Saludo
cordial y bendición de año nuevo a todos los fieles de esta comunidad de Santa
Ana.
“Que Tu Santa Madre, Señor, Interceda por Nosotros" En este día, el
primero del nuevo año, la iglesia coloca todo el énfasis en María la Madre de
Dios. En ella, los proyectos, la vida, la familia y la iglesia estarán siempre
protegidas. El calendario litúrgico está lleno de todos los títulos que se le
han dado a María. El más importante es el que hoy celebramos, pues el hecho de
que sea la Madre de Dios, hace de ella la criatura más excelsa de las todas.
Por este misterio inefable, es que en la liturgia del primer día del año, la Iglesia nos invita a contemplar a la Madre del Redentor, nuestra madre del cielo, como el mejor modelo a seguir. Ella nos abre el camino y, así como guio a su divino Hijo, nos recuerda que antes de heredar el reino de los cielos, debemos dejarnos tomar en sus brazos de madre, para que luego ella nos presente a Dios.
En esta solemnidad, se une la celebración de Santa María, Madre de Dios y, a su vez, el nombre de Jesús que le da un valor infinito a la maternidad divina de la Virgen María. Ahí está la fuerza de esta solemnidad. Al declarar a María Madre de la Iglesia se está afirmando una realidad y no solamente un título. Corresponde a una real maternidad espiritual, porque es madre de Jesús y su más íntima compañera en la economía de la salvación. Ella continúa desde el cielo cumpliendo su función maternal de cooperadora en el nacimiento y en el desarrollo de la vida divina en cada una de sus hijos, los redimidos de su divino hijo.
En la Encarnación, María acepta ser la madre del Salvador y, por ende, madre de los salvados. Es madre de la cabeza, y en el orden de la gracia, se convierte también en madre del cuerpo místico. No se puede concebir a una cabeza sin cuerpo. María da a luz virginalmente a Jesús en Belén, y da a luz a la Iglesia al pie de la Cruz, cuando acepta ser madre de los creyentes. Darnos a luz, conllevó mucho dolor, no se desgarraron sus entrañas, pero sí su corazón.
Pidamos al Señor, al celebrar esta solemnidad y al comenzar este año, nos regale un corazón agradecido, como el de la Virgen María, para que sepamos acoger y respetar cualquier brote de vida que el Señor quiera poner en nuestras manos, de manera que nos convirtamos en constructores del reino de Dios. Que la presencia de María, ilumine nuestros pasos todos los días del año que hoy felizmente hemos iniciado, para que, como auténticos discípulos misioneros, seamos testigos del amor nacido en Belén y portadores de la paz que el mundo anhela. A quienes nos siguen a través de internet, en la página: www.santaanacentrochia.org o del Facebook de la Capilla, les envío mi bendición, y los invito a seguir extendiendo, como discípulos-misioneros, la buena nueva del Señor, donde quiera que se encuentren. Junto a Monseñor Héctor Cubillos, Obispo de nuestra Diócesis, les enviamos nuestra bendición y les deseamos un FELIZ AÑO 2.022. Padre Luis Guillermo Robayo M.
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