad; además, la auténtica caridad es siempre el fruto del amor de Dios”. (Papa Francisco) En su visitación, María no va obligada a servir. Su servicio brota de dentro del corazón, y “pone prisa a sus pies”; se olvida de sí misma para pensar que Isabel está más necesitada. Y su saludo de alegría despierta alegría porque Isabel se llena del Espíritu Santo y grita su saludo, y hasta el niño que lleva dentro salta dentro de su vientre. Es un encuentro sorpresivo, como todos los encuentros con Dios. Y un encuentro de mujeres y de niños. Aquí no figura ni Zacarías ni José, sino María e Isabel, en un encuentro “de la alegría de la fe”, “de la alegría del amor”, “de la alegría del servicio”.En esta visita encontramos dos mujeres “llenas por dentro: “Isabel cargando en su seno al “precursor”. “María cargando en su seno a “Dios en camino”. Las dos “llenas de la alegría del amor”. Las dos “llenas de alegría por el misterio de salvación que llevan dentro”. María e Isabel, cantaron la grandeza de Dios que ha actuado en sus vidas; y los dos niños, -el niño Jesús y Juan el Bautista-, saltaron de gozo en el vientre de sus madres. El encuentro de Isabel y María, es el encuentro de dos mujeres cargadas con el misterio de Dios: Isabel a punto de dar a luz al precursor de Jesús. María gestando en su seno a Jesús. Las dos llenas de Dios. Su encuentro es un encuentro de vida. Isabel se llena del Espíritu Santo. El niño salta de alegría en su seno. Cada una reconoce en la otra el misterio de Dios. Isabel reconoce la maternidad divina en María, cuando llena del Espíritu Santo, fue la primera en llamarla bendita entre las mujeres y "madre del Señor"; fue la primera en conmoverse ante la presencia de Jesús, y grita llena de júbilo: "Bendito es el fruto de tu vientre", reconociendo que las verdaderas bendiciones vienen del fondo del alma.Es ahí en donde Dios habita, ama, crea, renueva y bendice por toda la eternidad. Isabel reconoce la grandeza de María para creer en la Palabra de Dios. En contraste, con Zacarías que sigue mudo por dudar de esta palabra.
Necesitamos salir de nosotros mismos, y caminar llevando a Cristo en el amor y el servicio a quienes nos rodean. No basta estar al lado de alguien, hay que llevar vida y lleno el corazón. Todos necesitamos de alguien que despierte lo que duerme dentro de nosotros, que despierte nuevas esperanzas y ganas de vivir. Damos lo que vivimos, lo que llevamos dentro. Por eso, todo encuentro debiera ser una primavera que estalla en jardín de flores. La simple presencia ya es la mejor palabra, y la presencia de Dios no necesita de muchas palabras. En la Navidad, el mundo se detiene un instante y celebra en armonía el nacimiento del niño Dios. ¿Qué le tenemos preparado al Señor Jesús? Dios no necesita cosas, necesita de nosotros, y nosotros no necesitamos juguetes, necesitamos de Dios y de nuestros hermanos. La esposa no necesita el último perfume, necesita al esposo. Los ancianos y los mayores no necesitan guantes finos, necesitan que sus hijos y nietos les calienten las manos. Dar cosas es lo más fácil, darse uno mismo es difícil, pero es lo más bello. Jesús es el regalo de Dios para todos nosotros y no necesita nada, solo nos necesita de nosotros y del pesebre de nuestro corazón. Faltan unos días para la Navidad, y alguien “espera nuestra visita porque nos necesita”. ¿Quién
nos estaré necesitando? ¿A quién tendríamos que visitar? ¿A quién tendríamos
que llevar nuestra alegría? ¿A quién tendríamos que ofrecer nuestros servicios? Preparamos a la Navidad, pero no arreglando nuestra casa sino sirviendo y
visitando a los demás; saliendo de nosotros y pensando en los demás,
despertando alegría y esperanza en los demás, porque Navidad es Dios que sale
de sí mismo y piensa en nosotros.
En nombre de nuestro Obispo,
Monseñor Héctor Cubillos Peña, y los sacerdotes que los hemos acompañado en
este año 2.021, les deseamos una feliz navidad en familia y un próximo año
lleno de bendiciones. Que el Señor Jesús, su santísima Madre, y nuestra patrona
Santa Ana los acompañen y protejan siempre. Amén. Padre Luis Guillermo Robayo M. |