Domingo de Ramos Pasión del Señor, 5 Abril 2020, Ciclo A

publicado a la‎(s)‎ 2 abr 2020, 18:58 por Diseño Web Santa Ana Centro Chía   [ actualizado el 4 abr 2020, 9:28 ]
 Domingo de Ramos en Familia 
Preside Cardenal Rubén Salazar Gómez
Arzobispo de Bogotá y Primado de Colombia
Chía, 5 de Abril de 2020


   Saludo cordial a todos ustedes, discípulos misioneros de esta comunidad de Santa Ana.

    “Bendito el que Viene en el Nombre del Señor

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   Iniciamos la Semana Santa con la celebración del Domingo de Ramos, la cual tiene dos momentos claramente diferenciados. Por una parte, el momento festivo de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén y, por otra parte, la lectura dramática de la pasión de Nuestro SeñorRecibimos festivamente a Jesús con los ramos y lo saludamos cantando ¡Bendito el que viene en nombre del Señor, hosanna en el cielo!, pero no cerramos los ojos ante el camino que le espera, el de la Cruz.

   En esta semana celebramos el acontecimiento más fuerte de nuestra salvación, el misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús. Y al abrir la semana mayor con el Domingo de Ramos, así como se abren las palmas para ver pasar al Señor en Jerusalén, también se han de abrir nuestros corazones  para experimentar el paso del Señor en nuestras vidas. Hoy, las palmas son los latidos de nuestro corazón que claman la presencia de Jesús para clamar tantas angustias.

   Vivir la semana Santa es acompañar a Jesús desde la entrada a Jerusalén hasta la resurrección; es descubrir qué pecados hay en nuestra vida y buscar el perdón generoso de Dios en el Sacramento de la Reconciliación; es afirmar que Cristo está presente en la Eucaristía y recibirlo en la comunión; es aceptar decididamente que Jesús está presente también en cada ser humano que convive y se cruza con nosotros. 

   Vivir la Semana Santa es proponerse seguir junto a Jesús todos los días de la vida, practicando la oración, los sacramentos, la caridad; es la gran oportunidad para detenernos un poco y pensar en serio sobre el sentido y marcha de nuestra vida; para preguntarse en qué la estamos gastando. Para darle un rumbo nuevo al trabajo de cada día, y para abrirle el corazón a Dios, que nos sigue esperando. Es el tiempo propicio para abrir el corazón a nuestros hermanos, especialmente a los más necesitados. En fin, la semana santa es la gran oportunidad para morir con Cristo y resucitar con Él.

   Admiremos la pobre cabalgadura que eligió nuestro Señor! Quizá nosotros, engreídos, habríamos escogido un brioso corcel. Pero Jesús no se guía por razones meramente humanas, sino por criterios divinos. Jesucristo, verdadero Dios, se contenta con un burrito por trono. Nosotros, simples criaturas, nos mostramos a menudo vanidosos y soberbios: buscamos sobresalir, llamar la atención; tratamos de que los demás nos admiren y alaben. Jesús entrando a Jerusalén sobre un burrito, nos enseñará que cada cristiano que lo recibe como rey, puede y debe convertirse en trono del Señor Jesús.

   Emprendamos esta semana santa con un nuevo ardor y dispongamos nuestro todo nuestro ser al servicio del Señor. Tratemos de mantenernos con coherencia entre la fe y la vida, y que nuestro grito de júbilo de hoy, no se convierta en el “crucifíquenlo” del Viernes Santo. Que nuestros ramos, sean brotes nuevos de propósitos santos, y que no se marchiten en las manos, sino que florezcan en obras de misericordia y amor, propios de esta semana mayor.

   Desde este Domingo de Ramos, participemos de antemano en los dolores, sufrimientos y muerte del Redentor, que nos liberan del pecado y de la muerte. Solo así, al final podemos dar el paso definitivo, seguro y gozoso de nuestra propia resurrección, hacia la pascua eterna. 

   Acordémonos que la naturaleza de Dios es amarnos a pesar de las heridas que le causamos con el pecado. Aunque sean muchos nuestros pecados, la naturaleza de Dios no cambia; Él siempre será perdón y su misericordia es infinita.

   Los ramos son un signo de Cristo vencedor, signo de la cercanía del Señor. Ciertamente, no es una rama la que salva al creyente, sino la fe que le hace batir la palma para que Jesús entre en su corazón. 

   Por tanto, dejemos que el Señor tome posesión de nuestros pensamientos, palabras y acciones y desechemos todo lo que sea obstáculo en su marcha por la conquista de nuestro pobre corazón. 

  Que nada sea obstáculo para el reinado del Señor. Hoy, en cada uno de nosotros, que el Señor sea bendito, y sea el rey en la medida en que nuestras vidas estén adornadas por las palmas de la humildad, sencillez, alegría y mansedumbre. !Bendito el que viene a mi vida, a mi familia y a mi comunidad!.

   A quienes nos siguen a través de internet, en la página: www.santaanacentrochia.org les envío mi bendición, y los invito a caminar juntos, y seguir extendiendo, como discípulos-misioneros, la Buena Nueva del Señor, donde quiera que se encuentren. 

Feliz semana Santa para todos. Que Dios los bendiga y la Virgen los proteja.


Padre Luis Guillermo Robayo M. 
Rector Capilla Santa Ana de Centro Chía