Chía, 7 de Junio de 2020 Saludo y bendición a todos ustedes, discípulos misioneros de esta comunidad de Santa Ana. Lecturas de la Celebración“Dios
es Amor” Saludo Padre Rector Luis Guillermo Robayo M. Homilía Padre Rector Luis Guillermo Robayo M. Dios es Amor, y es el amor el que define este Misterio
insondable que llega a lo más hondo de nuestras entrañas: ¡Dios es familia!
¡Dios es comunicación mutua! ¡Dios es comunidad! En el Misterio de la Santísima Trinidad, ensalzamos, sentimos, palpamos
y proclamamos el inmenso amor de Dios que, lejos de quererlo para sí, lo
comparte, lo manifiesta en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Ante este
soberano misterio, damos gracias a Cristo porque a través de él
comprendemos, tocamos y amamos la grandeza de Dios. Al contemplar el misterio de la Trinidad de Dios, nos incorporamos
con Cristo, por Cristo, en el Espíritu y por el Espíritu a esa gran familia en
la que el Padre siempre tiene un lugar para cada uno de nosotros sus hijos. Los cristianos recibimos el Bautismo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Así comienza nuestra vida de miembros de la Iglesia. Con esta fórmula expresamos nuestra fe en los momentos más decisivos de nuestra existencia. La Santísima Trinidad es el misterio más escondido en Dios, el misterio de la intimidad de Dios, pero abierto a la mirada de todos. Como se trata de una verdad inefable que sobrepasa infinitamente los límites de lo creado, exige de nosotros una disposición de fe, docilidad y contemplación ante soberana majestad. Lastimosamente estamos tan acostumbrados a todo, que nos hemos vuelto indiferentes ante tantas maravillas que nos rodean. El misterio de la Santa Trinidad nos abraza y nos cubre todos los días, pero quizá permanecemos fríos e insensibles. Al persignarnos hacemos una señal de la cruz pequeña sobre la frente, la boca y en el pecho sobre el corazón, pero tal vez no sabemos lo que indican. La cruz sobre la frente se refiere al Padre que está sobre todo. La cruz en la boca, indica al Hijo, la Palabra eterna del Padre, brotada desde el seno del Padre celestial desde toda eternidad. La cruz sobre el corazón simboliza al Espíritu Santo. Este triple signo encierra el reconocimiento y aceptación al misterio creador más central del cristianismo.La Trinidad se revela como Padre amoroso creador, como hijo reconciliador y como Espíritu Santificador. Las tres personas distintas y un solo Dios verdadero; el misterio divino que aunque lo confesamos en nuestro credo, siempre será inabarcable porque solo el mismo Dios es quien lo puede revelar. Y es precisamente por el amor, como lo dice el Apóstol, que tendremos acceso a dicho misterio. San Juan afirma que el Dios de nuestra fe es “un Dios amor”, y su esencia es “el amor”. La trinidad no es solo el misterio de Dios, es también el misterio de cada uno de nosotros, en cuanto que el verdadero cielo y la morada de Dios somos cada uno de nosotros. “y vendremos él y haremos morada en Él”. En la experiencia humana, el amor se va colando en cada corazón de manera disimulada pero muy real, sensible y efectiva. Así pasa con la Santísima Trinidad que se va dejando encontrar en lo más cercano y cotidiano. De niños, mientras tomábamos el pecho de mamá, se nos iba descubriendo la imagen de Dios. Mientras íbamos descubriendo la imagen de “papá”, se nos iba regalando la imagen de “Dios Padre”. Fuimos descubriendo a Dios, al mismo tiempo que a nuestros padres. Hemos crecido con la imagen de Dios creciendo en nosotros. Mientras crecíamos nosotros, Dios iba creciendo en nosotros. Y lo primero que nos enseñaron y aprendimos fue el “Padre nuestro”, de modo que nuestra primera conversación con Dios fue “llamarle Padre nuestro”.Esto nos permite comprender que la Historia de la Salvación, ha sido la historia de ese Amor de Dios, que nos creó por amor y que, cuando por el pecado nos alejamos de su amor, no nos abandonó, y en la inmensidad de su amor envió a su Hijo al mundo, que nos amó con el amor más grande, el que da la vida por los amigos y, como si fuera poco, nos envió el Espíritu Santo para asegurarnos su presencia para siempre. La Santísima Trinidad, es la eterna historia de amor narrada de manera admirable en la Cruz. Misterio de amor del que venimos, en el que nos movemos y existimos y hacia el que caminamos. El misterio de la Santísima Trinidad, entonces nos asegura que nuestra mayor grandeza está en ser familia de Dios. Que Dios es familia nuestra, que estamos habitados por él y que somos el templo mismo de Dios. Esta solemnidad es, por lo tanto, la fiesta de Dios pero también en nuestra fiesta porque el mismo Dios hace fiesta en el recinto sagrado de nuestro corazón.Y no olvidemos que en esta historia de salvación, María santísima la Madre de Jesús, es la obra maestra de la Santísima Trinidad, porque en su corazón humilde y lleno de fe, Dios se preparó una morada digna para quedarse entre nosotros. Nadie como ella ha acogido en su alma la presencia misteriosa y fiel de la Trinidad Santísima. Que con su ayuda, progresemos en el amor y hagamos de nuestra vida un canto de alabanza al Padre, por el Hijo, en el Espíritu Santo. Como una madre no se cansa de amar a sus hijos, Dios, que nos envió a su hijo para salvarnos, con mayor razón nos seguirá amando y se seguirá revelando en las infinitas muestras de su amor por nosotros. Que esta Solemnidad nos ayude a ser dóciles al misterio y amarlo. Que tengamos la capacidad de dejarnos maravillar por él; que tengamos la capacidad de admirarnos ante su presencia cotidiana. Si la Santísima Trinidad es el misterio soberano, lo fundamental será, entonces, amar dicho misterio. A quienes nos siguen a través de internet, en la página: www.santaanacentrochia.org les envío mi bendición, y los invito a seguir extendiendo, como discípulos-misioneros, la Buena Nueva del Señor, donde quiera que se encuentren. “Santísima Trinidad, acompáñanos en los viajes de esta vida y en el viaje a la eternidad” Feliz semana para todos. Que Dios los bendiga y la Santísima Virgen los proteja. |