Chía, 28 de Marzo de 2021 Saludo
y bendición, queridos discípulos-misioneros de esta comunidad de Santa Ana. "Domingo de Ramos" Saludo Padre Rector Luis Guillermo Robayo M. Con la celebración del Domingo de Ramos damos comienzo a la Semana Santa,
la cual hay que mirar dentro de una dinámica de continuidad. La entrada de
Jesús en Jerusalén montado en un asno, es la entrada del Mesías humilde, en la
que encontramos unidas su realeza y su humildad que culminaran en la cruz. El
Mesías rey empieza su camino hacia la Pascua, pero entronizado en un humilde
asno, y será la cruz será el verdadero trono de su reinado; lugar donde dará la
vida por amor, donde asumirá el mal de la humanidad.
Paradójicamente el letrero en la cruz, “Éste es Jesús, el rey de los judíos”, estaba en continuidad con lo que Jesús había reconocido en su respuesta a Pilato: “tú lo dices, soy rey”, y también con aquella escena en la cual, después de coronarle de espinas y de haberle hecho coger una caña por cetro, se habían burlado de él diciendo: ¡salve, rey de los judíos! Los dos momentos: la entrada de Jesús en Jerusalén montado en un asno y el ser clavado en la cruz, son complementarios en la revelación que Dios hace en su Hijo. En la semana mayor contemplamos, unida la realeza y la humildad del Mesías salvador. El Domingo de Ramos conjuga dos sentimientos: por un lado, el júbilo y la aclamación del Señor y, por otro, el abandono, la pasión y la muerte de cruz. Que diferentes son los ramos verdes y la cruz; las flores y las espinas. Quienes antes le tendían por alfombra sus propios mantos, a los pocos días lo desnudan y se los reparten a suerte. El hosanna entusiasta se transformó, días más tarde, en un grito enfurecido: ¡Crucifícalo, crucifícalo!La fe, ciertamente pasa por estas dos vertientes: el gozo y la cruz. Jesús puede bendecir al mundo con el don precioso de la paz; nos aseguran que la humildad representada en un burrito es el mejor vehículo para llegar a todos los corazones, y que la Iglesia sigue vitoreando y gritando al mundo que Jesús es el único Señor, y seguirlo exige fidelidad, constancia y sacrificio, en aras del gozo de la resurrección. La Semana Santa nos acerca a los misterios del Señor. Adentrémonos en ella, aceptando la invitación del Señor: «Tomad y comed: esto es mi cuerpo que será entregado por vosotros». En la Eucaristía del Jueves Santo, se conmemora la última Cena del Señor. En ella, Jesús, Pan de vida, se nos da como alimento; se prolonga en el amor fraterno y en el servicio de la caridad universal. Luego, en la liturgia del Viernes Santo «miramos el árbol de la cruz, donde estuvo clavada la salvación del mundo».En este tiempo en que hemos sufrido la pandemia, habrá que fijar nuestros ojos en el Señor Jesús, quien soportó la cruz sin miedo a la ignominia, y desde ella, en el calvario, nos fortalece y nos atrae hacia él. El Sábado Santo es el día del júbilo y la alegría por excelencia, porque el Señor vence el pecado y la muerte con su gloriosa Resurrección, reconciliándonos con el Padre celestial. La solemne vigilia pascual de esta noche grandiosa, prolonga en el Domingo de Pascua sin ocaso, el triunfo del Señor. Es la celebración más grande de nuestra fe, porque Cristo ha resucitado, abriéndonos las puertas de la eternidad. Desde entonces sabemos que todos tendremos un final feliz. Comencemos la Semana Santa con un nuevo ardor dispuestos a servir al Señor Jesús. Semana Santa, es la gran oportunidad para morir al pecado y resucitar a la gracia de una nueva vida con Cristo. Tiempo para morir a nuestro egoísmo y resucitar al amor. Que el Señor nos permita decir al final de esta Semana Santa: «no ha sido una semana cualquiera. Hemos estado más cerca de las fuentes de la vida, hemos conocido de nuevo la profundidad del amor divino y su perdón. Hemos saboreado, de nuevo, el pan partido, el amor sin medida de Dios. Es el tiempo y la hora de decidirnos más por el Señor».
A todos les envío mi Bendición, y que Dios, en
su infinita misericordia, nos conceda perseverar en las procesiones de nuestra
vida, para que merezcamos entrar con él en la ciudad santa, en aquella
procesión en la que seremos recibidos con todos los suyos por el Padre
celestial, por toda la eternidad. Los ramos verdes se marchitan pronto; que nuestra fe y adhesión al Señor sea más ardiente y que nunca se marchite. A quienes nos siguen a través de internet, en la página: www.santaanacentrochia.org o a través del Facebook de la capilla Santa Ana, les envío mi bendición, y los invito a seguir extendiendo, como discípulos-misioneros, la Buena nueva del Señor, donde quiera que se encuentren. Feliz Semana Santa para todos. Que Dios los bendiga y la Santísima Virgen los proteja|. Amén. HIMNO DE ACLAMACIÓN Hoy me he vestido de fiesta, para seguirte los pasos. Y he salido a la calle, con mi ramita en la mano. Vas montado en un burrito. Todos te van saludando. Y yo levanto mi rama, y tú mi rama has tocado. Oh Jesús de mi vida, siendo amor, perdón y entrega, has cruzado la muralla,
sabiendo lo que te espera. |