Chía, 17 de Abril de 2022 Saludo de Pascua, y bendición para todos. “El Señor ha resucitado, Aleluya, Aleluya. “Alegre la Mañana, que nos Habla de Ti. Alegre la Mañana" Hoy, Cristo resucitado nos trae una nueva primavera. El tronco viejo del mundo, al que nosotros estamos tan apegados, reverdece ahora y florece con nuevos ímpetus: ¡Ha resucitado! ¿Acaso este mundo no necesita un poco de alegría y de ilusión, de futuro y de coraje? El Domingo de Pascua nos invita a renacer con aquel que ya ha renacido, a vivir con el que es la vida. Nos empuja a vivir ya desde el suelo con la mirada puesta en el cielo. La gloria de Jesús, al resucitar, será atraernos y llevarnos al encuentro definitivo con el Padre. Si desde la cruz, en el Gólgota atraía a todos hacia él, ahora resucitado, viviremos con él para siempre. Es cierto que todos tenemos nuestras noches oscuras de dolor y sufrimiento. Pero no es menos cierto que todos tenemos también nuestros gozosos amaneceres llenos de esperanza. El domingo de resurrección es el domingo de la esperanza, y también de las prisas, porque todos corren. María Magdalena sale de madrugada a visitar el sepulcro. Al ver que la piedra del sepulcro estaba removida y que el cuerpo de Jesús había desaparecido, corre a comunicárselo a Pedro y a Juan. Sin deliberar, éstos a su vez, corren para cerciorarse del hecho. Cuando Juan vio los lienzos puestos en el suelo y el sudario doblado en un sitio aparte, entendió lo que Jesús había dicho que resucitaría al tercer día y entonces vio y creyó. Hoy, Jesús resucitado, sale invicto del cara a cara con la muerte. Es Pascua, y todos tenemos la misión de animar a los demás a disfrutar y a ser conocedores de los frutos de la resurrección. La mañana de Resurrección es una llamada a empujar al mundo hacia Cristo. La aurora de este histórico día, del triunfo de la vida sobre la muerte, nos llena de inmensa alegría. ¡Hay que aprender a estar alegres en medio de la adversidad! Entre otras razones porque los cristianos poseemos la alegría de la fe. La alegría de un Cristo con rostro glorioso, y la fecundidad que sus palabras nos traen. Cuando muere la luz del día, la naturaleza se pone oscura y triste, pero a la mañana siguiente, las aves, al encontrarse de nuevo con la luz del día, cantan con alegría. Pues bien, por la fe en Cristo, muerto y resucitado, tenemos la esperanza que después de la oscuridad y tristeza de la muerte nos encontraremos de nuevo con la luz y junto con nuestros seres queridos cantaremos con eterna alegría. Nos toca responder a Jesús. ¿Creemos o no? No hay punto medio. Si creemos, hemos de oírle y hacer lo que nos dice. Ya no tenemos que buscar entre los muertos al que vive, porque ha resucitado.La resurrección de Jesús es la mejor garantía de nuestra vida después de la muerte. Dejemos en el sepulcro del Señor los trapos de nuestro hombre viejo, y resucitemos con Él a una vida nueva de gracia y santidad. La resurrección es tiempo de la victoria. Como después de un partido de fútbol, los triunfadores se abrazan, cantan y celebran jubilosos la victoria, los cristianos, hoy, en el eterno domingo de Pascua, exultamos por la victoria sobre nuestro último enemigo, la muerte, y tenemos motivos más que sobrados para saborear y celebrar gozosamente el triunfo del Señor. ¿Dónde está muerte tu victoria? En la mañana de Pascua, Cristo resucitado vuelve a ser el agua viva, la luz que brilla en las tinieblas, la esperanza y la salvación para todos los hombres. El amor del Padre no defrauda a quien se confía a Él. Cristo resucitado es para siempre el viviente que nos entrega su espíritu para estar con nosotros hasta el final de los tiempos. “Alegre la mañana, que nos habla de Ti. Alegre la mañana. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu, salimos de la noche y estrenamos la aurora. Saludamos el gozo de la luz que nos llega resucitada y resucitadora”. Es Jesús quien toma el timón de la vida y tiene la última palabra, porque la última palabra es la vida. El amor de Dios es más fuerte que la muerte y en la muerte, Dios pronuncia en su divino Hijo la última palabra: que Dios es amor, y sólo el amor puede derrotar la muerte. A Jesús, lo habíamos dejado en el sepulcro. Y hoy vemos que Él ha abandonado el sepulcro. El sepulcro está vacío. Hasta ayer todo parecía viejo. Hoy todo lo vemos nuevo. Nuevo Jesús. Nuevos los hombres y mujeres. Hoy estamos vestidos de fiesta y de triunfo, porque estamos estrenando nueva vida.“Vayamos a anunciar, a compartir, a descubrir que es cierto: el Señor está vivo. Vivo y queriendo resucitar en tantos rostros que han sepultado la esperanza, que han sepultado los sueños, que han sepultado la dignidad. Y si no somos capaces de dejar que el Espíritu nos conduzca por este camino, entonces no somos cristianos”. (Papa Francisco) El Señor ha resucitado, Aleluya, Aleluya, y su misericordia es eterna, Aleluya, aleluya. A Todos les deseo: ¡Felices Pascuas en la Pascua de Jesús!. Padre Luis Guillermo Robayo M. |