“Te seguiré Señor, A Donde Tú Vayas”
Homilía Padre Luis Guillermo Robayo M.
SIN GRABAR AÚN
1.- Despertar: seguir a Jesús es lo esencial en el corazón de la
vida cristiana. Nada hay más importante o decisivo. Precisamente por eso, San
Lucas describe tres pequeñas escenas para que las comunidades que lean su Evangelio,
tomen conciencia de que, a los ojos de Jesús, nada puede haber más urgente e
inaplazable. Jesús emplea imágenes duras y escandalosas. Se ve que quiere
sacudir las conciencias. No busca cualquier seguidor, sino los más
comprometidos, que le sigan sin reservas, renunciando a falsas seguridades y asumiendo
las rupturas necesarias. Sus palabras plantean en el fondo una sola cuestión:
2.- Camino de Salvación: abrir caminos al reino de Dios trabajando por una
vida más humana es siempre la tarea más urgente. Nada ha de retrasar nuestra
decisión. Nadie nos ha de retener o frenar. Los "muertos", que no
viven al servicio del reino de la vida, ya se dedicarán a otras obligaciones
religiosas menos apremiantes que el reino de Dios y su justicia, Jesús le dice:
«El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de
Dios». No es posible seguir a Jesús mirando hacia atrás. No es posible
abrir caminos al reino de Dios quedándonos en el pasado. Trabajar en el
proyecto del Padre pide dedicación total, confianza en el futuro de Dios y
audacia para caminar tras los pasos de Jesús.
3.- Aventura Espiritual:
seguir a Jesús es toda una aventura. Él no
ofrece a los suyos seguridad o bienestar. No ayuda a ganar dinero o adquirir
poder. Seguir a Jesús es "vivir de camino", sin instalarnos en el
bienestar y sin buscar un falso refugio en la religión. Una Iglesia más
acogedora, mas samaritana, es lo mejor que nos puede suceder para purificar
nuestra fe y confiar más en Jesús. Segunda escena. Otro está dispuesto a
seguirle, pero le pide cumplir primero con la obligación sagrada de «enterrar
a su padre». A ningún judío puede extrañar, pues se trata de una de las
obligaciones religiosas más importantes. La respuesta de Jesús es
desconcertante: «Deja que los muertos entierren a sus muertos: tú vete a
anunciar el reino de Dios».
REFLEXIÓN
“Un Caminar de Calidez y Ternura de Amor”
Hoy
nuevamente hemos escuchado en nuestro corazón su invitación dirigida a cada uno
de nosotros: “Sígueme”. Su seguimiento comporta
exigencias, pero, por otra parte, nos ofrece poder sentirnos acompañados por la
calidez y la ternura de su amor. Él quiere una decisión firme. Quiere una plena
entrega y dedicación. Quiere que no miremos atrás. Quiere que no echemos de
menos el pasado. ¡Ojalá hoy, en esta Eucaristía, sintamos de nuevo la
llamada de Dios y le digamos de todo corazón que Sí queremos seguirlo!
Seguimiento Incondicional…
El seguimiento de Cristo
–decisión libre del discípulo– sólo puede ser incondicional, es el Señor quién
pone las condiciones. No caben rebajas ni descuentos. El seguimiento de Cristo
no es una cuestión de negociaciones. Poner condiciones es estar diciendo «no»,
es ya dejar de seguirle. Cristo no quita nada y lo pide todo, porque lo ha dado
todo. Y esto es lo que implica ser cristiano: un seguimiento incondicional. No
hay dos tipos de cristianos. Sólo es verdaderamente cristiano quien ama con
todo su corazón a Dios cumpliendo sus mandamientos.
Cristo comprende la
debilidad humana y los fallos motivados por ella, pero no acepta la mediocridad
ni los cálculos egoístas. Los apóstoles fueron grandes pecadores: San Pedro
llegó a negar a Cristo, San Pablo persiguió a la Iglesia... Pero no fueron
mediocres: se dieron del todo, gastaron su vida por Cristo, sin reservarse
nada. El seguimiento de Cristo es la vocación del cristiano. No es la decisión
libre del discípulo la única determinación para seguir a Jesucristo.
Después de anunciar la
Pasión, Jesús inicia el camino de Jerusalén. Jesús invita a todos a seguirle,
pero se quedan fuera aquellos que no lo hacen en la pobreza y la renuncia a
todo lo propio. Seguir a Cristo implica la vida entera, no sólo algunos tiempos
o algunas zonas de nuestra existencia. Lo que el profeta Elías no podía exigir,
por ser un hombre; Cristo sí puede, por ser el Hijo de Dios. Más aún, no hay
otra manera de seguirle: «El que sigue mirando atrás no vale para el Reino de
Dios».
PARA LA VIDA
Cuentan que un día se reunieron todos los
dioses y decidieron crear al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza.
Entonces uno de ellos planteó qué si les creaban idénticos a ellos, entonces
resultarían ser dioses y no hombres. Para que esto no sucediera decidieron
quitarles algo. Después de mucho pensar, uno de ellos dijo: “Ya sé, vamos a
quitarles la felicidad". "El único problema va a ser donde esconderla
para que no la encuentren jamás”. Uno propuso “Vamos a esconderla en la cima de
la montaña más alta del mundo”.
A lo que otro repuso: “¡No! Recuerda que les
dotamos de fuerza, así que uno puede conseguir subir y encontrarla, y si la
encuentra uno, todos los demás sabrían dónde encontrarla. "Entonces -
propuso otro - podemos esconderla en los más profundo del mar". Y otro
contestó "¡No! recuerda que les dimos inteligencia. Alguna vez inventarán
algo que les permita llegar allí. Otro.
Dios pensó haber encontrado la solución al problema: "Vamos a
esconderla en otro planeta".
Pero le contestaron "¡Imposible!
recuerda que les dimos audacia y algún día construirán una nave para llegar a
ese planeta y encontrarán la felicidad". El último de ellos era un Dios
que había permanecido en silencio, escuchando atentamente cada una de las
propuestas de los demás Dioses. Después de este debate, rompió su silencio y
dijo: "Creo saber dónde esconderla para que realmente nunca la encuentren".
"¿Dónde?" Preguntaron los demás.
"La esconderemos dentro de ellos
mismos. Estarán tan ocupados buscándola fuera que nunca la encontrarán". Y
desde entonces ha sido así: el hombre se pasa la vida buscando la
felicidad sin saber que la lleva dentro.
Buscar el camino
de la plenitud divina está en nosotros un camino de amor, bondad, misericordia,
respeto, unión, nos lleva a buscar y encontrar el verdadero camino de la
salvación.